En la Era de la Tecnologìa, los Gobiernos y los usuarios están preparados para un apagón de internet?
“Internet se construyó con unos fines muy diferentes a los que le damos hoy y eso lo hace vulnerable”
Por: Jesús Anturi
03 feb 2023
¿Qué pasaría si internet sufriera una caída absoluta a nivel mundial? Seguramente, a la mayoría de nosotros ni se nos ocurre pensar en un escenario de esa magnitud, pues hoy el modo en que vivimos dependente casi por completo de la conectividad que propicia esta gran red y damos por sentado que está ahí. Sin embargo, quienes entienden mejor cómo funciona saben que la pregunta no es si puede ocurrir algo así, sino cuándo sucederá.
Internet se va a caer irremediablemente, dicen los expertos. El asunto es que ni esos mismos que hacen el vaticinio alcanzan a dimensionar el impacto que tendrá en las sociedades.
Esta idea retumbó en la cabeza de la periodista de ciencia especializada en tecnología, Esther Paniagua, quien empezó a investigar más a fondo por el sentido de este tipo de afirmaciones y entendió que no solo tenía mucho de verdad, sino que era una realidad que necesitaba ser contada.
Así nació su libro Error 404, ¿Estamos preparados para un mundo sin internet?, publicado en 2021 y que presentó en Colombia durante su participación en el Hay Festival Cartagena 2023. Esther fue una de las invitadas de la programación del Hay Joven Uninorte, realizado el 30 de enero en el Auditorio Marvel Moreno.
Allí nos habló de los hallazgos de sus años de investigación alrededor del internet, de la dependencia de la conectividad, los riesgos en ciberseguridad, la creciente adicción a estar online, el sesgo para automatizar la discriminación, el uso de los datos personales y de los algoritmos basados en datos masivos o inteligencia artificial.
“La pregunta el del libro es retórica. Claro que no estamos preparados para un mundo sin internet y la respuesta está relacionada con el gran problema que es la dependencia de la red para absolutamente todo, desde infraestructuras críticas o servicios básicos hasta lo que llamamos ahora el internet de las cosas”, dijo Paniagua.
El problema, agrega la periodista, es que en sus inicios internet se construyó con unos fines muy diferentes a los que le damos hoy, se usaba para compartir recursos computacionales e información entre investigadores.
"Sobre esa misma estructura hemos puesto todo el comercio electrónico mundial, todas esas infraestructuras, organismos, empresas, nuestro ocio, entretenimiento online, nuestra comunicación. Todo esto que hemos puesto encima de la red de redes, estas capas, son en buena medida lo que lo hace más vulnerable", agrega.
De hecho, recientemente ya hemos vivido a pequeña escala lo que puede significar un apagón del internet. Las caídas temporales de plataformas como Google, Amazon, Twitter, WhatsApp, YouTube, entre otras, dejan ver por una pequeña ventana lo que podría suscitar un evento a mayor escala. Peor aún si sumamos la posibilidad latente de un ciberataque, que hoy en día está al alcance de cualquiera.
Con el pronóstico de la caída del internet pasa lo mismo que pasó con la pandemia por covid; desde 2007, los científicos venían advirtiendo de los riesgos del virus, decían que era una bomba de relojería, pero no se le quiso hacer caso, entre otras cosas porque cuesta mucho dinero prepararse, tanto para una pandemia como para un apagón de internet. Y no es algo que la población esté demandando, no es algo que dé votos, entonces los gobiernos no se preparan para esto”
Esther Paniagua, periodista de ciencia especializada en tecnología.
De inteligentes nada
Ahora que empiezan a proliferar masivamente las plataformas de inteligencia artificial, gracias a la aparición de sistemas libres como ChatGPT o Dalí, desarrollados por la empresa OpenAI, se presentan otro tipo de situaciones que abren el debate sobre cómo nos relacionamos con la tecnología en nuestras vidas.
En lo que ha estudiado de estos sistemas Esther es categórica: estas tecnologías no funcionan bien, no son inteligentes. “Al final, la inteligencia artificial es procesamientos complejos de datos. Suena muy poco sexy y por eso le han puesto el nombre de inteligencia artificial, que nos hace pensar que funciona como un cerebro. Pero es que ni siquiera nosotros sabemos cómo funciona un cerebro, ¿cómo vamos a meter el funcionamiento de un cerebro en una tecnología? Pues no se puede. Simplemente son muy buenas simulando que entienden lo que hacen”, señala.
Su recomendación frente a este tipo de sistemas es no idealizarlas y quitarles el halo de misticismo o de magia, pues corremos el riesgo de confiar ciegamente en todo lo que hacen.
Por eso llama a la precaución con el uso de herramientas como ChatGPT, dado que es un sistema que nos engaña, porque está diseñado para responderte de manera verosímil a cualquier pregunta que le hagas. “Es verosímil, pero tú no sabes si realmente lo que te ha contado es verdad o no", agrega.
Al final, su consejo es usarlo con precaución y desconfiar siempre de los resultados que arroja.
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