Se fue un gran futbolista, profesor y amigo
Por
Ignacio Rafael Escudero Fuentes
Ex futbolista de la Selección Juvenil Colombia, Chile 1974
Ignacio Rafael Escudero Fuentes
Ex futbolista de la Selección Juvenil Colombia, Chile 1974
Por iniciativa del profesor Edwin Lubo Vanegas, futbolista de varias Selecciones Guajira y docente de carrera, dos adolescentes guajiros, estudiantes del Liceo Nacional Almirante Padilla, hoy Institución Educativa, se trasladaron a Barranquilla, con el fin de probar suerte como potenciales futbolistas: Arnoldo Alberto Iguarán Zúñiga e Ignacio Rafael Escudero Fuentes.
En efecto, recién nos dimos el tradicional 'Feliz Año' de despedida del año viejo, días después, mes de enero de 1976, tanto Arnoldo como mi persona nos trasladamos a la ciudad de Barranquilla, con dos propósitos: El primero, enrolarnos en la Selección de Fútbol de la Corporación Universitaria de la Costa (CUC). El segundo, ingresar como estudiantes becados de bachillerato al colegio del mismo nombre, como en efecto ocurrió.
Fuimos citados a entrenamiento en la cancha de la Escuela Normal, recibidos por el colombo-brasilero Othon Alberto Dacunha, ex futbolista del Junior de Barranquilla, quien para entonces fungía como entrenador de la Selección de la CUC, con un equipo de lujo, los hermanos Mergalejo, Victorio Márquez, Herazo, Catalino y el vallenato Ariza, entre otros.
El viernes 14 de abril, en la soledad del cuarto estudio de mi residencia, como de costumbre, apenas el reloj marcaba las 2:00 de la madrugada, horario preferido para estudio y preparar agenda del día, inicio escuchando música del pequeño gigante brasileño Nelson Ned.
En efecto, recién nos dimos el tradicional 'Feliz Año' de despedida del año viejo, días después, mes de enero de 1976, tanto Arnoldo como mi persona nos trasladamos a la ciudad de Barranquilla, con dos propósitos: El primero, enrolarnos en la Selección de Fútbol de la Corporación Universitaria de la Costa (CUC). El segundo, ingresar como estudiantes becados de bachillerato al colegio del mismo nombre, como en efecto ocurrió.
Fuimos citados a entrenamiento en la cancha de la Escuela Normal, recibidos por el colombo-brasilero Othon Alberto Dacunha, ex futbolista del Junior de Barranquilla, quien para entonces fungía como entrenador de la Selección de la CUC, con un equipo de lujo, los hermanos Mergalejo, Victorio Márquez, Herazo, Catalino y el vallenato Ariza, entre otros.
El viernes 14 de abril, en la soledad del cuarto estudio de mi residencia, como de costumbre, apenas el reloj marcaba las 2:00 de la madrugada, horario preferido para estudio y preparar agenda del día, inicio escuchando música del pequeño gigante brasileño Nelson Ned.
Al ingresar a la página del periódico 'El Heraldo', leo la nefasta noticia “Se fue el rey de la gambeta rojiblanca”, en referencia a quien en vida fue mi profesor y amigo, Othon Alberto Dacunha. “Otho”, como cariñosamente lo llamábamos todos sus discípulos.
De “Otho”, tengo los mejores recuerdos. Como futbolista: puntero derecho, veloz, habilidoso con una gambeta extraordinaria. No solo cambiaba abruptamente de velocidad sino también de ritmo y en espacio reducido era recurrente esquivar dos y tres adversarios quienes con frecuencia lo castigaban por su osadía y audacia que para algunos era sinónimo de burla. Como entrenador: conocedor como el que más del proceso formativo y ojo clínico para detectar talentos que, permitió ser el eterno formador de futbolistas en las divisiones inferiores del Junior.
Justo, en el Club barranquillero, siendo el entrenador de las Reservas Profesionales en el año de 1979, después de haber integrado con Arnoldo la Selección Atlántico, fuimos requeridos por los directivos del Junior, la negociación no se ejecutó por una diferencia de 500.000 pesos. Sin embargo, a los pocos días el Junior le compró a la CUC mis derechos deportivos e ignoró a Iguarán.
