Murió 'El Rambo guajiro'


El  deceso se produjo en horas de la madrugada de este martes 30 de abril de 2019.
Su verdadero nombre era Jair Lopesierra Salas, oriundo de Cuestecitas, jurisdicción del municipio de Albania.


Con una forma muy característica de ver la vida, 'Rambo', -como lo llamaban, o como él se hizo llamar-, diariamente se paseaba por diversos sectores de Riohacha.

De rápido andar y con ese desparpajo muy suyo, 'le sacaba punta' a cualquier situación política o social. Unas veces risueño, otras un poco molesto, decía verdades relacionadas con el acontecer del departamento de La Guajira, e iba más allá, al punto que hasta el propio presidente de la República, fue blanco de sus mordaces críticas y comentarios.

Diligente, servicial, con un espíritu de pertenencia que muchos envidiarían, 'El Rambo guajiro' escogía un sitio de la ciudad para hacerlo suyo. Allí dormiría, pero también sabíamos que lo mantendría limpio, aseado y organizado.

Para nadie era un secreto que Rambo 'adoptó' la emblemática plaza Almirante Padilla, de Riohacha y la mantuvo por mucho tiempo como una 'tacita de plata'. Barría, regaba las plantas y hasta discutía con los transeúntes que tiraban la basura. Se llegó a comentar que alguna vez recibió de un mandatario local, -bajo un pequeño reconocimiento, más simbólico que económico-, 'la encomienda' del mantenimiento y conservación de ese sitio tutelar.



'Rambo'. Foto Cortesía de Sonia Marina Bermúdez Robles, gerente de la Fundación 'Gente como Uno'

Algunas veces simulaba 'estar en una guerra como el mejor militar. Lanzaba disparos al aire y también apuntaba a un blanco figurado'. Después reía feliz de su odisea, con esa manera tan suya, tan propia, que le llegaba a uno hasta el alma.

Definitivamente 'Rambo' era un buen ser humano. A veces parecía un niño. Derrochaba energía, vitalidad, alegría, pero sobre todo irradiaba bondad, sinceridad y honestidad. Esa honestidad que sólo puede abastecerse, desde el propio fondo del corazón.

Sin saberlo, 'Rambo' era un grafitero innato. En las paredes de muchas residencias y en sitios públicos de su amada Riohacha, quedaron impresas sus huellas. Casi siempre era la misma figura, un rostro redondo, tal vez fruto de algún recuerdo que conservaba no tan dormido en su memoria, porque se revelaba a los demás cuando él lo hacía flotar.

Esa cara redonda, un poco desproporcionada, unas veces más grande que otras, adornaba con una cabellera desordenada sería la impronta que dejaría, -sin imaginarlo-, a la hora de partir.

Pero, 'El Rambo guajiro' fue siempre un desplazado alegre. No sólo se desplazó hacia Riohacha desde su natal Cuestecitas, sino también cambiaba su entorno en la ciudad. Realmente tenía un espíritu nómada e indomable. Era frecuente verlo cambiar su sitio para deambular y pernoctar.



En esta captura de pantalla aparece Rambo con su amiga Sonia Bermúdez, ex funcionaria de Medicina Legal, y actual gerente de la Fundación 'Gente como Uno', organismo encargado de dar cristiana sepultura a personas procedentes de familias con escasos recursos económicos. (Fotografía Cortesía de Sonia Marina Bermúdez Robles)

En contraposición como lucía su ropa, Rambo siempre mantenía limpio su lugar escogido. Hasta los perros huían del espacio donde él se encontraba. Esos mismos perros con los cuales sostuvo durante su tránsito terrenal, más de una batalla campal. Siempre estaba presto a 'utilizar su artillería', para defenderse de cualquier ataque animal.

'Rambo' era un ser humano de muchos contrastes y matices. No era raro escuchar un saludo a la usanza de aquellos caballeros que con mucho respeto y deferencia se dirigían a las damas de sus cortes, pero otras veces no estaba de ánimo para una simple mirada. Pienso que tal vez sería porque en ese momento despertaban en su interior las voces dormidas de familiares y amigos de esa infancia que dejó en su pueblo natal, -todos ellos para nosotros totalmente desconocidos-, a los cuales debía confrontar en su mundo actual. Muchas veces lo veíamos conversando consigo mismo y controvirtiendo algo realmente inaudible. Tal vez llegaban a su mente situaciones molestas que él deseaba olvidar.

Este era nuestro Rambo guajiro, un hombre solícito, cariñoso, que a veces se tornaba un poco violento, pero al dejar aflorar una sonrisa en su cara, retornaba a la normalidad. Algo tenemos seguro, Rambo era un hombre de fuertes sentimientos. Era amigo de sus amigos y los defendía con lealtad, pero el que osaba defraudarlo, 'salía para siempre de su mundo' sin explicación alguna, porque no les daba esa oportunidad.

Buena gente, con un gran sentido cívico y de pertenencia por su espacio. Era sarcástico, algunas veces cáustico en sus críticas sociales y políticas, pero se caracterizaba por decir verdades que muchos no querían escuchar.

El Cementerio Central de Riohacha también fue otro lugar donde Rambo dejó sus huellas durante su ciclo vital. Fue mucho el tiempo que pasó allí, rodeado de almas ya juzgadas por el Creador. Algunas veces decía que él no sentía miedo hacia la muerte o los muertos, pero le temía a los vivos. Así lo afirmaba haciendo alusión a la violencia que por algunas temporadas aciagas se vivía en el Distrito de Riohacha."Los vivos son los que hacen daño. Los muertos no", solía decir.

Rambo, el hombre indómito a su manera, frentero, cariñoso, diligente, cívico y servicial, dejó en la tierra su empaque corporal. Su espíritu emprendió el viaje para encontrarse con su creador. Ahora Jair Lopesierra Salas, -nombre colocado en la pila bautismal-, subió a la presencia del Todopoderoso para quedarse con él, por toda la eternidad, en su morada celestial.

Al momento de escribir estas palabras para tratar de describir a un ser humano tan especial como Rambo, no tocamos la causa física de su muerte, porque nos limitamos a 'descubrir' al hombre sensible que había en él. En este recuento hicimos referencia a su vida, obras y acciones, que es lo realmente importante de una persona, porque como dijo Santa Teresa de Calcuta: "Quien no vive para servir, no sirve para vivir".



En el parque ubicado frente al cementerio, más exactamente en el Sector Histórico de Riohacha, se encuentra en cámara ardiente el cuerpo de Rambo. En ese lugar se concentran sus amigos y vecinos para darle el último adiós a quien en vida se ganó el afecto y cariño de los riohacheros de nacimiento y por adopción.

Como se recordará, Rambo habitó durante mucho tiempo al interior del Cementerio Católico de Riohacha, dejando impreso su recuerdo entre los vecinos y miembros de la comunidad riohachera en general, que este martes se congrega para despedirlo, después de emprender su viaje hacia la eternidad.

Descansa en paz hermano. Que Dios te conceda la vida eterna.

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