La Guajira y tres mujeres: Una respuesta incoherente y dos propuestas dementes


Un video, que circulaba en las redes sociales este miércoles 25 de marzo de 2020, generó en mí, cierta preocupación: la directora general del Departamento de Prosperidad Social (DPS), Susana Correa Botero, aseguraba que en el Caribe colombiano, más exactamente en Maicao, existe un cargamento de alimentos decomisados por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN).

Susana Correa Botero
La funcionaria indicó que en representación del DPS, suscribió un convenio con la DIAN, mediante el cual, la entidad entregaría esos alimentos decomisados en la ciudad de Maicao, al organismo a su cargo.

Ella, ni corta ni perezosa, 'se montó en su patineta': Ideó entonces que los alimentos decomisados, -entre los que se encuentran 30 toneladas de arroz, leche, chocolate y gaseosas-, serían transportados hacia la capital del país, para hacer una gran obra social en Tiempos del Coronavirus, entre la población migrante, (ustedes saben a qué país se refiere), y la población vulnerable, del interior del país.

Esta iniciativa nada tendría de malo, si en el departamento de La Guajira, jurisdicción donde se realizó el decomiso, existiera una 'superabundancia de alimentos', o lo que es igual, una 'bonanza alimentaria'.

De todos es conocido a nivel local, departamental, regional, nacional e internacional, que nuestros hermanos Wayuu y amplios sectores de la población 'Alijuna', pertenecientes a los estratos más vulnerables de la comunidad guajira, padecen hambre ancestralmente, por cuenta de muchos factores. 

Entre estos factores podemos mencionar, la pobre generación de empleo ante la falta de industrialización, la mala infraestructura en servicios públicos, lo disperso de la población en La Alta Guajira, y lo más preocupante, la falta de liderazgo y representatividad a nivel nacional, de nuestros dirigentes políticos, que sólo piensan en su bienestar personal, degradando día a día la dignidad de un pueblo, que sólo sabe sufrir y soportar.

El hambre que padece nuestra gente es patética y es real, al punto que la población infantil Wayuu ha sido la más sacrificada, colocando un número indeterminado de muertes, de las cuales reducen cifras las instituciones del Estado, pero que a nivel mundial, llaman la atención de organizaciones humanitarias y defensores de los Derechos Humanos.

La tarde que escuche hablar a la señora Correa Botero sobre 'su fantástica idea de la donación', sentí un nudo en la garganta, no sabía si gritar o llorar de la inconformidad. En mi cerebro los pensamientos se agolpaban, y entonces comprendí que me encontraba bajo los efectos de 'una crisis de inconformidad', generada por la injusticia y el 'síndrome de Shakira', que tanto abunda en las distintas esferas del poder central: ellos son sordos, ciegos y mudos ante la situación que vivimos en La Guajira.

No pude contener mi dolor ante una situación que no deja dudas a la cruda realidad: nosotros los guajiros aún no hemos aprendido hacernos respetar. Formamos coloquios en las esquinas, votamos sin conciencia por los mismos y las mismas, discutimos y defendemos a caciques y gamonales que 'son los que más palo nos dan', todo esto, simple y llanamente, por un exiguo interés material.

No pude contener mi tristeza cuando escuche a la señora Correa Botero decir que esa pobre gente venezolana está necesitada de alimentos, y lo que más le duele a ella, es que no existe un Censo Poblacional de los Migrantes, para 'embutirle' a estas personas, toda la comida que le pensaba quitar a La Guajira.

Decidí entonces interactuar a través de las redes sociales y comunicar la injusticia de funcionarios, que como la directora general del DPS, no piensan más que en ellos, ayudan a otros departamentos más favorecidos que La Guajira, y actúan con flagrante desprecio, por nuestra comunidad.

Me desahogué, me liberé, hice catarsis y pensé: "Esto no se queda así". Decidí tranquilizarme, y aún cuando no soy amiga de utilizar términos vulgares, uno que otro rondaba en mi cerebro, tratando de salir, pero gracias a Dios, no me dejé 'persuadir'.

