Andrés López y Adalberto Cataño murieron por un hombre que actuó como PIlatos y Judas

Por los crímenes de Andrés López Fernández y Adalberto Cataño Mendoza, el pueblo riohachero se levantó y protestó

Segunda Serie de las Crónicas de Cuarentena

Séptima Entrega
¡Bienvenidos!


Marcos Antonio Barros Pinedo
Por Marcos Antonio Barros Pinedo

Nos encontrábamos a punto de terminar la década de los años sesenta, en el hoy Distrito de Riohacha.

Éramos una ciudad que apenas se asomaba a su desarrollo de manera indisciplinada, en cuanto a nuestra nomenclatura urbana se refiere.

En la Calle Primera, donde hoy está ubicada la Sucursal del Banco de La República, quedaba el Mercado Público de Riohacha.

Recordamos que ahí inició labores como pequeño comerciante una persona humilde, sencilla y con unas ganas de salir adelante, de manera impresionante.

Era Andrés López Fernández, que en una pequeña colmena instaló una venta de refrescos y especialmente el llamado 'Milo'. En esa época el servicio de energía era muy deficiente. No existían las licuadoras eléctricas de las mejores marcas y Andrés batía el Milo, en un frasco especial de aluminio. Le echaba leche y azúcar. ¡Era delicioso!

El negocio poco a poco fue prosperando, pero, se presentó una novedad cuando el Gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla construyó un nuevo mercado en la Carrera  Siete y Ocho entre Calles Trece y Catorce.

La mayoría de los comerciantes que estaban en el 'Mercado Viejo' se trasladaron al Mercado Nuevo, incluídos los vendedores de mercancías y de carne.

En el Mercado Nuevo también se ubicó con su negocio, Andrés López Fernández. Siguió vendiendo Milo, pero ahora, con una licuadora eléctrica. Dejó atrás el pote de aluminio y llamó a trabajar a su sobrino David Fernández Sánchez, quien combinaba su trabajo con la práctica del fútbol, a tal punto que logró integrar la Selección Guajira de Mayores en eliminatorias de Campeonatos Nacionales, organizados por la Adefutbol. A David, sus amigos le pusieron el apodo de 'David Milo'.

Andrés López Fernández
El negocio de Andrés López funcionó tanto a la perfección que, con sus ganancias logró comprar un carro y lo adaptó como un bus mixto, el cual puso a trabajar en la vía Riohacha - Maicao. En un principio, él mismo lo conducía.

A este bus, Andrés le colocó arriba, en la parte delantera, el siguiente nombre: 'ROSITA'. Lo hizo en homenaje a su primera hija, Rosa Guillermina López Arredondo, hoy destacada periodista riohachera, residente en Valledupar.

Hay que señalar que cuando Andrés López le colocó ese nombre al bus, a decir verdad, 'perdió' sus apellidos, porque la gente no le decía Andrés López, sino 'Andrés Rosita'.

El 'Rosita', también lo manejó Victor Manuel Martínez Brito, en la misma ruta Riohacha - Maicao.

Más adelante, Andrés compró otro bus y le puso como nombre, 'El Nuevo Horizonte'. Viajaba para los lados de Pelechua, Campana, Las Flores, La Punta de Los Remedios y Dibulla.

Andrés 'Rosita' tenía una gran visión para los negocios. Fue así como en un local de la Calle Catorce con Carrera Séptima instaló un bar, que era conocido como 'La Bola de Oro', administrado en ese momento por el señor Jacobo Roys.

Pero, el destino cambió de la noche a la mañana para Andrés López. Recuerdo que el 18 de marzo de 1968, ya Andrés 'Rosita' estaba muy tranquilo en su casa de la Calle 9 número 7 - 14.

Promediaron las 8:00 de la noche cuando un técnico que había contratado, procedente de Montería, llegó a su casa y le informó que había arreglado el traga níquel, con el cual los usuarios del negocio, escuchaban las canciones que solicitaban, después de colocar las respectivas monedas en una ranura.
Fue en ese momento cuando se dispuso en compañía del técnico, llamado Alejandro, a salir hacia su negocio, ubicado en la Calle Catorce con Carrera Siete. Cuál no sería su sorpresa cuando encontró a un señor de nombre 'Juan José', que estaba tratando de 'ponerse de ruana' el sitio, en estado de borrachera, sin que Jacobo Roys, hubiese podido hacer algo por evitar esa acción grotesca. 

