Escocia, un referendo que podría causar un 'terremoto' en Europa


El 'no' a la independencia gana por estrechísimo margen en sondeos. Se espera alta participación.


 
El primer ministro escocés, Alex Salmond, pronuncia su discurso final previo al referéndum de independencia, durante un acto en Perth, Escocia (Reino Unido).
Foto: EFE
El primer ministro escocés, Alex Salmond, pronuncia su discurso final previo al referéndum de independencia, durante un acto en Perth, Escocia (Reino Unido).
4,3 millones de escoceses van este jueves a las urnas para decidir si se independizan del Reino Unido y generan un 'terremoto' político en Londres y en Europa o si continúan bajo gobierno británico, pero con más competencias políticas.
Un sondeo conocido en la noche de este miércoles ponía al no en el 51 por ciento y al sí en el 49. Pero en otros la distancia es de cuatro puntos (52 a 48). (Ver también: Escocia, de la A a la Z: diccionario del referéndum).
Los nacionalistas echarán los restos. El premier escocés Alex Salmond reunió a los suyos en Perth, uno de los feudos nacionalistas. Mientras, en la George Square del centro de Glasgow, varios miles de personas, en un ambiente festivo, ondeaban la bandera escocesa, mientras al fondo, tras la policía, apenas unas decenas de unionistas mostraban entre orgullosos y desafiantes la Union Jack (bandera británica).
“Gane el sí o el no, el viernes lo celebraremos juntos, porque Escocia será, independiente o no, un país más libre porque sus ciudadanos habrán elegido democráticamente su futuro”, clamaba uno de los oradores independentistas que, como lo cortés no quita lo valiente, cerraba pidiendo el voto por la independencia. Una joven decía: “Cuando hagas tu elección, que tus esperanzas venzan a tus miedos”.
Escuchándolos, un grupo de universitarios explicaba que apoyan la independencia “para quitarnos de encima el gobierno de Londres y sus políticas neoliberales”. Jamie, camiseta, bandera y demás parafernalia con el ‘yes’, contaba que “Escocia es mucho más igualitaria que Inglaterra, o al menos eso nos gusta pensar. Aquí hay más sentido de justicia social”.  (Ver también: Escocia, a las puertas de una decisión histórica).
La campaña del referéndum ha movilizado a la ciudadanía. Según el último sondeo, el 95 por ciento está seguro de ir a votar hoy y entre los menores de 24 años esa tasa llega al 90.
Tradicionalmente valoran a la baja el voto nacionalista, porque en ciertos ambientes, los más elitistas, no se ve bien votar a un partido nacionalista que es moderadamente de izquierdas.
Pero en este referéndum podría haber también un voto oculto unionista, de los que no quieren revelar sus intenciones por miedo a parecer antipatriotas. Y todo se complica porque por primera vez se puede votar desde los 18 años y porque una participación tan elevada rompe con las bases de datos históricos de las casas de sondeos.
La escena era de recogimiento unas horas antes a unos 30 kilómetros al norte de Glasgow, en el escenario de la Batalla de Bannockburn, cuando los clanes escoceses, al mando del rey Robert de Bruce, derrotaron a los ingleses. Corría el año 1314.
Han pasado siete siglos pero los escoceses cuidan de sus mitos y sus héroes y la colina sobre la que cabalga la estatua ecuestre de De Bruce y ondea una gran bandera se repasa como una alfombra. La niebla y la calma animan al recogimiento. Tras los setos, lo que a todas luces es un auto que se acerca, suena a los hierros de las espadas de escoceses e ingleses.
Cuando se despierten mañana, los escoceses sabrán si el escenario de aquella batalla es todavía territorio británico o sí con sus votos dibujaron una nueva frontera en una Europa que intenta difuminarlas para unificar a unos pueblos que durante siglos, como en Bannockburn, se mataron empujados por nacionalismos y banderías.
¿Escocia nuclear?
Escocia no quiere armamento nuclear, pero si se independizan podrían poner en duda la capacidad de disuasión nuclear británica. El Reino Unido tiene unas 200 cabezas nucleares. La mayoría están en los cuatro submarinos de ataque Vanguard, colocadas en misiles intercontinentales Trident. Cada submarino carga 16 misiles de 8 cabezas nucleares cada uno. Eso hace que el planeta siga viendo al Reino Unido como una gran potencia.
El problema es que el Reino Unido sólo tiene un puerto de aguas profundas con las condiciones necesarias para albergar semejante flota –y el arsenal en tierra que le da servicio– y ese puerto, desgraciadamente para Londres, está en Escocia, en la base naval de Faslane, en el estuario del Clyde, al norte de Glasgow.
Si Escocia se independiza y Londres y Edimburgo no alcanzan un acuerdo para mantener la base, el problema es complicado. El traslado costaría entre 4.000 y 6.000 millones de euros. Eso siempre y cuando Londres encuentre dónde meter esos submarinos, porque en el Reino Unido ahora mismo no existe otro lugar adecuado.
Ya empezaron a surgir ideas, entre ellas que los traslade a un puerto estadounidense o que los guarde en una base de submarinos nucleares que no le quedaría tan lejos. El problema es que está en Francia, la última humillación. 
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Enviado especial de EL TIEMPO
Glasgow (Escocia).

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