La obsesión de Fanny Kertzman

Esta nota es la segunda de una serie que iniciamos en este blog, de la autoría del investigador y escritor guajiro Freddy González Zubiría.

En esta oportunidad el autor trata el tema relacionado con las declaraciones entregadas a la cadena radial Caracol. por la exdirectora de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), Fanny Kertzman.

En su escrito González Zubiría transporta al usuario, mediante un trabajo de investigación en el que se citan fuentes, textos y fechas exactas, a un recorrido ilustrativo en el cual ellos son los únicos invitados a formarse su individual e importante opinión.

Sean todas y todos bienvenidos a la "Obsesión"

Fredy González Zubiría

El pasado martes, en el programa de Hora 20 de Caracol Radio, Fanny Kertzman ex -directora de la DIAN dijo entre otras frases, que el contrabando es último eslabón de la cadena del narcotráfico y que salió de la entidad por un complot desde La Guajira para asesinarla.

Se esperaba que luego de tantos años de ausencia, la Economista haya tenido tiempo de leer sobre la historia de este territorio, pero no ha sido así. Continúa tan confundida como obsesionada con La Guajira, como en sus años en el poder.

El comercio tradicional guajiro (que ella llama contrabando) no es el último eslabón del narcotráfico. Ese comercio existe 300 años antes que se embarcara la primera libra de marihuana o cocaína. El contrabando es solo una forma más de lavado de activos que se utiliza en Colombia, y Kertzman lo debe saber.

Sobre las razones del paro cívico de Maicao del año 2000, también está faltando a la verdad. Se le olvidó decir, que ella en cabeza de la DIAN incumplió las concertaciones con los comerciantes, y eso precipitó el paro. Esa versión aparecerá este año en el libro De la trocha a la carretera-historia de la Cámara de Comercio de La Guajira.

Acerca de las supuestas amenazas de muerte por parte de los guajiros, el entonces director del CTI Pablo Elías González le aseguró que tales venían del interior de la DIAN. (Fanny Kertzman Soltaron los Perros: en la intimidad del poder.)

El problema de Kertzman en la DIAN no solo fue la Guajira, el asunto del Banco Andino, fue el peor de sus errores, entidad que ella denunció por fraude, quebró, arruinó a su dueños, y años después se demostró que tal fraude nunca existió. Sobre el caso, Alberto Donado escribió: “Fanny Kertzman no es culpable de la muerte de nadie, pero sí es responsable de un abominable abuso de poder que causó incontables daños morales, económicos y sociales a personas inocentes y a sus familias.” (El Mundo.com junio 5 de 2013).

La soberbia la llevó a proponer medidas impopulares como gravar con impuestos los libros y los textos escolares, lo que llevó al pronunciamiento de la poeta María Mercedes Carranza “Es evidente que la señora Kertzman no distingue entre un libro y un pollo, pues se refiere a la industria editorial como a quienes venden pollos y gallinas, ignorando, por ejemplo, lo que representan las revistas culturales para una sociedad, o un libro para las escuelas.” (Germán Castro Caicedo, Una pesca milagrosa).

De la DIAN pasó a la Embajada de Canadá, y al abandonar el cargo diplomático empezó su viacrucis. La vida le daría vueltas. Irónicamente, en Nueva York, terminó trabajando para la empresa que tradicionalmente se ha señalado como una alcahueta del contrabando del país: La Phillip Morris, productora del Marlboro.

Ahí comenzó su frenesí de desordenes personales. Una vida desaforada de alcohol, droga y violencia, que ella misma confesó “Salía con toda clase de desconocidos, algunos casados o menores, otros adictos al sexo y unos más locos que ella.” (Fanny Kertzman: Soy la loca del paseo, Jet Set.com).

En su Oda a la marihuana, queda claro que kertzman consumió la yerba en su tiempo como directora de la DIAN y que introdujo al Canadá, como diplomática, una biblia rellena de bareta. (Fanny Kertzman: Oda a la marihuana, kienyke.com).

Luego de esos años de incoherencias y desorden, la señora Fanny Kertzman regresa a Colombia a hablarnos nuevamente de lo correcto, de ley y de contrabando, como si nada hubiera pasado. Nos alegramos que se haya regenerado, pero ya no tiene autoridad moral para señalar a La Guajira de nada.

En La Guajira existen graves problemas de violencia, propia y ajena. La última ajena llegó a inicios de la década del 2000, una moda nacional, y fue recibida con vivas y banderitas por parte de la sociedad local, ahora víctimas de ellos. Es necesario distinguir entre los fenómenos de violencia nacionales, la delincuencia local y los conflictos interfamiliares.

La historia no es para defender la ilegalidad. Es útil para diferenciar entre quienes se aprovechan de la ubicación geográfica del departamento con fines perversos y una situación informal tácita de las 300.000 personas que dependen de ese comercio tradicional, y los 700 mil guajiros que se benefician de esos productos.

Nuestros abuelos construyeron el comercio guajiro como una opción única cuando el país le daba la espalda a esta región, y la consideraba “tierra perdida de indios”. Ellos, nuestros abuelos wayuu, negros y criollos, levantaron los puertos, pueblos como Puerto Estrella, Puerto López y ciudades como Maicao, bajo la legitimidad del derecho a la vida y a la supervivencia, y la esperanza de un futuro mejor. Pretender que se renuncie a todo simplemente porque el Estado “apareció”, no es tarea fácil.