Orquesta Sinfónica de Cerrejón: El privilegio de cambiar vidas






Integrantes de la Orquesta  Sinfónica de Cerrejón
A Tatiana le encanta tocar el violín, Andrés prefiere el acordeón, Ariel se le mide a cualquier ritmo, Gabriela no deja de emocionarse cada vez que sube al escenario y José Gregorio sueña  traspasar fronteras con su voz. 

Cada uno de ellos es diferente, pero todos tienen algo en común, la música ha unido sus vidas y se ha convertido en su gran pasión.

La Orquesta Sinfónica de Cerrejón es un sueño que comparten 95 niños y niñas  entre los 9 y 17 años, procedentes de las diferentes zonas del departamento de La Guajira y, especialmente, de las comunidades vecinas  a la operación de Cerrejón como los Reasentamientos, los Resguardos Indígenas, las Comunidades de la Línea Férrea y Tabaco.

Este programa, que apunta a fortalecer el talento de los jóvenes guajiros, está siendo desarrollado por la División de Gestión Social desde el año 2007 y busca estimular el gusto de los niños por la música, mediante la formación artística y musical. Además, rescata la práctica a través de la instrucción, la pedagogía y el trabajo en equipo.

Estos niños y jóvenes guajiros viajan cada fin de semana desde sus poblaciones hacia el colegio Albania, en las instalaciones de La Mina, dónde reciben instrucción sobre los diferentes ritmos e instrumentos musicales.

Este programa se fundamenta en una metodología progresiva que va desde el proceso de iniciación musical, llamado ORFF, a la Preorquesta y Orquesta, del cual se benefician en total 427 niños.

Enseñanzas para la vida

La Orquesta es un programa formativo musical-integral, en el que los niños desarrollan destrezas musicales y a la vez, fortalecen valores y principios, todo esto con el fin de formar jóvenes que sean ejemplos para La Guajira.

Al iniciar el proceso la mayoría de los niños no tiene muchos conocimientos sobre el manejo e interpretación de los instrumentos musicales, incluso, algunos ni siquiera los conocen. En ocasiones, desde que el niño toca el instrumento por primera vez surge una conexión inmediata entre ellos, como amor a primera vista, en otras, el vínculo surge a medida que pasa el tiempo, como ocurrió con Tatiana Carrillo, de 17 años, una joven proveniente del municipio de San Juan, quien hace parte de la agrupación desde hace seis años.

“Cuando inicie el proceso era una niña. El sueño de mi mamá siempre fue tener un hijo músico, ella escuchó sobre la Orquesta Sinfónica y me llevó. Me hicieron la audición, pasé y me colocaron a elegir entre los instrumentos musicales, yo escogí el violín. Al principio no me gustaba, pero gracias a la música clásica y la motivación de mis profesores, le fui agarrando amor a la música, al instrumento y a la orquesta”, dice Tatiana.

Para ella, el violín no es una simple herramienta, es su fiel compañero, con el que puede transmitir emociones, crecer y crear. Así mismo, explica que desde que hace parte de este proyecto ha cambiado la visión que tiene de la vida, ya no es la misma persona.

“Hace un tiempo la Orquesta tenía una presentación en Medellín, yo no fui a ese viaje porque mi comportamiento no era el mejor, solía ser grosera y antipática, además casi no me gustaba estudiar y era muy superficial.

Al principio no entendía por qué no me dejaban ir, yo agarre mucha rabia con mis profesores, pero al tiempo entendí que era necesario que eso me pasara para que aprendiera a valorar la Orquesta, a mis profesores y el sacrificio que yo hacía, aunque no me diera cuenta.

Yo creo que esa ha sido una de las lecciones que me ha servido más en la vida, realmente me marcó”, explica con melancolía, pues después de 6 años de compartir con sus compañeros, de aprender y crecer como persona deja la orquesta para empezar sus estudios superiores y así seguir construyendo su proyecto de vida.

