Cuatro crímenes en la Riohacha del Ayer, con un factor común: El arrepentimiento

 Cuatro crímenes y después... ¡El Arrepentimiento!


Marcos Antonio Barros Pinedo
Por Marcos Antonio Barros Pinedo

Fue en una época cuando en Riohacha la vida no valía nada.

Riohacha, a pesar que desde su fundación era una ciudad pequeña y apenas en la década de los años cincuenta, llegaba hasta la Calle Dice con Carrera Siete, buen número de sus habitantes practicaban la intolerancia.
En esa época era común, que por una diferencia, por muy pequeña que fuera, -desde el punto de vista personal-, rápidamente los comprometidos en la discusión, se iban a los puñetazos.

Era tal la situación que no causaba ningún asombro cuando alguno de ellos, sacaba un arma para intimidar a su contrincante. La situación se ponía aún más difícil, cuando se llegaba al crimen.

Cuando llegamos a la década de los Sesenta, Riohacha emprendió su desarrollo urbano con la construcción de varias unidades familiares, en el sector de la Calle 12 'A', las cuales llevaban el nombre de 'Jorge E. Villamizar Flórez', en homenaje a quien en ese momento se desempeñaba como el Intendente Nacional de La Guajira.

Con este preámbulo me dispongo a escribir esta crónica, teniendo como punto de referencia cuatro crímenes que se cometieron en Riohacha, y luego los homicidas hicieron público, su total arrepentimiento.

Primer Caso:

Comenzando los años sesenta, era costumbre entre los riohacheros hacer parrandas en sus casas con rancheras mexicanas, música antillana y algunas veces con música de las sabanas de Bolívar, Sucre y Córdoba.

Cierta vez, en una parranda que se realizaba en una casa de la Calle Doce con Carrera Diez, al calor del Brandy 'Pedro Domecq', varios amigos se divertían...

De manera imprevista dos de los participantes en la parranda, identificados como *Carlos y *Alberto, se trenzaron en una discusión. Los presentes trataron de calmar. los ánimos exaltados. 

Doña María, la dueña de la casa, también intervino para tratar de calmar la situación, pero nadie logró que reinara la concordia y la paz.

De manera furiosa, -*Carlos-, uno de los implicados en la discusión, sacó un arma de fuego, y, muy a pesar que la propietaria de la vivienda, -Doña María-, le rogara llorando que no disparara contra *Alberto, -quien al ver que su vida corría peligro, se arrodilló ante Carlos, implorando que no lo matara-, la mala hora llegó, y el tan temido hecho de sangre, se consumó. 

Los asistentes fueron testigos de cómo, cinco certeros disparos truncaron la vida del inocente *Alberto, quien arrodillado, asustado y humillado clamó clemencia por su vida, pero su verdugo, no lo escuchó.

Ante el infausto suceso, la parranda se acabó y el criminal acto seguido huyó, con rumbo desconocido.

Pasó el tiempo...Nadie instauró denuncia penal contra *Carlos. Es de suponer, que tuvo mucho que ver, el hecho que la víctima no era nativa, ya que procedía del interior del país.

*Alberto había llegado a Riohacha en busca de un mejor futuro, para él y su familia. LLegó en procura de ganar el sustento de una manera digna y honesta. Así lo hizo  y lo logró en ese pueblo cuya gente lo acogió con cariño, pero una mala jugada del destino, lo traicionó: perdió la vida injustamente y su crimen, en la impunidad quedó.
  
Lo sorprendente del caso es que años después, *Carlos, en una reunión con varios amigos confesó que, después que mató al indefenso *Alberto, -tan pronto se le pasó la borrachera-, se arrepintió. Aseguró que lo hizo porque en ese momento "su mente se enlagunó".

Hoy en día este homicida riohachero está vivo y reside en una ciudad cualquiera de la República de Colombia. 

¡Este crimen, quedó en la impunidad!

Segundo Caso:

Cuando avanzaba la década de los sesenta nos encontramos en el Bar 'Águila', ubicado en la Carrera Ocho entre Calles Doce y Trece. Ese día jugábamos dominó y recuerdo que mi compañero era Carlos Pinzón, quien murió hace varios años.

Cerca de nosotros dos personas jugaban billar, y apostaban a las cervezas. ¡El que perdía pagaba! Así de natural y fácil.

A medida que avanzaba la noche, los dos señores entraron en estado de alicoramiento y dejaron de jugar. Se acomodaron en una mesa y le pidieron al cantinero dos cervezas.

El cantinero se les acercó y les comunicó que le pagaran el valor de las cervezas y el tiempo del juego de billar adeudado. Fue entonces cuando uno de los dos hombres, de nombre *Julián, respondió al cantinero que si no ponía las dos cervezas en la mesa... ¡Lo mataba! 

