Carmen Torrenegra de Florez: evocaciones de la maestra que se fue


Carmen Torrenegra de Flórez (RIP)

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Por Weildler Guerra Curvelo


Weildler Guerra Curvelo
El mundo parecía reciente a nuestros cuatro años y una joven profesora era el centro de ese mundo. Alta, blanca, citadina, Carmen Torrenegra había venido de Barranquilla a La Guajira a ejercer una pedagogía profesional.

Estaba dotada de un carisma invencible y una energía inagotable que le permitió enseñar hasta el último minuto de su vida.

Ella nos enseñó a leer en unas láminas blancas con figuras de colores, aún puedo evocar con nitidez el rostro infantil de mis compañeros: Rubén Sierra, Luis Eduardo Aponte, Jairo Sánchez, Getulio López y cómo olvidar la sonrisa pícara de Socorrito Brugés.

Los seres humanos somos avaros con los agradecimientos, estos se atascan en nuestras gargantas y los aplazamos año tras año hasta que la persona a quienes están destinados se marcha de este mundo y solo entonces los expresamos justo cuando ella ya no puede recibirlos.

El nombre de Carmen Torrenegra de Flórez me traslada a una mañana de febrero de 1964. Éramos un grupo de niños de kínder en nuestro primer día de clases en una Riohacha que no tenía más de quince calles. Al frente del colegio un barco a la deriva llamado El Caribe había encallado en la orilla de la playa y los niños más osados jugaban en la herrumbre de sus ruinas.

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El patio tenía un aire colonial y en el se respiraba un sedimento de siglos. Un viejo aljibe en el centro dejaba escapar el olor del agua largamente almacenada y el resto de aromas provenían del mar, las bolas de coco y las paletas de Kola que comprábamos en el recreo.

Una tarde al regresar a casa mi madre vio con asombro que reconocía los signos que estaban en una vieja caja de cartón, “esa es la t de tomate” le dije y eso provocó una explosión de júbilo entre mis tías que yo no alcanzaba a comprender.


Carmen de Flórez

Ha pasado más de medio siglo desde entonces. En cada acto de lectura evoco el nombre de Carmen de Flórez la amorosa y joven pedagoga que inicio en la lectura a generaciones enteras. Ella hizo posible que cada día nos asomemos a las letras conservando un antiguo asombro.

Nos enseñó que acceder al conocimiento puede ser un acto hedónico y que la lectura de la ciencia y la poesía puedan ser una reveladora fiesta.

En el día de tu muerte gracias. Cada vez que abramos un libro, gracias Carmen Torrenegra de Flórez.

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