Ariel Borrego canta al ritmo que le pongan, porque sabe que para aprender es necesario asumir retos. Este joven, oriundo de Fonseca, hace parte de la Orquesta Sinfónica desde hace cuatro años, periodo en el que ha aprendido técnica vocal, expresión corporal y,  que para ser un excelente cantante hay que tener una aptitud y actitud adecuada. A sus 14 años reconoce que la Orquesta es una oportunidad que le está cambiando la vida, no solo a él, sino a todos sus compañeros.

“En estos cuatro años he sentido que he cambiado mucho. He aprendido a convivir mejor con otras personas y he cambiado mi forma de ser, ya no soy el rebelde que era antes, aquel que se la pasaba en la calle perdiendo el tiempo.

Ahora me dedico a cosas buenas, mi tiempo libre trato de aprovecharlo al máximo”, explica sonriente y a la vez manifiesta: “a mis compañeros les digo que es un privilegio hacer parte de la orquesta, por eso hay que aprovechar al máximo; oportunidades como esta no se presentan todos los días y, a los niños que no se han vinculado a esta iniciativa les digo que se motiven, que la música nos mueve, que por ella podemos cambiar y mejorar nuestra forma de ser”, enfatizó Borrego

Los profesores son fundamentales en este proyecto, el cual está dirigido académicamente por un equipo de 10 docentes, 6 de la planta del Colegio Albania. Ellos dan a los niños pautas para convertirse en artistas integrales, los forman en valores y rescatan en ellos el amor por la música y el arte, además los motivan a seguir adelante y luchar por sus sueños; realmente se han convertido en sus amigos, lo que contribuye  a fortalecer la unión  en el grupo y genera un ambiente de trabajo siempre cómodo y ameno.

“Yo creo que más que ser un proyecto artístico lleva una connotación social, es decir, integralmente combinamos la parte artística con la formación personal.  Pienso que si se están cambiando vidas porque muchos estudiantes llegan aquí con la visión de sólo aprender a tocar un instrumento y cuando salen, esa visión es totalmente distinta, pues han vivido muchas experiencias enriquecedoras en la orquesta y saben que por medio de la música ellos se pueden formar como personas. Uno como profesor nota como van cambiando a medida que pasa el tiempo”, expresa José Antonio Gómez Rodríguez, docente del área de percusión.

Tatiana agradece a sus profesores por todas las enseñanzas recibidas. De ellos aprendió que “Antes de ser músico o ser lo que uno quiera, uno tiene que ser persona, una excelente persona”. Así mismo, aprendió a aceptar a sus compañeros tal y como son, a ser más sociable y a adaptarse a los cambios con más facilidad.

Por su parte, Jose Gregorio Molina, de 14 años, oriundo de Uribia, cuenta que sus profesores le han enseñado muchas cosas. Entre ellas la importancia del trabajo en equipo, la responsabilidad ante las tareas asignadas en la orquesta y la  disciplina que se debe tener para lograr las metas propuestas.

Ambos,  al igual que todos los niños que integran la Orquesta Sinfónica de Cerrejón, no solo desarrollan sus habilidades artísticas, también aprenden a aprovechar mejor su tiempo libre y se comprometen a ser buenos estudiantes, buenos ciudadanos y a manejar una sana convivencia en su entorno.

José Gregorio quiso agradecer a quienes hacen posible este proyecto “Mi mensaje para ellos es que muchas gracias por este proyecto, porque realmente es muy bonito y beneficioso. Nos ha permitido conocer más personas y conocernos a nosotros mismos, nos forman en valores, además se promueve y fortalece la unión en el grupo, algo primordial, porque sin el trabajo en equipo la orquesta no puede funcionar”.

Tatiana va a estudiar psicología, Ariel quiere ser médico y José Gregorio un cantante reconocido. Así como ellos todos los integrantes de esta agrupación tienen la oportunidad de aprender lecciones y vivir un sinnúmero de experiencias que los formaran como músicos y sobre todo, como personas.

La Orquesta Sinfónica de Cerrejón es un proyecto que cambia vidas, cada enseñanza recibida será esencial para el crecimiento personal de estos niños y jóvenes guajiros.

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