Tres hombres sorprenden con presuntos poderes sobrenaturales en Riohacha

Víctor Lorenzo, Clemente Rafael y 'Pejepaz': ¿'Tuvieron Poderes Sobrenaturales'?

Segunda Serie de las Crónicas de Cuarentena
Cuarta Entrega

¡Bienvenidos!


Marcos Antonio Barros Pinedo
Por Marcos Antonio Barros Pinedo

Entre las décadas de los años 50 y 60, en el hoy Distrito de Riohacha, se presentaron ciertas situaciones ante los habitantes de esta ciudad, en el sentido que por las horas de las noches y de las madrugadas salían 'El Barril del Otro Mundo', 'La Llorona Loca', La Mujer Encantada' y El Perro Negro'.

Se decía que 'El Barril del Otro Mundo' salía, debido a que para esa época, en Riohacha el agua era escasa. Las mujeres tenían que ir lavar sus ropas en 'Las Piezas', brazo del Río Ranchería, ubicado a la salida a Maicao. 

También iban a buscar el agua en un barril para poder traer el preciado líquido a sus casas.

Los barriles los hacía José Antonio 'Tata' Frías, en un taller que tenía en la Calle Nueve con Carrera Siete. 

De ahí que la gente decía que 'El Barril del Otro Mundo', salía especialmente desde la Carrera Primera, pasando por todo el centro de Riohacha, y se perdía en la Calle Nueve, como a las cuatro de la madrugada.

La 'Llorona Loca', decían que salía a la 1:00 de la madrugada y recorría todo el centro de la ciudad llorando, vestida con una manta negra. También decían que se parecía a 'La Maricutana', una indígena wayuu demente, que se paseaba por las calles de Riohacha, todo el día, en la década de los años sesenta y setenta.

De 'La Mujer Encantada', se decía que era muy hermosa y vestía con un traje blanco transparente. Salía a las 12:00 de la noche y caminaba por el centro, más exactamente por el parque Almirante 'José Prudencio Padilla' y a las 4:00 de la madrugada, la veían cuando entraba al cementerio y no volvía a salir, sino al día siguiente.

Ante este preámbulo anoto que las situaciones sobrenaturales no escapan a la historia contemporánea del hoy Distrito de Riohacha.

Víctor Lorenzo Sotomayor



Comenzando la década de los años cincuenta arribó a Riohacha el señor Víctor Lorenzo Sotomayor, procedente del departamento de Córdoba. Se dedicó a las labores del negocio en diferentes áreas, especialmente por la zona rural incluyendo Dibulla, Pelechua, Campana y La Punta De Los Remedios. También hacía negocios por los corregimientos del sur de Riohacha, como Tomarrazon y Cascajalito, entre otros.

En medio de esos negocios, Víctor Lorenzo Sotomayor, conoció al señor Néstor Moscote pero, en ningún momento hubo empatía entre los dos, con relación al trato personal.

En alguna oportunidad, Víctor Lorenzo Sotomayor y Néstor Moscote se encontraron en Riohacha y tuvieron una acalorada discusión. Las cosas se pusieron tan difíciles que Víctor Lorenzo desenfundó su arma de fuego y disparó contra la humanidad de Néstor Moscote.
Dos tiros hicieron impacto en su rostro. 

Victor Lorenzo 'desapareció como por encanto', mientras que a Néstor Moscote, gravemente herido, varias personas lo recogieron y lo trasladaron al Hospital 'Nuestra Señora De Los Remedios'. 

Inicialmente fue atendido por el doctor Ramírez, para más tarde, ser trasladado a la ciudad de Barranquilla, -por vía aérea-, ciudad donde le salvaron la vida.

Varios meses después cuando Néstor Moscote se recuperó, regresó a Campana, lugar donde vivía, hoy jurisdicción del municipio de Dibulla. Una tarde lluviosa le dijo a su esposa Antonia Solano: 

"Dios me dió una segunda oportunidad de vida, pero no estaré tranquilo hasta que logre encontrar a Víctor Lorenzo Sotomayor. El día que lo encuentre, lo mato".

Esas palabras se le convirtieron a Néstor Moscote, en una verdadera obsesión, y a fe que se preparó para buscar a Víctor Lorenzo Sotomayor, con la intención de cobrar venganza. Lo buscaba como a una aguja en un pajar, armado con un revólver 38 largo.

