¡Para hacerse los locos, también se debe tener juicio!




‘Cabecitas Locas’: El Problema es Mental


“Cabecita loca/
cuando yo te escucho decir esas cosas/
hasta lastima me da/
cabecita loca/
tu vives soñando con mariposas/
y no ves la realidad/"


Por Luis Eduardo Acosta Medina


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Hemos trascrito el aparte que antecede de la canción titulada 'Cabecita Loca', de la autoría de Romualdo Brito (Q.E.P.D.), porque hace alegórica referencia al tema que ocupa nuestra atención.


Esa obra musical de gran connotación nacional, está en el LP titulado 'Dos Dinastías', que grabaron en 1988 Poncho Zuleta y Beto Villa.


Tuvimos en Maicao un reciente encuentro con el popular Alberto Menco, un respetado dirigente cívico del sector comercial del municipio fronterizo, nuestro lector permanente y, recostados al histórico enfriador -el que más enfría en el pueblo-, que mantiene fríos los ralladores de los transeúntes del sector del 'Almacén Oriental', me dijo que no se perdía ninguna de las publicaciones coloquiales y folclóricas que hemos dado a conocer en esta columna, y que éstas de alguna manera, le han permitido distraer la mente, ante tantos problemas cotidianos, -unos mas grandes que otros-, y cerrar los ojos ante temas que a veces publican, interesantes pero, que en nada ayudan en este interregno de tiempo, cuando hay tantas razones para el sufrimiento y las preocupaciones.


Después de aquella conversación no dudo en afirmar que los columnistas de opinión y los medios en general, debemos tener cuidado con lo que estamos escribiendo, y diciendo,.

Tenemos una gran responsabilidad en este momento tan crucial para la humanidad, no hay familia que no haya tenido en el ultimo año un motivo para el dolor, directo o indirecto, y es nuestro deber, aportar desde nuestras trincheras, el granito de arena indispensable para hacerle a la gente su vida menos difícil, un poco mas agradable a pesar de las circunstancias.


Hoy todos estamos ante el terreno del conflicto, entre la necesidad de producir y el deber de cuidar nuestra salud en conexidad con el derecho fundamental a la vida. La ciencia fue arrodillada por un virus maldito y letal y por eso hoy, -mas que nunca-, está en peligro la salud mental colectiva, por la desesperanza y el miedo, peligroso coctel para la estabilidad mental de los seres human
Evidentemente, no es bueno para para el estado emocional del lector, el radioescucha o el televidente, abrir las páginas de un periódico, encender la radio o la televisión y encontrar que un ser humano está insultando al otro.


Distinto es, cuando se encuentra con una crónica en la cual se destaca un periodo fecundo para la música vallenata, la reseña histórica de las primeras grabaciones de Beto, Diomedes y Rafael Orozco, o refiriendo las anécdotas de aquellos tiempos, cuando jugábamos boliche, y corríamos libremente por el pueblo, alumbrados por la luna grande y enchoyá, de esa época cuando se hacían las tareas sin internet y con lámparas de querosín.


Lógicamente el estado anímico de la persona es distinto en uno u otro caso, por eso se requiere un esfuerzo adicional diciendo y escribiendo con el entusiasmo ese que viene del alma, normal en aquellas criaturas a quienes su vieja los bailó chiquitos, porque un 'amargao' o una 'amargá', con un medio de comunicación a disposición, 'son más peligrosos que clavo en tobogán'.


Para no contribuir con la aflicción ajena, si no sucede un hecho luctuoso que estremezca mi corazón, tengo el cuidado de escribir cuando estoy contento -que es casi siempre- así se enciende la chispa que me permite recordar episodios que para la gente importante son intrascendentes, pero para para el ciudadano de a pie son muy son trascendentales,.


Así recordamos lo que sucede en los velorios de los pueblos, a donde se va a dar cumplimiento, a enterarse de lo que no sabíamos, a tomar café, y nadie se va sin comer, cosa que no sucede en los velorios modernos, dónde reparten te helado, nadie llora al muerto, el candil lo dejan solo y nunca matan una vaca de las que dejo el que se fue, para brindar el sancocho y la carne molida con ají y vinagre criollo a los visitantes.


Mis columnas sobre el asunto, poco interesan a quienes tienen costosos equipos tecnológicos. Tenemos claro que mis lectores no tienen ni computador ni internet, lo que hago lo valoran los adultos mayores en nuestros pueblos, las amas de casa, los vendedores de raspao, al humilde peluquero, a las mujeres, que en los salones de Belleza le sacan pelo hasta a una mata de cadillo, los coteros que con la bolsa de cemento sobre la mollera piropean a las muchachas que pasan.


No tanto aquellos que a pesar de sus elegantes oficinas con aire acondicionado, viven malgeniados y maltratan a las mujeres. En general los disfruta la gente del pueblo, especialmente la de mi generación, criada sin cuna, sin luz ni televisión, pero dichosos porque la verdad Dios fue particularmente generoso con nosotros.


Por esa potísima razón, le he pedido a Ismael que mis crónicas se publiquen en el periódico impreso, no en el virtual, para que no sientan los lectores que se están comiendo la paleta sin quitarle el papel.


Pensamos que la hoguera no necesita más fuego. Es indiscutible que el nuestro, es un país donde desgraciadamente hay una inmensa minoría, que hace prevalecer el argumento de la fuerza sobre la fuerza de los argumentos.


Los sembradores de odios los hay, como arroz partido. Es menester la contribución de todos, para ayudar en el propósito de llevar paz, y oxígeno al corazón de los lectores, así se desarman los espíritus y se les lleva alguna ocupación a los mal pensados, porque a quien no tiene oficio, el diablo se los pone.


Nuestra invitación muy respetuosa. Es a unir esfuerzos,  para ayudar a cuidar la mente de nuestros semejantes.


Hay demasiadas razones para la desesperanza colectiva, hay perros durmiendo en miles de fogones al medio día, hay mucho dolor en miles de corazones, y la primacía de la realidad nos ha colocado ante un inocultable problema de salud pública: la salud mental de nuestra gente.


Eso contribuye a la intolerancia, el pánico, la esquizofrenia, la agresividad, el fracaso, la violencia intrafamiliar, la depresión y el suicidio y si, quienes pudiendo hacer algo derramamos tinta y saliva es azuzando peleas, guerras, daño a la moral ajena, la justificación del delito o empujando a los demás a cometerlos, habremos de cargar con el peso de consciencia de haber ayudado a conducir a una sociedad inerme triste y desamparada,  a su propio funeral.


¡No olviden que para hacerse los locos, también hay que tener juicio!

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