Cuando Andrés López llegó a su negocio, el señor 'Juan José' actuaba de manera peligrosa. Andrés trató de calmarlo, pero fue imposible, ya que el iracundo hombre lo golpeó violentamente en el rostro, lo ofendió, mencionando el nombre de su señora madre, y lo retó a armarse.

Andrés López subió a su carro y se dirigió a su residencia en busca del arma, la cual no portaba, porque era un hombre calmado, dado al diálogo, la conciliación y amante de la paz. 

Ese momento lo aprovechó 'Juan José' para salir y buscar a un agente de la Policía Nacional. Le contó la historia al revés. Se dio por agredido y amenazado, por lo cual solicitó la ayuda del uniformado.

Cuando Andrés López llegó armado con su revólver, lo hizo sin intención alguna de disparar contra nadie, pero encontró en su negocio al mencionado agente de la Policía. 

Las condiciones ya estaban dadas para la desgracia, -que sin saberlo ninguno de los presentes-, se avecinaba... En el negocio de al lado, se encontraba su sobrino y compañero de trabajo, Adalberto Cataño Mendoza, más conocido como 'Ada'.

Fue entonces, cuando el agente de la Policía, a quien 'Juan José' había salido a buscar,  
le pidió a Andrés López que le entregara el revólver... ¡Andrés, se negó! 

En 'La Bola de Oro', el negocio de Andrés López Fernández, reinaba la tensión. Hubo un momento de discusión. Andés 'Rosita' se negaba a entregar su arma, porque tenía sus documentos en regla para el porte y tenencia.

En cierto momento, Andrés le indicó al agente de apellido 'JIménez', -oriundo de una localidad de Bolívar-, que él era muy amigo del comandante de la Estación de Policía, por cuanto era proveedor del Comisariato de la institución oficial. Le comentó que él les traía por encargo, la mercancía que le solicitaban, cuando realizaba sus viajes a Maicao.

El agente de la Policía hizo caso omiso a esta explicación, y de manera iracunda insistía en la entrega del arma, ahora bajo amenaza de muerte. Andrés ante la situación que se había tornado sumamente peligrosa, en tono conciliador trataba de salir airoso de la situación, pero, ya la suerte estaba echada.

Entre tanto, a una distancia prudente, en una acción reprochable y cobarde 'Juan José' ebrio de cizaña y sediento de sangre, observaba la escena que, con sus artimañas y mentiras, había creado. Maquinaba en su mente y decidió darle rienda suelta a la maldad que anidaba su corazón.

Pero, ahora él se 'lavaba las manos' como Pilatos, e igual que Judas, se convirtió en un traidor. Traicionó su palabra de varón, cuando obligó a Andrés a armarse para luego, -supuestamente-, enfrentarse en franca lid.

Cuando Andrés llegó, tal y como habían acordado los dos, 'Juan José' no hizo honor a su palabra, y se apoyó cobardemente en su Policía defensor.

¡'Juan José' ahora argumentaba indefensión! 

Aseguró que Andrés había llegado armado para hacerle daño a él. No le contó al uniformado, el problema que había armado. Omitió con saña y mala fe, que había golpeado en el rostro y había ofendido a Andrés. No dijo que utilizó esas tres palabras que según la costumbre de la época, 'un riohachero con dos dedos de frente nunca aceptaría que mencionaran despectiva y vulgarmente, como ofensa a su progenitora'.

El agente 'Jiménez' seguía empeñado en su sentencia: 'El arma, o la muerte'...Andrés decidió que si no estaba transgrediendo la ley ni faltando a la autoridad, su arma nunca iba a entregar.

En ese lugar donde tantas veces soñó con ser próspero, para sacar adelante a su familia y seguir ayudando a los demás, Andrés, por defender a un amigo, hacer respetar la dignidad de su señora madre y defender su honor como varón, no observó que la muerte ya había hecho su entrada triunfal.  

¡Andrés no entregó el arma, y la muerte no se hizo esperar!

El agente de la Policía Nacional disparó contra Andrés y en un instante acabó con sus sueños y con el futuro de una familia, que dependía totalmente de él... Adalberto, sobrino de Andrés, al igual que las personas que en el otro negocio se encontraban con él, salieron al escuchar los disparos, y se enfrentaron a la triste realidad.

En el suelo yacía el cuerpo de Andrés López Fernández, Andrés 'Rosita' como lo conocían cariñosamente sus amigos. Adalberto, consternado y lleno de dolor, quiso defender a su tío, pero también fue alcanzado por las balas asesinas del uniformado de la Policía.

