Vicky, una cantautora de grandes kilates

Al subir al escenario, llena de nervios, el director la presentó como si fuera una reconocida estrella de la canción, "Señoras y señores, con ustedes la sensacional, la espectacular, la única, Vicky". Ese fue el bautizo musical que le dio Guillermo Hinestroza en 1965, y así se quedó para siempre.



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Félix Carrillo Hinojosa
Por Félix Carrillo Hinojosa


Su madre, una ama de casa bondadosa y de risa infantil permanente y su padre, un líder de la vieja usanza política y alcalde de su pueblo, decidieron  llevarla a la pila bautismal como su Esperanza especial, sin pensar que años después, un empresario del espectáculo le cambiaría el nombre, para darle alas a todo el arte que su alma tenía.


Por causa de la violencia que nos ha acompañado por varios siglos, sus padres emigraron con sus tres hijos, dos varones y su Esperanza. 


En esa Palmira Señorial, de inicios de la década del 50 del siglo pasado, comenzó su mundo artístico mientras bordaba manteles, como tarea en el Colegio de Las Monjas Vicentinas. 


Allí estudió la primaria y se dedicó a coleccionar medallas de las vírgenes, al tiempo que se pegaba al radio de tubos 'Telefunken', -que para escucharlo debía estar caliente-, donde los pasodobles, tangos, vals y boleros, llenaban el gusto musical de su progenitor y de paso, la acercaba al mundo de las voces y orquestación representada por los artistas del momento. 


Uno de esos ídolos fue Carlos Julio Ramírez, a quien un día su madre encontró imitando con un palo a manera de micrófono y moviéndose como si estuviera en un escenario de verdad. 


La dejó por varios minutos hasta que terminó de cantar. Se sorprendió cuando se volteó y de frente le dijo, "Voy a ser cantante". "Ni que la escuche su padre. Póngase a hacer sus tareas y no se diga más".


Ese primer decir de su inquietud musical, no se frenó ahí. Era la primera, en organizar las rondas musicales en su colegio y como cierre, cantaba las baladas de Leonardo Favio, el rock and roll de Elvis Presley y las del dueto Antaño.


Su adolescencia estuvo agitada, por las constantes pretensiones de los jóvenes de su edad, en las que fue selectiva, y de pocos amores.


Al llegar a Bogotá en los años sesenta con su madre y hermanos, se encontró con su prima Alicia Uribe, quien le contó del programa radial que mostraba nuevos talentos. Ese programa era 'El Club del Clan', que se hacía en Radio Cordillera. 


Ella trabajaba en el Banco del Estado, donde sus compañeros le descubrieron sus dones cantoriles y su afición como espectadora de ese programa. Ellos fueron quienes incidieron para que cantara. 


Era un programa en vivo y empezaron a corear: "que cante esperanza, que cante". Ante la insistencia de sus compañeros, Guillermo Hinestroza, director del programa, la invitó a cantar, a lo que se negó. 


Todo no quedó ahí, porque el director con su olfato de buscador de estrellas, la mandó a ensayar detrás del escenario, con el permiso de su señora madre. Ella eligió cantar 'Mi baby', una canción que estaba pegada. 


Al subir al escenario, llena de nervios, el director la presentó como si fuera una reconocida estrella de la canción, "Señoras y señores, con ustedes la sensacional, la espectacular, la única, Vicky". Ese fue el bautizo musical que le dio Guillermo Hinestroza en 1965, y así se quedó para siempre.


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Este primer logro la llevó dos años después al disco y fue la empresa Sonolux, donde grabó 'Llorando Estoy', cuyo acetato se vendió de tal manera, que a todos sorprendió. Su primera presentación en Televisión lo hizo en el programa 'Variedades', dirigido por Gloria Valencia de Castaño, por lo que le pagaron mil pesos.


Este primer logro musical, estuvo empañado, por la malquerencia de un grupo de colegas, que la señalaron de unas situaciones de mal gusto, que la llevaron a una ausencia de siete años del disco, y las presentaciones en vivo.


A su regreso en 1973, después de estar en Venezuela donde una tía, es Alfonso Lizarazo quien anunció con bombos y platillos su regreso. Ese momento se nutrió con nuevas obras cuyo éxito no se hizo esperar a través de canciones como 'Las Estaciones', 'Tan Sola', 'Lloraré' y 'Amigo Caminante'.


Seis años después produce su obra cumbre, que surge de la observación que hizo de un gorrión parado en la reja del antejardin, al que le caía una llovizna. Eso la volvió sensible y la comparó con su propia vida.


Siempre consideró a sus canciones como las hijas que nunca tuvo. En uno de esos arranques propios de su mundo jocoso, consideró que "hacer canciones es como parir por la cabeza". Renuente al matrimonio, se embarcó en varios romances que le nutrieron su alma musical, pero que la llevaron a una soledad programada.


Al partir su señora madre, la artista entró en una desazón, que la alejó de mostrar nuevas canciones y unas pocas ganas de continuar en el mundo de la vida. 


En medio de su vida agitada, en donde le dedico más de cuatro décadas a la música, y ser considerada por los críticos musicales como la 'Mari Trini de Colombia'.


Un día se dedicó a escribir el libro 'Pobre Gorrión', a manera de autobiografía, donde está lo divino y lo humano de una mujer que, al escribir desnudaba el alma, que muchos vieron como antipática, -pero quienes tuvimos la fortuna de tenerla cerca-, sabemos que su carácter iba de frente y no se escondía para decir si o no.


Su obra está en el catálogo de lo clásico de una música que como la balada, la tiene a ella, como una cantautora de grandes kilates.


Sus seguidores se han renovado en el tiempo, pero sus creaciones siguen plegadas al alma nacional, que la vio partir, cuando sus pulmones le jugaron una mala pasada y le negaron el tiempo necesario, para seguir viviendo.


Fercahino (Esperanza Acevedo Ossa 'Vicky' nació en Anserma Nuevo, el 11 de noviembre de 1947 y falleció en Bogotá, el 15 de marzo de 2017. Padres Graciela Ossa y Saulo Acevedo Arboleda).

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