Entonce retomé la calma y pensé: "Lo cortés no quita lo valiente", y para mis adentros recalqué: "Esto no se queda así". Y no se quedó así, porque hoy, una tarde después que escuché a la señora Correa Botero hablar de la donación, -percibí una gran dosis de indolencia hacia el hambre de mi gente en La Guajira-, y decidí escribir.

Ahora escribo estas palabras para convencerme que no es con insultos ni ofensas como se arregla la situación de nuestra tierra. Hoy más que nunca, estoy convencida que es con educación, inteligencia, perseverancia, honestidad y solidaridad, como los guajiros lograremos superar la barrera del desprecio que sienten por nosotros, algunos 'personajes' del Gobierno Nacional, desde la fría Bogotá. 

Estoy convencida también que la formación académica es indispensable, porque la educación transforma el destino de los pueblos y su gente. Por el contrario, la ignorancia nos convierte en idiotas útiles, sujetos de perversas manipulaciones y demasiado fáciles de alienar y adoctrinar.

Tres mujeres: Una respuesta incoherente y dos propuestas dementes

Salud Hernández Mora, Noemí Sanín Posada y Susana Correa Botero

Parece que tres mujeres se hubiesen puesto de acuerdo para tener a La Guajira en 'su mira'.

La primera fue la periodista española Salud Hernández Mora, quien al referirse a la supuesta compra de votos del Ñeñe Hernández (QEPD), argumentó incoherentemente en su cuenta de Twitter, que "La Guajira es insignificante a nivel nacional", refiriéndose a la escasa votación que arroja este territorio, en el concierto de los departamentos importantes de Colombia.

Con esta afirmación, a la señora Hernández, 'le salió el tiro por la culata'. Al momento de escribir, -no sabemos por cuáles circunstancias-, no tenía conectado el cerebro con las dedos. En realidad fue un trino bastante desacertado, porque recibió una cascada de críticas, por la incoherencia que dejó manifiesta.

La pregunta del millón es: ¿Si la Guajira contará con sopotocientos electores, entonces los supuestos votos comprados, hubiesen sido importantes? Aquí nos asalta otra duda. ¿Entonces, la compra de los paupérrimos votos que pone la Guajira, no sería un acto de corrupción, porque son muy pocos?

O sea, según nuestra amiga periodista, el que hurta un peso, no es ladrón. Ladrón, es el que hurta un millón.

La primera propuesta demente, que deja al descubierto 'el amor que siente esta dama por La Guajira',  fue la de Noemí Sanín Posada, quien se ha desempeñado como empresaria, ministra, primera canciller mujer en Colombia, embajadora y candidata presidencial.

Esta ilustre abogada colombiana propuso en un arrebato demencial, trasladar a nuestros hermanos colombianos residentes en el exterior, hacia La Guajira. Según ella, allí  pasarían los días reglamentarios, -de acuerdo al protocolo-, para establecer si daban positivo o no, al Covid-19.

Si la señora Sanín me oyera, le diría con todo respeto que, 'brillantes ideas como estas', son las que necesitamos en La Guajira, para salir de la difícil situación y la crisis social y económica, que atravesamos desde siempre.

La segunda propuesta demente, y esperamos que sea la última, fue la expuesta este memorable miércoles 25 de marzo, por la directora general del DPS, Susana Correa Botero.


Video la directora general del DPS, Susana Correa Botero




Todas estas situaciones son realmente cuestionables. ¿Con amigos así, los enemigos sobran? Hernández, Sanín y Correa son tres mujeres que nos han dejado un sabor amargo, pero se le agradece que fueron claras y taxativas: En Bogotá, no quieren a La Guajira.

Es por eso, que debemos cerrar filas en torno a un solo criterio: Trabajar por nuestro futuro, con amor por nuestra tierra, pero anteponiendo la conciencia colectiva, que nos indica que para votar, primero tenemos que reflexionar y no pensar en función de la individualidad.

También debemos esforzarnos por capacitarnos y educar a nuestros hijos, para de esta manera tener los conocimientos suficientes y discernir sobre las respuestas incoherentes y las propuestas dementes.

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