Lo sorprendente del caso es que a Néstor Moscote le decían: "Sotomayor está en tal parte. Lo acabo de ver ahí limpiando su revólver". 

De inmediato, Néstor entraba al mencionado lugar y sólo encontraba un gajo de plátano.
Seguía buscándolo y se daba cuenta que Sotomayor estaba en alguna parte conversando con sus amigos. Llegaba desesperado y encontraba a los amigos, pero no lograba ver a Sotomayor, y entonces se retiraba.

Una vez le dijeron que Sotomayor estaba descansando en una casa, acostado en un Chinchorro. Néstor enseguida acudió a esa casa, acompañado de uno de sus hermanos, a quien le decían 'Peyé'. Ambos iban armados con un revólver 38 largo cañón reforzado.

Entraron a la casa, listos para disparar en contra de la humanidad de Sotomayor, pero cuál sería su sorpresa, cuando encontraron el chinchorro, pero a su lado estaba una guacamaya.

El tiempo iba pasando, y al final, Néstor Moscote nunca logró encontrar a Víctor Lorenzo Sotomayor.

En Riohacha, la gente todos los días veía tranquilamente a Víctor Lorenzo Sotomayor. El único que no lo veía, era Néstor Moscote y su hermano 'Peyé'. Tal cual, es lo que dice la historia.

Y esta historia llega a su conclusión cuando tanto Victor Lorenzo Sotomayor y Néstor Moscote, murieron. 

Néstor se llevó a la tumba una 'sed de venganza', que no logró concretar, porque al parecer, Víctor Lorenzo, tenía 'poderes sobrenaturales'.

Clemente Rafael


Cuenta la historia contemporánea del hoy Distrito de Riohacha, que Clemente Rafael era oriundo del municipio de Dibulla.

Desde muy niño demostró un temperamento fuerte y peleaba a puñetazo limpio con sus 'amiguitos'.

Así creció y no se educó. Más bien se fue a vivir a Santa Marta, donde tuvo una serie de problemas personales que lo obligaron a armarse.

Pero, la gente de Santa Marta y del mismo Dibulla, notaban algo raro en el comportamiento de Clemente Rafael. 

Era demasiado serio. No reía con ninguno, y siempre lo veían con un papel en la mano. En ese papel, -al parecer-, estaba escrita una oración.

El temperamento de Clemente Rafael, era como 'diabólico'. Cuando miraba a las personas se le notaba la maldad.

En alguna oportunidad llegó un pequeño circo a Dibulla. Cuando Clemente Rafael, se dió cuenta le dijo al dueño del circo: 

"En este pueblo no quiero ver ningún circo con sus payasos. Si insisten en realizar alguna función, no respondo por mis actos". 

El dueño del circo no tomó en serio las palabras de Clemente Rafael, y más bien creyó que se trataba de una broma.

En efecto, el circo anunció su apertura para un sábado por la noche. Abrió sus puertas y se llenó con más de doscientas personas. Entre ellas, se encontraba Clemente Rafael.

La función del circo comenzó y el espectáculo continuaba normalmente hasta que llegó el momento de la actuación del trapecista. Este a través de una cuerda, subió al trapecio y se hizo la señal de la cruz.

Comenzó a mover el trapecio, y al momento de hacer el salto, sonó un disparo. ¡El trapecista se desplomó en el suelo! 

El fluido eléctrico se suspendió por el momento, y en medio de la oscuridad, hubo alguien que dijo:

"Aquí en Dibulla, no queremos circos ni a sus payasos. Se los advertí"

Al escuchar esa afirmación, quedó claro ante los espectadores, que el asesino fue Clemente Rafael.

La función del circo terminó. El cuerpo del joven trapecista fue recogido por sus compañeros, quienes lo trasladaron a la ciudad donde había nacido, para darle cristina sepultura.

Clemente Rafael, nunca fue capturado, y el crimen quedó en la impunidad.

A partir de allí la fama de criminal de Clemente Rafael, se extendió por todo Dibulla, Riohacha y Santa Marta. La gente decía que éste señor hacia sus fechorías, y no le pasaba nada.

