Gabo y el infierno de la Congresista Cabal



Por ALBERTO SALCEDO RAMOS | Publicado el 20 de abril de 2014
Respetada congresista MarĆ­a Fernanda Cabal:

QuĆ© violenta fue usted al escupir sobre el cadĆ”ver de Gabriel GarcĆ­a MĆ”rquez. 

TodavĆ­a me pregunto quĆ© clase de ponzoƱa tiene usted en el corazón para haberle deseado el infierno a ese seƱor muy viejo con las alas enormes que acababa de morir, un colombiano de bien que jamĆ”s asesinó, ni robó, ni estafó, ni tuvo una sola mancha en su larga vida pĆŗblica. 

Me pregunto, ademĆ”s, cómo puede una congresista de la RepĆŗblica comportarse como cualquier matoncito de plaza de mercado. ¿A quĆ© escuela fue usted, que aprendió tan bien el alfabeto del odio y tan mal el de la ortografĆ­a? Porque su sintaxis, su uso de los signos gramaticales y su masacre contra las tildes son tan alarmantes como su posición extremista.

Se puede disentir de las ideas polĆ­ticas de GarcĆ­a MĆ”rquez, ni mĆ”s faltaba. Pero desearle el infierno a las pocas horas de haber muerto, solo porque pensaba distinto, es un acto que revela una enorme carga de agresividad y de fanatismo. 

Eso sĆ­: yo no la culpo a usted sola: un paĆ­s que elige congresistas como usted se merece su suerte. 

En sus tuits incendiarios usted definió a García MÔrquez como "comunista millonario", y lo acusó de ser indiferente con Colombia.

Ay, seƱora congresista: necesitamos mĆ”s gente de la que se vuelve millonaria con su trabajo honrado, y menos de la que se enriquece saqueando las arcas pĆŗblicas. Usted, que es polĆ­tica, seguramente sabe muy bien de quĆ© le hablo, y hasta conocerĆ” a mĆ”s de uno que se ha vuelto rico por esa vĆ­a. 

Quienes deben solucionar los problemas de los pueblos son los políticos, pero en nuestro país se dedican a lo contrario: a crearlos. Y a veces llegan mÔs lejos, señora congresista: se vuelven cómplices de quienes asesinan civiles. Montones de colegas suyos se aliaron con los paramilitares para perpetrar masacres.

En el gobierno de su jefe polĆ­tico, Ɓlvaro Uribe VĆ©lez, Colombia vivió un capĆ­tulo de horror e ignominia: miles de inocentes fueron asesinados para hacerlos aparecer como guerrilleros ultimados en combate. 

¿Por quĆ© usted, seƱora congresista, pretende criminalizar las ideas polĆ­ticas de un escritor pero no dice nada sobre los verdaderos criminales? 

Leyendo sus frases destempladas se me vino a la memoria el perfil que el periodista Gay Talese escribió sobre el actor irlandĆ©s Peter O"Toole, quien, al igual que GarcĆ­a MĆ”rquez, vivió mucho tiempo fuera de su paĆ­s. 

Hay un momento en que O"Toole, para explicar su desarraigo, compara a Irlanda con una cerda desnaturalizada que se come a sus propios hijos. Es preciso alejarse para salvar el pellejo, y por eso, segĆŗn O"Toole, el Ćŗnico destino posible para la inteligencia es el exilio. 

Colombia tambiƩn es esa cerda cruel que se come a sus propios crƭos. Y lo es, en parte, gracias a la gente como usted, que anda por ahƭ deseƔndoles el infierno a quienes no comparten su credo.

En Colombia circula este cuento: un pescador tenĆ­a tres langostas en un balde. Una de las tres estaba a punto de llegar al borde del balde, y asĆ­ podrĆ­a escaparse. Pero el pescador lucĆ­a tranquilo, y a un gringo que estaba cerca mirando la escena le intrigaba eso.

-- Esa langosta va a escaparse -- dijo el gringo--. 

Qué va, míster -- le respondió el pescador --: son langostas colombianas. Cuando alguna quiera escaparse las otras dos la jalarÔn otra vez hasta el fondo del balde.

En Colombia hay mƔs oportunidades para los clientelistas que para los artistas, y cuando alguno se aleja de la cerda para poder sobrevivir, usted quiere devolverlo otra vez hasta el fondo del balde.

El escritor al que usted define como "indiferente con Colombia", nos ayudó a entendernos, a celebrarnos, y nos regaló una obra portentosa que habrÔ de servirles a las futuras generaciones como memoria. Eso a usted seguramente le parece poco, pues pertenece a la vasta legión de bÔrbaros que creen que aportar significa regalar cosas tangibles, como esas bolsas de cemento que ciertos políticos inescrupulosos les entregan a los ignorantes a cambio de sus votos.

Los escritores no son estadistas, señora Cabal, y por tanto no estÔn obligados a resolver los problemas que viven los países por repetir sus errores históricos. Su aporte consiste en iluminarnos. Por ejemplo, revelÔndonos cómo los políticos mediocres e intolerantes como usted han impedido que tengamos una segunda oportunidad sobre la tierra

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