La docente que convirtió un problema en la oportunidad para desarrollar las habilidades cientificas de sus pupilos
Invasión de caracol africano en Fresno, la plaga que les enseñó a los niños el valor de la ciencia
Manizales 09 de octubre de 2023 - Created by OJLR/dmh/LOFN.° 950
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Fotografía: El caracol africano alcanza los 13 cm de longitud, es tóxico al contacto con la piel y no se recomienda consumirlo, afirma la OMS. Foto: Khanna / AFP.
Pupitres, tableros, paredes… ni un solo lugar de la Institución Educativa Real Campestre La Sagrada Familia se salvó de la ocupación de este molusco, una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
Ante el desconcierto por la presencia descontrolada del bicho, la profesora Hilda Montoya, quien dicta Biología y Ciencias Naturales en 4º. y 5º. de primaria, convirtió este problema en una oportunidad enseñándoles a sus pupilos habilidades científicas como observar, indagar y formular hipótesis, estrategia que sirvió para mejorar su desempeño académico, y de paso a controlar al incómodo huésped.
Como Cundinamarca, Antioquia, Caldas y Norte de Santander, entre otras regiones de país, Fresno (Tolima) no ha escapado del accionar dañino del caracol gigante africano(Achatina fulica), que aunque no supera los 13 cm de largo, es capaz de devorar cultivos enteros y desplazar especies nativas, y además es un riesgo para la salud humana, pues es hospedero de parásitos.
Aunque a simple vista es inofensivo, la baba y las heces del caracol transmiten bacterias como la salmonela, que produce diarrea, vómito, escalofrío, fiebre y además transporta parásitos como el Angiostrongylus cantonensis, un gusano que produce meningoencefalitis, afectando el sistema nervioso central con trastornos del movimiento como problemas de equilibrio y mareos.
“Por eso se recomienda no cogerlo directamente con las manos sino con guantes de látex, algo que los niños no sabían, por eso tomaron algunos ejemplares del colegio y los llevaron a sus hogares incrementado la invasión en los jardines de sus casas y en otros entornos rurales”, relata la profesora Hilda Ruth Montoya Cortés, magíster en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales.
Ante dicha problemática, como trabajo de investigación la magíster propuso una alternativa para mejorar los resultados de las Pruebas Saber aplicadas por el Icfes, trabajo que primero realizó con 30 estudiantes de 4º. y 5º. de primaria, de entre 9 y 16 años, y luego con 12 estudiantes.
“Entre 2010 y 2021 la Institución Educativa tuvo problemas por los bajos resultados en dichas pruebas en las áreas de biología, química y matemáticas, por lo que vimos imperativo desarrollar competencias científicas y aprendizaje basado en problemas (ABP), y qué mejor que hacerlo con situaciones reales como la invasión del caracol africano y su impacto en la población”, anota la docente.
Para ello asignó roles de “pequeños científicos”, como líder, redactor, investigador o recolector, que les permitió a los niños profundizar en el conocimiento de esta especie nativa del este de África (Kenia y Tanzania), y a la vez establecer ciertas formas de control.
Mediante un cuestionario de 21 preguntas abiertas y cerradas, la investigadora midió tres competencias: conocimiento científico, explicación de fenómenos, e indagación, para saber qué tanto sabían los alumnos sobre los componentes de un ecosistema, la cadena alimenticia, términos como consumidor o descomponedor, tipos de animales, y crecimiento de las plantas.
Así, encontró que el 87 % de los estudiantes no entendían el concepto de ecosistema; el 25 % no sabían cómo funciona el flujo de energía en la cadena alimentaria y además desconocían términos como consumidor y descomponedor; el 37 % no sabían qué son animales ovíparos, y casi el 50 % no clasificaban, reconocían ni explicaban qué significa un animal perjudicial.
Con lecturas y talleres interactivos creados con simuladores PhET (recurso educativo gratuito con varios temas de escolaridad), y a través de la Red Local Kimera, los niños entendieron los conceptos, y luego, mediante una serie de actividades, aprendieron estrategias de control, como por ejemplo hacer zanjas en la tierra de 1 m x 1 m, que luego se cubren con una cama de más tierra, cal, y sal, método que aplicaron tanto en el colegio como en sus casas.
Al validar el proceso de aprendizaje con el test inicial, la docente evidenció un aumento del 30 % sobre los valores iniciales estimados, ya que los niños no solo aprendieron conceptos de la materia, sino cómo implementarlo en un contexto, acabar con el caracol y enseñarles a sus familias cómo controlarlo.
“Hoy, gracias a este proceso de acción participante (entre docentes, estudiantes y familiares), en el colegio ya no hay caracoles y las clases y el recreo han vuelto a su normalidad”, menciona la profesora Montoya.
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