“Los comentarios del lector, ¿una alcantarilla de mensajes?”
Fuente: kienyke.com
Por Javier Borda
Los medios, periodistas incluidos, se olvidaron de hacer seguimiento a los comentarios en las páginas web y ahora ese espacio ha perdido su valor.
En un inicio parecía una gran oportunidad. El lector podía expresarse libremente al final de los artículos web, aportar al texto, criticar, corregir y, por otra parte, el periodista podía retroalimentarse con su audiencia, encontrar allí información adicional, sugerencias y mejoras a su trabajo.
Pero lo que ha pasado en realidad es que los medios que tienen el espacio habilitado para los comentarios del lector poco se inquietan por la intolerancia, violencia e insulto que allí han propiciado.
Pagarle a un periodista para que responda mensajes todo el día parece imposible, más en un oficio que busca dinero para subsistir. Esa sería una solución, pero muy poco realista en las actuales condiciones.
Antes hubo filtros automáticos para no permitir la publicación de groserías (aunque siempre se inventan nuevas formas de insultar). El llamado a reportar usuarios ofensivos ha sido una estrategia limitada para acabar con la cloaca de mensajes. El previo registro para poder opinar tampoco funcionó del todo bien. El debate sano, propositivo y democrático simplemente no se da.
¿Entonces vale la pena mantener ese espacio para los lectores en las páginas web? Claro que sí, siempre y cuando haya edición, filtros y periodistas que promuevan la sana conversación.
En Noruega, la empresa de medios públicos NRK optó por una estrategia en la que el usuario puede comentar solo si prueba que antes leyó sobre lo que piensa opinar. ¿Cómo? Atendiendo un pequeño cuestionario de selección múltiple al final de las notas. Si responde correctamente, puede comentar.
Hay otras iniciativas. Google creó Perspective, una herramienta de inteligencia artificial para que los medios de comunicación puedan detectar de forma automática los comentarios tóxicos e irrespetuosos.
Los comentarios en Internet están en todas partes. Las redes sociales están para recoger todo lo bueno y malo de las palabras. Allí el periodista interactúa más y mejor. Pero en los comentarios de las páginas web ese espacio está a la deriva cuando solo debe estar para algo que aporte en función del periodismo o, de lo contrario, tendría que eliminarse.
La prueba de todo lo anterior son mensajes como estos, que proliferan hoy (con pésima ortografía) en los medios de comunicación:
“Uribellaco, Nobel de la narcorrupcion y el paraquismo fascista”. (sic)
“Uribellaco, Nobel de la narcorrupcion y el paraquismo fascista”. (sic)
“Amparo (Grisales) se eriza porque le dieron caldo de cola de mamut cuando tenía un año de edad”. (sic)
“Y a los del a.nal que? tambien hicieron disturbios la vez pasada y la dimayor se hicieron los de la vista gorda? la ley para los de ruana”. (sic)
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