El cantinero nunca creyó en esas amenazas, y le reiteró que si no le pagaban la cuenta anterior, no los seguiría atendiendo. 

Cuando *Juan Miguel, -el cantinero que era del interior del país-, dio la espalda para atender a otros clientes, *Julián el riohachero, sorpresivamente sacó de su cinto un revólver 38 largo, y 'en un abrir y cerrar de ojos', accionó cuatro veces su arma contra la humanidad del indefenso cantinero. ¡Por la espalda, lo asesinó! 

A partir de ese momento, todo fue confusión y los que allí nos encontrábamos, salimos en estampida del Bar 'Águila', antes que llegaran los uniformados de la Policía Nacional.

Debo anotar que la víctima vivía en Riohacha con su esposa y sus hijos estaban muy pequeños. A decir verdad, era una persona educada, cordial y de buen trato con los clientes del mencionado bar.

Lo más sorprendente del caso es que el crimen de *Juan Miguel fue un viernes por la noche, y el lunes, o sea tres días después, salí al mercado para realizar algunas compras y cuál no sería mi sorpresa cuando vi a *Julián, el mismo que 72 horas atrás le había arrebatado la vida a una persona en el Bar 'Águila'. Él también estaba haciendo compras. 

Lo ví en guaireñas, mal vestido, pero cuando *Julián me vió, me asusté, porque pensé que tendría una represalia en mi contra, teniendo en cuenta que fui testigo del repudiable crimen.

*Julián se acercó, me saludó y me dijo lo siguiente: "Marquito, no se qué fue lo que me pasó. Maté a ese señor, que era tan buena gente", y reiteró:

"Lo que pasó fue que estaba muy borracho, y me enlaguné. Estoy muy arrepentido de haber matado a ese señor. Yo creo que es cachaco".

Entonces, en medio del nerviosismo le dije: "¿Por qué, si estás arrepentido, vas y te entregas a las autoridades?".

Me respondió: "No lo hago, porque estoy seguro que voy para la cárcel Después mi mujey mis hijos pasarían muchas necesidades. Soy albañil, y con mi trabajo, es el único sustento de nuestro hogar".

¡Este crimen, quedó en la impunidad!

Pasaron los años y un día *Julián fue asesinado en Riohacha. No recuerdo los motivos por los cuales le quitaron la vida.

Entonces vino a mi mente aquella frase bíblica que reza: "El que a hierro mata, a hierro muere". 

Tercer Caso:

Nos encontrábamos en el mes de diciembre de 1967, cuando en Riohacha se cometió un crimen, que lamentó y repudió toda la sociedad riohachera.

Sucedió en un lugar céntrico de la capital guajira, cuando *Fabio Jiménez, un joven celoso amenazó de muerte a *Roberto Palacio, un señor mucho mayor que él. Este último no le dio credibilidad a las palabras de *Fabio, y siguió con su vida normal.

*Fabio le comentó a un amigo que definitivamente había tomado la decisión de matar a *Roberto. Ante esta situación, alguien le advirtió a *Roberto, -a través de una llamada telefónica-, que se cuidara, porque lo iban a matar. *Roberto esta vez, tampoco prestó atención. Por eso no se cuidó... Confiado siguió en su negocio, trabajando tranquilo.

Ese mismo día cuando avanzaba la tarde, *Roberto se sorprendió cuando *Fabio llegó armado con un revólver. Al verlo, *Roberto trató de esconderse, con tan mala suerte que *Fabio, disparó una sola vez. Dió en el blanco, y luego huyó. 

*Roberto quedó herido y fue llevado al Hospital ''Nuestra Señora De Los Remedios'. Allí, el médico cirujano Jaime Brito Herrera le prestó la asistencia médica necesaria, pero al final *Roberto, perdió la vida. 

¡Este crimen, quedó en la impunidad!

Lo sorprendente del caso es que después de muchos años, *Fabio se fue a vivir a una ciudad cualquiera de Colombia. En cierta oportunidad se encontró con dos riohacheros y los invitó a departir en su residencia.

La parranda fue con música vallenata... Cuando la noche estaba avanzada y al calor de una botella de Old Parr, *Fabio, le dijo a sus dos amigos: 

"Tengo muchos años que no voy a mi querida Riohacha, porque allá lamentablemente maté a un hombre, lo cual que en ningún momento debí haberlo hecho. No sé qué me pasó. Estoy arrepentido de haber matado a una persona, que era muy considerada en nuestra ciudad".

¡Este crimen, quedó en la impunidad!

El autor de este crimen, que al parecer fue pasional, está vivo, y tal como se dijo con anterioridad, reside en una ciudad cualquiera de la República de Colombia. 