Una vez Clemente Rafael tuvo una discusión en Santa Marta con Samuel, un paisano dibullero. En medio de las palabras se llenó de ira, y mató a su amigo, en presencia de un sobrino de la víctima.

Clemente Rafael -como siempre, se mostraba tranquilo. A sabiendas que nunca le pasaba nada-, se trasladó hacia Riohacha. 

El sobrino de la víctima, -de nombre Gustavo-, juró vengar a su tío, que precisamente, era hermano de su mamá. Sus familiares, de manera temerosa le dijeron que no lo hiciera. Que se lo dejara a la Justicia Divina, porque Clemente Rafael, más que un ser humano, 'parecía un demonio'.

El sobrino de quien había matado Clemente Rafael, no le dió importancia a lo que le dijeron sus familiares. Más bien, hizo todo lo contrario, y se dedicó a buscar a Clemente Rafael, entre Santa Marta, Dibulla y Riohacha.

Cuando llegó a Dibulla y le preguntó a una mujer, -de nombre Martina-, si había visto a Clemente Rafael. Ésta le dijo que sí, pero indicó, que le escuchó que viajaría para Riohacha.

La señora Martina conocía las intenciones de Gustavo. Sabía que estaba buscando a Clemente Rafael, para vengar la muerte de su tío Samuel.

Martina le tocó el hombro a Gustavo, y a la vez le dijo: 

"Conozco tus intenciones y si tú quieres vengar a tu tío Samuel, tendrás que hacerlo cuando el reloj marque las 12:00. Ya sea del día o de la noche".
Gustavo le creyó a la señora Martina. Se trasladó para Riohacha y ubicó a Clemente Rafael, por la Calle Diez con Carrera Siete, pero llegaron a su mente, las palabras que le dijo la señora Martina: "Si tú quieres vengar a tu tío Samuel, tendrás que hacerlo cuando el reloj marque las 12:00. Ya sea del día o de la noche". Eso sucedió en las horas de la tarde.

Al día siguiente lo volvió a ubicar. Se encontraba sentado en una de las bancas de la Calle Primera, muy cerca a la Catedral 'Nuestra Señora De Los Remedios'. Eran las 11:00 de la mañana. 

Gustavo pensó que tenía que esperar una hora, y escuchar las campanadas cuando el reloj de la catedral anunciara las 12:00 del medio día, para dispararle a Clemente Rafael. 

Gustavo contó con la suerte que Clemente Rafael, no se movió de la banca, y él se ubicó muy cerca de su objetivo. Estaba escondido para que nadie lo viera. 

Llegó el momento esperado. Una a una, comenzaron a sonar las doce campanadas del reloj de la Catedral 'Nuestra Señora De Los Remedios'. 

Gustavo avanzó hacia donde se encontraba Clemente Rafael, y de seis disparos con arma de fuego lo asesinó.

Cuando terminaron de sonar las doce campanadas del reloj de la catedral, Gustavo desapareció, y al parecer, no hubo testigos del crimen.

Cuando la policía llegó, e hizo el levantamiento del cadáver, una de las personas que allí se encontraba como espectador, dijo: 

"Ahhh... Es Clemente Rafael. Dicen que tenía poderes sobrenaturales".

Su cuerpo fue sepultado en el hoy, municipio de Dibulla.

'Pejepaz'


Eran los inicios de los años setenta, y en esa época el comercio entre Riohacha y la Isla de Aruba, Antillas Holandesas, era permanente. 

Desde esta ciudad viajaban hombres y mujeres a llevar mercancías y alimentos. Desde allá, traían electrodomésticos y alimentos enlatadas, harina, queso amarillo y un alcoholado muy especial, llamado 'El Pingüino'.

Pero, no se escapaba la acción del contrabando por parte algunas personas a quienes les quedó el 'virus' de lo que hacían en los años cincuenta, cuando llevaban café de contrabando para Aruba. 

Ante esta situación de orden ilegal, al Gobierno Nacional del general Gustavo Rojas Pinilla, no le tocó otro camino, que el de establecer por decreto, el Puerto Libre en la zona de La Alta Guajira, para que cada saco de café, y otras mercancías pagaran sus respectivos impuestos.

