Por los aniversarios de la partida de mi hermano mayor y mi hermana menor... ¡El corazón me duele!
Cuarenta y ocho horas de renovada duelo y también de reconfortante solidaridad
“Tengo el corazón llenito de dolor/
y se me saltan las lágrimas/
tu fuiste el hermano que yo amaba/
quedaste guardado aquí en mi corazón/
toditos tus hermanos te extrañamos /
hermanito del alma fuiste lo mejor/”
Conturbado por la nostalgia y todavía embriagado por los imperecederos recuerdos, está presente en mi mente, la canción titulada 'Hermanito lindo', de la autoría de Camilo Namén, grabada recientemente a dos voces por Peter Manjarrez y Poncho Zuleta, a propósito de las cuarenta y ocho horas de renovado duelo que unió a la familia, con motivos del primer aniversario de la partida de Álvaro nuestro hermano mayor, la alegría de la casa y nuestra hermana Ceci, 'La Tejedora de Sueños'.
Evidentemente el 4 de julio reciente pasado, nos unimos en oración con motivos del primer año desde su encuentro con Dios, del mayor de todos, quien atendió con gozo y su resignación el llamado del Altísimo, cuando todos presumíamos que estaba en la plenitud de su primavera y vendrían para él muchos años más, para seguir disfrutando de las fiestas que tanto le gustaban.
Conturbado por la nostalgia y todavía embriagado por los imperecederos recuerdos, está presente en mi mente, la canción titulada 'Hermanito lindo', de la autoría de Camilo Namén, grabada recientemente a dos voces por Peter Manjarrez y Poncho Zuleta, a propósito de las cuarenta y ocho horas de renovado duelo que unió a la familia, con motivos del primer aniversario de la partida de Álvaro nuestro hermano mayor, la alegría de la casa y nuestra hermana Ceci, 'La Tejedora de Sueños'.
Evidentemente el 4 de julio reciente pasado, nos unimos en oración con motivos del primer año desde su encuentro con Dios, del mayor de todos, quien atendió con gozo y su resignación el llamado del Altísimo, cuando todos presumíamos que estaba en la plenitud de su primavera y vendrían para él muchos años más, para seguir disfrutando de las fiestas que tanto le gustaban.
Con la familia, los buenos amigos y amigas compartimos la eucaristía para que sea posible su descanso eterno y presente esté para su memoria, la luz perpetua.
Con Álvaro, mi hermano |
Nuestro buen hermano se fue, pero nos consuela saber que en esta vida hizo siempre lo que le dio la gana como si presentiera que sería corto su periplo vital, nadie pudo cortar sus alas y tuvo un final inesperado, pero además digno.
Le alcanzó el tiempo para sentir el amor inconmensurable de sus hijos, de las madres de sus hijos y el calor de la familia. A sus 14 muchachos les reprochábamos porque todo lo que hacía se lo aplaudían, todo se lo festejaban y todo lo que quiso lo tuvo.
De todos y de todas recibió antes de partir, las merecidas atenciones y el esmerado trato que a muchos en este mundo les han faltado. Seguramente partió de este mundo satisfecho, porque no fueron en vano sus esfuerzos para formar buenas personas, para que sus hijos y sus hijas fueran juiciosos y buenos familiares como él.
Además de bohemio, festivalero y santificador de las fiestas, era Álvaro el 'cucuriaco' que de todo sabia. Sempre tenia en el bolsillo, en la billetera, el maletín o el baúl del carro, llaves, clavos y /o tornillos, para arreglar lo que fuera, porque de todo sabia y todo lo empataba.
Por eso alguna vez, Amylkar le dijo que todo mundo compraba los carros para andar sobre ellos y él los compraba, pero para permanecer debajo de ellos y reía cuando yo le decía que era tan responsable, que a cada muchacho le ponía su mamá. Eso lo hacía sentir muy importante y muy afortunado en el amor.
En navidad su ausencia en mi casa es notoria, dolorosa e ineludible, porque con la paciencia del relojero dedicaba horas enteras a probar cada una de las extensiones viejas, a recuperar las que estaban partidas y a tomar bombillitos de una, para hacer titilar las otras y se las iba pasando satisfecho por su logro a María Elisa Brito, la amiga que todos los años nos ayuda, para colocar el arbolito y luces en nuestra casa, ritual que tanto alegra nuestro corazón y evoca los años felices de mi infancia.
Con Ceci, nuestra hermana |
Centenares de familiares y amigos, decenas de autoridades tradicionales de distintos linajes, los mayores que no han muerto nos acompañaron en el cementerio de su ranchería, para compartir el dolor y también las oraciones para que así como compartió con Jesús el camino misterioso de la muerte, también comparta con Él, el camino glorioso de la resurrección.
La concurrencia fue de dimensiones insospechables, pero su vacío era notorio, su liderazgo se echa de menos y en cada rincón, se sentía su mano.
Con nuestros hermanos Álvaro y Ceci, que han partido para siempre |
Tienen los hijos e hijas de mi hermanita, la gran responsabilidad de dar continuidad a su obra, honrar su nombre siguiendo sus buenos ejemplos, cultivar y cuidar las consideraciones que les dejó y tener presente que ni ella ni su familia, deben ser sustituidos en su corazón por nadie, porque ellos y ellas son prolongación de su existencia.
Las instrucciones perentorias que dejó, temiendo tal vez que algo malo llegara a sucederle, deben ser su carta de navegación por este mundo, donde hay tanta maldad y tanta inversión de valores, que hacen imperativo pedir al Santo y Justo Juez, por la defensa de sus almas y sus cuerpos.
Que si la maldad tiene ojos, que no los vea; si tiene pies, que no les alcance; si tiene mano, que no los pueda detener, para que sus cuerpos no sean presos, ni sus carnes desgarradas, ni su sangre derramada, ni su alma perdida.
Cuando sepultamos el cuerpo de nuestros hermanos, - porque ya sus almas habían emprendido ese viaje que cabalga sobre la vida corta y los recuerdos perennes -, sentimos que sepultamos un pedazo del corazón, ya que nada vuelve a ser igual.
En los días de encuentros y reencuentros familiares, siempre algo faltará. Es un vacío de indescriptibles connotaciones, estremecedor nostálgico y de dolor profundo y lacerante.
Dios ya nos colocó las dos pruebas durísimas en 363 días. Ahora esperamos que nos premie con la fortaleza que se requiere, para no desmayar en nuestro propósito de continuar la vida, para seguir sirviendo a los demás como nos enseñaron nuestros mayores, para alegrarlo a Él y recibir de la mismísima Virgen, el susurro de sus palabras de amor y de consuelo…
¡Mi corazón me duele!
Título Original: 'Cuarenta y ocho horas de renovada duelo y también de reconfortante solidaridad'
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