Era lunes 18 de marzo de 1968, víspera de 'San José', Patrono de Maicao, el pueblo donde diariamente, desde Riohacha, en el bus 'Rosita', hacían su recorrido, Ada y Andrés.

El reloj marcaba aproximadamente las 10:00 de la noche, cuando ocurrió el insuceso. La noticia se regó como pólvora por toda Riohacha. La señora de Andrés, Carmen Clara Arredondo Henríquez, dormía tranquilamente en su casa, en compañía de sus hijas, Rosa Guillermina y Josefa Rosario.

Carmen Clara se acostó, esperando que su compañero regresara para tomarse la avena con leche, que le había preparado a modo de una cena ligera... pero Andrés nunca llegó. ¡La muerte lo sorprendió! El destino marcó, que esa, fuera una infructuosa espera.

'Jorge', un primo de Carmen le dio la infausta noticia. Llegó a la Calle 9 número 7 -14, y gritando con todas la fuerza que su dolor le imprimía, -tocaba la puerta-, y decía: 

"¡Carmen...Carmen...Mataron a Andrés y a Ada!"

Al escuchar la noticia, Carmen Clara y Rosa Guillermina, una pequeña niña, que era su hija mayor salieron desesperadas y sin saber cómo ni cuándo, llegaron al sitio de la tragedia. ¡Allí estaban Andrés y Adalberto... Uno con la cabeza puesta en los pies del otro!

Después, vino la angustiosa espera para que las autoridades competentes realizarán el levantamiento de los dos cuerpos. La muerte se hizo presente de una manera imprevista y se llevó con ella a dos personas nobles, trabajadoras y honestas. Los habitantes de la Riohacha del año 68, darían constancia de eso.

Los crímenes de Andrés 'Rosita' y 'Ada' , fueron repudiados y rechazados por la comunidad riohachera de la época. El sepelio de éstas dos personas, fue multitudinario. Se efectuó el martes 19 de marzo de 1968, Día de la Fiesta Patronal de 'San José'.

Para acompañar el cortejo mortuorio, llegaron personas procedentes de distintos puntos de la geografía guajira, teniendo en cuenta el cariño del cual eran objeto Andrés y Adalberto.

En su diario recorrido por las diferentes vías guajiras, se dedicaron a transportar a muchos pasajeros, -con o sin dinero-. Lo importante era llevarlos al lugar que necesitaran. Sus amistades cercanas darían testimonio del don de servicio y gran solidaridad humana, que distinguían a Andrés López Fernández y Adalberto Cataño Mendoza.

El cariño de la gente se hizo presente, y en medio del sepelio, el pueblo protestó. Los féretros fueron llevados hasta las afueras del Comando de la Policía Nacional.

El líder de la protesta ciudadana fue el abogado riohachero, Lacides Toro Ávila, quien estuvo a punto de ser privado de la libertad, por la forma tan contundente como lideró esta protesta por los crímenes injustos de Andrés López Fernández, Andrés 'Rosita'  y Adalberto Cataño Mendoza, a manos de un agente de la Policía, que ciego por la intolerancia accionó su arma de dotación oficial en contra de la humanidad de dos personas, que llegaron a su negocio para verificar el arreglo de un 'traga níquel', arreglar la disputa de un borracho con el administrador, y al pretender mediar con palabras de conciliación, encontraron tristemente la muerte en ese mismo lugar.

Es de precisar que por culpa de un agente de la Policía Nacional que en su momento no tuvo dominio de su personalidad, tanto Andrés López Fernández como Adalberto Cataño Mendoza, pasaron a la historia de la región que los vió nacer y crecer.

Atrás quedaron los negocios de Andrés 'Rosita'. Tres carros que los tenía para lograr el sustento de su familia, e impulsar el transporte en Riohacha: El 'Rosita' viajaba diariamente en la vía Riohacha - Maicao. 'El Nuevo Horizonte', hacia los pueblos de La Troncal y el 'Carro Azul', que no Andrés y Adalberto no alcanzaron a estrenar, viajaría para la vía de Valledupar.

Atrás quedaron 14 casas que Andrés había adquirido con mucho trabajo, espíritu de emprendimiento y sacrificio. Entre las cuales, dos estaban ubicadas en la Calle Ancha entre Carreras Once y Doce; una, en la Calle Nueve con Carrera Siete; Dos, en la Carrera Siete entre Calles Once y Doce; una en la Calle Doce con Carrera Seis y otra más en la Calle Diez con Carrera Segunda, en el tradicional 'Barrio Arriba', de riohacha, allí donde se realizó su velación.