Fue así como en una ocasión, terminando la década de los años sesenta, una caravana de nueve carros marcas Dodge, Ford y Mercury, conducidos por expertos choferes, entre los cuales se encontraba Carlos Bonivento Pérez, se dirigían a La Alta Guajira, cargados de café. 

El objetivo era enviar el grano hacia Aruba por embarcaciones que eran de riohacheros. Eran caminos intransitables, especialmente en la época de invierno. 

Por ejemplo, para llegar a Puerto Estrella, a los camiones les ponían cadenas gruesas en las llantas para poder transitar esas trochas y a la vez, que esos mismos carros, pudieran atravesar el arroyo conocido como 'El Acordeón'.

En cierta oportunidad, cuando una caravana avanzaba por esos desiertos, fueron interceptados por una patrulla numerosa de guardas que estaban adscritos a la Administración Nacional de Aduanas, con el apoyo de una patrulla numerosa del Ejército Nacional. 

¡El café fue decomisado! Los carros fueron trasladados hacia Riohacha y los inmovilizaron. Los choferes fueron capturados y puestos a disposición de un juez especial de Aduanas.

Los nueve carros fueron estacionados en la Calle Primera, frente a donde está ubicada en la actualidad, la sede de la Fiscalía Seccional de La Guajira.

Entre los detenidos estaba Carlos Bonivento Pérez, a quien sus amigos le decían 'Pejepaz' .

Los amigos notaban que 'Pejeaz' se la pasaba rezando, mirando hacia el cielo e invocaba a Dios Todopoderoso, sin que sus compañeros se dieran cuenta en qué pensaba.

'Pejepaz' conducía uno de los nueve carros detenidos por los guardas de la Aduana y del Ejército, cuyo propietario era Pedro Fajardo. 

'Pejepaz' recordó que tenía una llave suplementaria del carro en su bolsillo. A los dos días de estar detenido, le dijo a uno de sus amigos: 

"Hoy me voy de aquí y también me llevo el carro" 

El amigo le respondió: "Tú estás loco", a lo que 'Pejepaz' replicó: 

"Con la ayuda de Dios me voy de aquí. Me llevo el carro y ninguno me verá al momento de actuar".

A las 4:00 de la tarde de un miércoles, 'Pejeaz' miró al cielo y elevó una oración a Dios. Enseguida se dirigió al carro Dodge-600 color verde, y sin que nadie lo viera, abrió la puerta, y en fracciones de segundos prendió el carro, el cual, sin la carga de el café, arrancó a toda velocidad por la Avenida 'La Marina'. Cruzó por la Calle Tercera 'A', siguió por lo que hoy es la Avenida 'Circunvalar', y se perdió como por encanto hacia el infinito.

Sólo reaccionó un guarda nacional de nombre Rafael Suárez, quien era conocido como 'Farina' . Era riohachero y buen chófer. 

Se dió cuenta que Pedro Bonivento Pérez arrancó a toda velocidad en el carro. Cuando prendió su camioneta oficial para perseguir a 'Pejepaz',  ya era demasiado tarde. 

'Farina' nunca pudo enterarse del rumbo que tomó Carlos Bonivento Pérez, con el carro de Pedro Fajardo.

Han pasado más de cincuenta años, y todavía no se sabe cuál fue el rumbo que tomó ese carro, el cual no volvió a aparecer más nunca por las carreteras de La Guajira.

Aún se recuerda cuando las autoridades no lograron ubicar en su momento, el camión Dodge-600 color verde ni a su conductor Carlos Bonivento Pérez, conocido como 'Pejepaz', los habitantes  del Barrio 'Arriba' de Riohacha, solamente se limitaron a regar la siguiente frase: 

"Lo que pasa es que 'Pejepaz', tiene poderes sobrenaturales".

Carlos Bonivento Pérez, murió hace varios años. En vida formó un importante hogar con Clara Curiel Pimienta 'Chonka'. Tuvieron cuatro hijos: José, Claudia, Karla y Rita.

¡Como se pasa de rápido el tiempo. Que importante es recordar. Y ... Pare de contar ! 

Título Original: Víctor Lorenzo, Clemente Rafael y 'Pejepaz': ¿'Tuvieron Poderes Sobrenaturales'? 

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.