Reseña del Muelle Turísitico de Riohacha


Otrora el muelle era prácticamente un paseo obligado, que se volvió una costumbre de los riohacheros y visitantes ya que por las tardes el ocaso convertía el horizonte en un policromado y encantador paisaje.



En este espacio, las ballenas daban un espectacular y extraordinario avistamiento, un sorprendente desfile para criollos y foráneos, que se constituía en una majestuosa atracción turística.



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Por Jorge Sprockel Mendoza


Recabando información a través de la tradición oral en el imaginario colectivo de los pobladores de la azotada, saqueada e incendiada varias veces por corsarios y piratas, pero siempre hospitalaria y amañadora Riohacha del siglo antepasado, se mantenía latente la esperanza de contar con un muelle, que hiciera posible el atracadero de barcos de cierto calado, teniendo en cuenta el fluido intercambio comercial, desde la época de la Conquista, con diferentes países como Inglaterra, Holanda, Italia, España, Francia y Alemania. 


Esto generó un atractivo comercio desde el extranjero hacía la península y viceversa, por lo que los habitantes de Riohacha siempre aspiraban que su ciudad fuera un puerto marítimo. Ellos se resistían a creer que ese sueño no fuera una realidad. Siempre confiaron que sus anhelos en cualquier momento podían convertirse en un hecho tangible.


Con ocasión a la contienda electoral para la Presidencia de la República en el año de 1903, terminada la guerra de los Mil Días, se enfrentaron los candidatos generales Joaquín E. Vélez Villamil, proclamado el 18 de noviembre por la Junta Conservadora de Los Históricos como candidato oficial del Partido Conservador, con el apoyo del Gobierno de José Manuel Marroquín y Rafael Reyes Prieto –el 30 de ese mismo mes– con el apoyo de los Conservadores Nacionalistas y de una parte de los Liberales. 


El triunfador fue este último, por el supuesto primer «chocorazo» o fraude electoral en Colombia, más conocido históricamente como el «Registro de Padilla». 


El presidente Reyes Prieto, conocido como el «general cauchero» por su afición a las exploraciones, en agradecimiento a la ayuda electoral de La Guajira, destinó varias partidas económicas para la construcción de algunas obras de interés social, entre ellas la del muelle, pero su propósito no fue cumplido.


El día 27 de abril de 1908, siendo las 10 p.m. el presidente Reyes, zarpa de Santa Marta a bordo del crucero Pinzón con los señores gobernadores Torralvo, Vergara Barros, el doctor Blanco y José A. Iguarán, como secretarios; los generales Diego de Castro y Domingo Pichón, inspector de los mercados guajiros; el doctor Ramón Goenaga, Manuel A. González y Gregorio Castañeda, llegando el 28 de abril a las 10 a.m. El tiempo de viaje entre Santa Marta y Riohacha fue de trece horas en un recorrido de 150 Kilómetros o 30 leguas.


Todo lo anterior reseñado, es extraído de las memorias de ese periplo del señor presidente Rafael Reyes Prieto, del libro intitulado «Excursiones Presidenciales: Apuntes de un diario de viaje», escrito por el general Pedro A. Pedraza, comandante general de la Gendarmería Nacional, publicado en 1909 por Norwood, Mars. E.U.A. The Plimpton Press (impresores y encuadernadores).


En una de las lanchas del crucero, luego de remar milla y media, llegó el presidente con sus acompañantes. De generación en generación se ha comentado que al alcanzar la orilla de la playa, para trasbordar al general Rafael Reyes de la lancha 'Gaviota', a tierra firme, varios bogas entrelazaron sus fornidos brazos haciendo una especie de empalizada, con el infortunio que ya ganando la playa, irrumpió una ola y le mojó el trasero o «fundillo» al presidente, por lo que se comprometió apropiar una partida para la construcción de un muelle, enviando meses después el recurso para tal propósito, sin que se cumpliera su objetivo. 


Pero, por fin la tan anhelada aspiración de los riohacheros de tener un muelle se llegó a cristalizar. Es así como en el año de 1937, siendo presidente el doctor Alfonso López Pumarejo, se inicia la construcción de ese bien público junto con el tajamar terminándose al año siguiente, proyectos que fueron diseñados por una firma de ingenieros con domicilio en la ciudad de Bogotá.


En su construcción trabajaron los riohacheros Luis Cabrales que manejaba el martinete, una máquina mecánica artesanal armada de madera y hierro accionada por un winche, que enterraba los pilotes de madera de guayacán y el maestro de obras don Pedro Gómez Ríos, quien además dirigió la construcción del tajamar o malecón. Las traviesas utilizadas eran de carreto.


Su longitud original fue de cuatrocientos treinta metros de largo y seis metros de ancho aproximadamente, en cuya parte extrema se ampliaba formando especie de una plazoleta, donde los vehículos podían dar la vuelta para regresar y estaba instalado un faro que servía de guía a los navegantes y operaba una caseta de monitoreo en la que se guardaban los aparatos para medir la profundidad, monitorear el oleaje, las corrientes marinas, la salinidad, el grado de yodo, etc.


Antes de la curva se encontraba una estructura en madera, popularmente conocida como la «mesita», de cierta profundidad, donde llegaban los cayucos procedentes de Dibulla y Manaure, sirviendo de desembarque a los pasajeros.