Atrás quedó el negocio del bar 'La Bola de Oro', donde ocurrieron dos muertes, que se constituyeron en una inolvidable tragedia familiar. 

Andrés partió muy joven. Dejó a una familia conformada por su señora, Carmen Clara Arredondo Henríquez y sus dos hijas, Rosa Guillermina y Josefa Rosario López Arredondo.

Con la señora Gladys Bueno Frías, Andrés tuvo cuatro hijas, María Francisca, Gladys Josefina, Luz Yenilda y Andreina de La Cruz López Bueno.

Es de destacar que éstas cuatro damas residen con su señora madre, demás hermanos, esposos e hijos, en el Distrito de Riohacha. Josefa Rosario murió el día sábado 29 de junio de 2019.

Rosa Guillermina, desde hace varios años vive en la ciudad de Valledupar, en donde con lujo de competencias, ejerce el periodismo en compañía de su pareja, Luis Alberto Mora Domínguez.

A sus seis hijas y familiares Andrés López Fernández, les dejó un legado de laboriosidad, don de gente, honradez y sanas costumbres.

Pero, esta crónica quedaría incompleta si me quedo callado con relación a que la muerte de Andrés López Fernández y Adalberto Cataño Mendoza, fueron vengadas por tres familiares muy cercanos. Los tres eran sobrinos de Andrés. Uno de ellos, era hermano de Ada, los otros dos, eran sus primos hermanos.

El hecho se describe desde el momento en que el policía que cometió el crimen, no fue trasladado hacia otra ciudad del país. Lo dejaron en Riohacha, disfrutando de la vida y le gustaba el licor.

En una de sus salidas del Comando de la Policía y vestido de civil, este agente criminal, entró al Bar 'El Cacique', ubicado en la Calle Doce con Carrera Siete. 

Recién comenzaba la noche del jueves 19 de diciembre de 1968, cuando de repente se  presentaron en ese sitio, los sobrinos de Andrés López Fernández y a la vez, hermanos y primos de Adalberto Cataño Mendoza. 

Sin darle tiempo a sacar su arma, dispararon contra 'Jiménez', en señal de venganza. Así murió nueve meses después, aquel agente de la Policía Nacional, que el 18 de marzo de 1968, le quitó la vida y le robó los sueños de emprendimiento a Andrés López Fernández y a Adalberto Cataño Mendoza.

El agente 'Jiménez' cortó con un acto de intolerancia, el futuro de seis niñas que sin saberlo, -ese día-, perdieron a su padre, aquel hombre pujante y progresista que más tarde, con el recuerdo imborrable de su ejemplo, contado por sus mayores, sería su ejemplo y su guía.  

Los tres hombres que un día fueron fugitivos de la ley, por intentar vengar un acto sin nombre, hicieron justicia por sus propias manos, porque la corrupción existente al interior del Comando de la Policía en Riohacha, durante el tiempo que pasó, desde los dos crímenes, hasta la muerte de 'Jiménez', no lo permitía.

Antes por el contrario, no sólo dejaron al agente en Riohacha a su libre albedrío, sino que en un acto infame, declararon a la prensa regional, que habían dado de baja a dos delincuentes.

Uno de estos hombres, en su empeño por hacer justicia y vengar la muerte de sus seres queridos, decidió pedir la baja en la Escuela de Grumetes, de la Armada Nacional, en Cartagena.

Así termina esta historia, que sucedió hace muchos años, pero a pesar de eso, sigue latente en Riohacha, en la memoria de los testigos y en aquellos que vivieron de cerca la tragedia.

Andrés y Ada no murieron ese infausto 18 de marzo de 1968. Ellos viven en los corazones y en la memoria de sus descendientes, familiares y amigos...

Subsistirán en los recuentos nostálgicos de ese pueblito pequeño, donde la vida de sus habitantes transcurría en una época, donde todo era totalmente diferente.

Sobrevivirán en las historias de la Riohacha que se fue. Los riohacheros de ese tiempo, siempre recordarán a Andrés 'Rosita' y a su sobrino Adalberto, como dos personas que siempre caminaban uno, junto al otro, emprendiendo algún proyecto, viajando todos los días desde Riohacha a Maicao, y ayudando a mucha gente.

¡Como se pasa de rápido el tiempo. Qué importante es recordar. Y ...Pare de Contar!

Título Original: 'Por los crímenes de Andrés López Fernández y Adalberto Cataño Mendoza, el pueblo riohachero se levantó y protestó'

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.