Cuarto Caso:

Se iniciaba la década de los setenta y antes de la fatal época de la 'Bonanza Marimbera', la ciudad de Riohacha avanzaba en su desarrollo urbano. Los negocios de bares y cantinas aumentaron. 

Uno de esos bares era 'El Cacique', de propiedad de Humberto Márquez. Allí había juegos de billares y buchácaras. Estaba ubicado en la Calle Doce con Carrera Sexta.

Una de esas noches riohacheras, dos personas llegaron al 'Cacique, con la intención de divertirse. Ellos eran *Gustavo y *Felipe.

Se pusieron de acuerdo para jugar una partida de billar, con cerveza. El que perdía cada juego, pagaba.

Durante varias horas, todo marchaba normal y los dos jugadores fueron tomando calor con las cervezas 'Águila'. 

Avanzaban las horas, y con ellas la noche. Hubo un momento en que *Gustavo y *Felipe se fueron en discusión por una carambola, que se logró o no se logró. 

*Gustavo reclamó a *Felipe, a éste, no le gustó el reclamo.

Sin embargo, *Felipe optó por colocar el taco en su lugar y le manifestó a *Gustavo: "Mejor no juguemos más. Ya estoy casi borracho y me voy para mi casa".

Pero, de pronto reaccionó de una manera increíble contra *Gustavo y lo insultó por haber dudado de la carambola en discusión. Éste optó por no responderle. Al ver que *Felipe sacó un revólver 38 largo, corrió para protegerse detrás de un muro de cemento.

Pero, *Gustavo lo persiguió, ante la mirada de las personas que se encontraban Al interior del Bar. Gustavo le dijo: "Por qué me vas a matar si yo no te hice nada. No puedes matarme por el reclamo de una carambola". 

*Felipe estaba furioso y le propinó cuatro tiros a *Gustavo, que le segaron la vida de manera inmediata.

Ante esa situación, las personas que allí se encontraban salieron despavoridos. El asesino trató de huir, con el revólver en la mano, con tan mala suerte para él, que en ese momento llegó al lugar del crimen una patrulla de la Policía Nacional y  procedieron a su captura

*Felipe fue puesto a disposición de un juez penal, que lo envió a la Cárcel Distrital, ubicada en la Calle 10 con Carrera 17, de la capital guajira.

Es de anotar que *Gustavo fue sepultado en una ciudad del departamento del Magdalena, de dónde era oriundo.

Lo sorprendente del caso es que después de varios meses, *Felipe fue llamado a juicio, teniendo en cuenta que la Policía lo capturó infraganti, que los uniformados aportaron el arma homicida, que habían dos testigos en su contra, pero,  sucedieron dos cosas:

Primero: Los familiares de la víctima no presentaron denuncia penal. 
Segundo: No aportaron el Certificado de Defunción.

Fue allí cuando el abogado defensor de*Felipe, de manera contundente solicitó la libertad de su cliente, y a la vez pidió que el Jurado de Conciencia, conformado por tres honorables personas de la sociedad riohachera, no actuara.

Es más, el abogado reiteró que ante la ley, *Gustavo estaba vivo, porque en el expediente del proceso penal, no aparecía el respectivo Certificado de Defunción.

El proceso del juicio se aplazó por varios días por parte del juez, a la espera que los familiares de*Gustavo, presentaran el Certificado de Defunción expedido por la Notaría Única de Riohacha, pero no presentaron dicho documento, el cual era clave para la  condena de *Felipe, por parte del Jurado de Conciencia.

Ante esta negativa situación, el abogado defensor de *Felipe volvió a solicitar la libertad de su cliente, porque no era ningún asesino, ya que *Gustavo, aunque estaba sepultado y su victimario fue capturado infraganti, -ante la ley estaba vivo-, porque sus familiares no aportaron el Certificado de Defunción, ni ante el juez, ni ante el Jurado de Conciencia. 

*Felipe fue puesto en libertad por el juez, ante la petición del abogado de la defensa.
Este caso es único en la historia de los procesos penales, en el hoy Distrito de Riohacha.

¡Este crimen, quedó en la impunidad!

El tiempo siguió su marcha, y algo sorprendente ocurrió después de varios años. *Felipe, en medio de una parranda con varios amigos, aseguró que estaba arrepentido de haber matado a *Gustavo. Reconoció que lo hizo bajo el efecto de las cervezas y aseguró que en el momento del crimen su mente se enlagunó.

Finalizo esta crónica, al asegurar que en el Distrito de Riohacha, desde épocas inmemoriales se han presentado casos que nos conducen al siguiente interrogante: ¿Será que en la tierra del almirante José Prudencio Padilla, -como lo dice la ranchera-, la vida no vale nada? 

¡Como se pasa de rápido el tiempo. Que importante es recordar. Y ... Pare de Contar!

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