De “Otho”, tengo los mejores recuerdos. Como futbolista: puntero derecho, veloz, habilidoso con una gambeta extraordinaria. No solo cambiaba abruptamente de velocidad sino también de ritmo y en espacio reducido era recurrente esquivar dos y tres adversarios quienes con frecuencia lo castigaban por su osadía y audacia que para algunos era sinónimo de burla. Como entrenador: conocedor como el que más del proceso formativo y ojo clínico para detectar talentos que, permitió ser el eterno formador de futbolistas en las divisiones inferiores del Junior.
Justo, en el Club barranquillero, siendo el entrenador de las Reservas Profesionales en el año de 1979, después de haber integrado con Arnoldo la Selección Atlántico, fuimos requeridos por los directivos del Junior, la negociación no se ejecutó por una diferencia de 500.000 pesos. Sin embargo, a los pocos días el Junior le compró a la CUC mis derechos deportivos e ignoró a Iguarán.
Recuerdo que “Otho”, no pudo ocultar su disgusto y desacuerdo con el gerente de entonces “lo citó, lo saludó y no lo atendió” a pesar de esperar pacientemente más de ocho horas en la sala de la Sede del Junior, ubicada en la calle 70 con carrera 38.
Sin embargo, “Otho”, aprovechando que Juan Ramón Verón, conocido en el mundo del fútbol como “La Bruja”, fue contratado por el Cúcuta Deportivo, hizo el contacto, debido que conocía a Arnoldo y en cuestión de días lo vincularon al Club. Al poco tiempo era goleador del Cúcuta para luego convertirse en goleador del Club 'Los Millonarios', años 1987 y 1988; máximo artillero de la Copa América, año 1987, en Buenos Aire Argentina y goleador histórico de la Selección Colombia. La afición no perdonó el desatino de los directivos “tuvieron a Arnoldo y lo ignoraron”.
Hasta aquí, “Otho”, como futbolista y entrenador. Falta creo yo, lo más importante: El ser humano. Hombre sencillo, culto, distinguido, querido, respetado y adorado por un pueblo. El gesto de nobleza que más recuerdo fue cuando una tarde en entrenamiento en el estadio 'Romelio Martínez', me desplomé. Se pensó lo peor, fui remitido a una clínica de la ciudad. Después de los exámenes de laboratorio y valoración médica especializada, el diagnóstico fue anemia aguda. Desde entonces, “Otho”, me ofrecía un almuerzo en su residencia, ubicada en un edificio contiguo al estadio.
“Otho”, el hombre maravilloso que conocí, coincidencialmente me entero de su partida, cuando recién iniciaba a escuchar la canción “Déjame si estoy llorando”, de su paisano Nelson Ned. Se fueron dos grandes de la tierra de la samba y “el jogo bonito”
Paz en su tumba, gran amigo.
Sin embargo, “Otho”, aprovechando que Juan Ramón Verón, conocido en el mundo del fútbol como “La Bruja”, fue contratado por el Cúcuta Deportivo, hizo el contacto, debido que conocía a Arnoldo y en cuestión de días lo vincularon al Club. Al poco tiempo era goleador del Cúcuta para luego convertirse en goleador del Club 'Los Millonarios', años 1987 y 1988; máximo artillero de la Copa América, año 1987, en Buenos Aire Argentina y goleador histórico de la Selección Colombia. La afición no perdonó el desatino de los directivos “tuvieron a Arnoldo y lo ignoraron”.
Hasta aquí, “Otho”, como futbolista y entrenador. Falta creo yo, lo más importante: El ser humano. Hombre sencillo, culto, distinguido, querido, respetado y adorado por un pueblo. El gesto de nobleza que más recuerdo fue cuando una tarde en entrenamiento en el estadio 'Romelio Martínez', me desplomé. Se pensó lo peor, fui remitido a una clínica de la ciudad. Después de los exámenes de laboratorio y valoración médica especializada, el diagnóstico fue anemia aguda. Desde entonces, “Otho”, me ofrecía un almuerzo en su residencia, ubicada en un edificio contiguo al estadio.
“Otho”, el hombre maravilloso que conocí, coincidencialmente me entero de su partida, cuando recién iniciaba a escuchar la canción “Déjame si estoy llorando”, de su paisano Nelson Ned. Se fueron dos grandes de la tierra de la samba y “el jogo bonito”
Paz en su tumba, gran amigo.
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