En Magangué Policía Debol comparte chocolate y pan en Navidad como símbolo de confianza y amistad

 Chocolatada navideña fortalece la unión comunitaria en Magangué



Por: Emilio Gutiérrez Yance




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El Barrio Primero de Mayo amaneció distinto. No fue por el sol —que siempre llega puntual a Magangué—, sino por ese murmullo alegre que se cuela entre las casas, cuando algo bonito está a punto de ocurrir. En una esquina, bajo la sombra generosa de un árbol viejo, el Pesebre Ecológico Comunitario aguardaba su momento: construido con manos humildes, materiales reciclados y una fe que no se tira a la basura.



Allí, donde el barro se vuelve camino y la esperanza costumbre, los niños fueron los primeros en llegar. Ojos inquietos, risas libres y preguntas sin miedo. Tocaban el pesebre como quien descubre un tesoro: botellas transformadas en estrellas, cartón vuelto montaña y hojas secas convertidas en milagro. Era Navidad, sí, pero también una lección silenciosa sobre el cuidado de la tierra y de la vida.





La Policía Nacional de los Colombianos llegó sin prisa ni estridencias. No arribaron solo los uniformes; llegó la intención. Llegó la cercanía. Llegó ese gesto que no siempre cabe en los informes: sentarse junto al niño, escuchar al líder del barrio, saludar a la abuela que nunca falta. En ese instante, el uniforme dejó de ser solo autoridad para convertirse en compañía.



El aroma del chocolate caliente anunció la siguiente escena. La chocolatada navideña, acompañada de pan, fue más que un compartir: fue un abrazo servido en un pocillo plástico. Mientras el vapor subía, también lo hacía la conversación. Se habló de sueños, de miedos pequeños, de cómo cuidar el barrio y de cómo cuidarnos entre todos. Muchos comprendieron entonces que la Navidad también se construye así, en lo sencillo.



En Magangué Policía Debol comparte chocolate y pan en Navidad como símbolo de confianza y amistad



Entre esa escena quedó grabada una imagen que detuvo el tiempo por un instante. Un niño de seis años, con su suéter rojo y un vaso del mismo color entre las manos, dejó el chocolate a un lado y corrió a abrazar a una patrullera de Policía Comunitaria. Alrededor, los demás niños, los padres de familia y los vecinos observaron el gesto en silencio, con sonrisas cómplices y miradas que decían más que las palabras. No fue un acto planeado ni una fotografía buscada; fue un agradecimiento puro, de esos que nacen sin aviso.


Los líderes comunitarios observaban la escena con la satisfacción del deber cumplido. Sabían que aquel pesebre no solo adornaba la cuadra, sino que sembraba algo más profundo: confianza. Los niños aprendían sin darse cuenta, los adultos se reconciliaban con la esperanza y la comunidad volvía a mirarse a los ojos, sin desconfianza.



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Cuando cayó la tarde, el pesebre seguía allí: firme, sencillo y luminoso. Y la Policía Comunitaria también, cumpliendo su promesa silenciosa de estar presente no solo cuando hay dificultades, sino también cuando hay alegría.


Porque en el Barrio Primero de Mayo quedó claro que la seguridad también se construye con sonrisas, con pan, chocolate caliente, y con abrazos que se convierten en memoria colectiva.



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Título Original. 'Chocolatada navideña fortalece la unión comunitaria en Magangué'



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