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Hoy, en razón de las varias ampliaciones que se ha hecho a la Avenida de la Marina, esta se ha reducido en su longitud, al igual que su anchura no es la misma. Hoy tiene 366 metros de largo por 4 de ancho.


Otrora el muelle era prácticamente un paseo obligado, que se volvió una costumbre de los riohacheros y visitantes ya que por las tardes el ocaso convertía el horizonte en un policromado y encantador paisaje en el que las ballenas daban un espectacular y extraordinario avistamiento, un sorprendente desfile para criollos y foráneos, que se constituía en una majestuosa atracción turística.


En el libro de crónicas del aventurero escritor francés Henry Candelier, intitulado 'Riohacha y los Indios Guajiros', publicado por primera vez en mayo de 1893 por la editorial Firmin Didot de París, cuyo título original en francés es Riohacha et les Indiens Goajires y reeditado en julio de 1994, un siglo después, por el Gobierno Departamental en cabeza del doctor Jorge Eliecer Ballesteros Bernier, se registra que en el siglo antepasado probablemente habíamos contado con un muelle, en virtud a que el acucioso escritor francés dice: «frente a la Alcaldía, creo distinguir estacas que emergen del agua. Pregunto a un marino para qué sirven. Son me contestó, los restos de un malecón». Reseñado en la página 38 de su obra.


En efecto, no estaba equivocado Candelier en su apreciación puesto que Riohacha antes del actual emblemático muelle turístico, gozó del privilegio de tener uno. 


En un documento publicado por la Imprenta Nacional de Bogotá en el año de 1847 con el título 'Prieto Goenaga Gobernadores de Riohacha', en el que se relatan rasgos biográficos de dos ilustres personajes que fueron protagonistas de nuestra historia, como fueron don Nicolás Prieto Povea y el doctor José Manuel Goenaga Villa. 


Se consigna que el presidente de la Nueva Granada, general Pedro Alcántara Herrán, en 1842 visitó a esta ciudad siendo recibido con mucho entusiasmo popular por el gobernador de turno, don Nicolás Prieto Povea, lo que supo agradecer y estimar aquel esclarecido patricio, destinando una partida para la construcción del primer muelle en 'El Portal de Perlas', obra ejecutada entre 1842 y 1843 en la administración de Prieto Povea, la que fue sometida a una ampliación y ubicada frente a lo que es hoy el Hotel 'Arimaca'.


Lo anterior lo confirma el contrato No. 218 de noviembre 19 de 1846, suscrito por el señor Isaac Pinedo Marchena como contratista y el tesorero provincial, señor Francisco López Guerra, autorizado por el señor gobernador de la provincia, teniendo como testigos a los señores Antonio Barros y Nicolás Medina, durante la República de la Nueva Granada. 


El objeto social de dicho contrato fue «para prolongar con 50 varas (40 metros) más el muelle de este puerto que está concluido y con el mismo ancho que éste tiene, el cual deberá entregar concluido el 25 de diciembre de 1847». 


El valor del contrato fue de seis mil pesos oro, en el que se incluyeron cláusulas de cumplimiento, prorrogas y sanciones, cuya supervisión estaría a cargo del señor Personero Provincial, muelle que fue destruido en una de nuestras vandálicas guerras. Este antiguo documento reposa en los archivos de la Notaría Primera de esta ciudad.


La realidad de todo esto es que el actual muelle turístico fue construido durante la primera administración del presidente, doctor Alfonso López Pumarejo (1934-1938), por lo tanto, era propiedad de la nación. 


Cuando se elevó a la categoría de Intendencia la Comisaria Especial de La Guajira en 1954 en el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, ese inmueble pasó a ser propiedad del nuevo ente territorial, por transferencia del Gobierno Central. Al crearse el departamento por Acto Legislativo No. 01 de 1964, todos los bienes de la intendencia pasan a ser de su propiedad.


Mediante contrato No. GAC-TPC-10-0031 del 13 de junio de 1978, suscrito entre la gobernadora, doctora Lola de La Cruz de Pastrana (hoy Mattos) y el señor Donald G. Sawyer, en representación de la Texas Petroleum Company, el muelle se entregó a esta compañía internacional para su reparación y utilización exclusiva para las actividades de explotación que se desarrollan en el campo de Chuchupa, para embarcaciones propias de la compañía multinacional y uso peatonal de la ciudadanía. En este contrato se estipuló un valor de $50.000 para efectos fiscales y por un término de 20 años, o sea, que culminó en 1998.


Vencido dicho término, solo hasta el 7 de octubre de 2003 se suscribe el contrato de comodato No. 001 entre el primer gobernador por elección popular, doctor Jorge Ballesteros Bernier y el señor Peter David Sommer, por la Chevron Texaco Petroleum Company. 


El acuerdo se convino para la necesidad y beneficio mutuo de las partes. El mantenimiento y conservación total estaría a cargo de la compañía internacional, así como el pago de los servicios públicos como agua y energía eléctrica. 


El valor estimado de este contrato para efectos fiscales es de $20.000.000. El término de duración sería hasta el 31 de diciembre de 2004, salvo previo aviso del comodante (Gobernación) no inferior a un mes, se prorrogaría automáticamente por un año y así sucesivamente hasta finalizar el contrato de Asociación Guajira Área «A» del comodatario Chevron Texaco. 


Toda esta información reposa en los archivos de la Dirección Marítima Portuaria (Dimar).

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