¿Tienen Credibilidad Los 'Influencers'?

Las mentiras de los ‘influencers’

Hay que tener criterio y dejar de ser ridículos atendiendo todo lo que dicen estos famosos.



Javier Alexander Borda Díaz

 @javieraborda 01 de octubre 2019 , 07:00 p.m.

Es tal la pena ajena que no se sabe por dónde empezar. Hace poco se descubrió que la influencerTuppi Saravia les ponía nubes falsas a sus paradisiacas fotos en Instagram y luego, como ofensa a la cordura de todos, fue contratada por la propia ‘app’ con la que hacía el ‘retoque’ de sus imágenes.

También fue sonoro el caso de la colombiana Maleja Restrepo, quien viajó a París para promocionar un nuevo celular Huawei y –muy despistada ella– tomó y publicó la foto en sus redes sociales con un iPhone.

No podemos olvidar aquí a la ‘influencer’ (dizque) vegana Yovana Mendoza con su patético acto, pues se dejó grabar en video comiendo pescado y para la posteridad dejó su imagen tratando de esconder una verdad irrebatible: de mentiras está plagado el mundo de los ‘influencers’.

¿Usted les cree a estos personajes? ¿Come lo que ellos dicen comer? Las vergüenzas son demasiadas para ser excepcionales. En junio de este año se hizo ‘viral’ otro bochorno: una ‘influencer’ –una más, ‘llamada’ Arii–, con más de 2,6 millones de seguidores en Instagram, no pudo vender ni siquiera 36 camisetas que le exigió una empresa para empezar a fabricar sus prendas.

Hace poco, en mi vida real y no virtual, alguien sugirió contar con una de estas figuras para promocionar un evento comercial. Salió con esta perla: cobraba 6 millones de pesos por hacer tres historias en Instagram durante un fin de semana. Si el ‘influencer’ hubiera sido Falcao, pues hasta saldría barato, pero no, obviamente no lo era.

Es detestable prestarse para todo con tal de vender

En estos tiempos es obligatorio preguntarse –antes de botar la plata– si es efectivo pagarle a un actor o modelo para que promocione cosas que ni siquiera él o ella usan. Y también decirle –mejor dicho, recordarle– a la gente que no debe ser tan ingenua con la publicidad que consume. No podemos ser tan idiotas para que otros se permitan ratificarlo.

Es detestable prestarse para todo con tal de vender. La exreina María Mónica Urbina se puso a promocionar un producto (supuestamente) quemador de grasa y terminó en medio de críticas porque no era tan milagroso como pregonaba. Hay que ser coherentes. ¿Está bien que exfutbolistas y periodistas con miles de seguidores promocionen apuestas deportivas (así sean legales)? Si la llamada Epa Colombia se mojó en la fuente del Louvre, ¿podría por eso ser la imagen de una campaña de arte?

El consumidor de hoy, si bien es un adicto del contenido, lo es igualmente del escepticismo. Es mejor ser reconocido que famoso. Gracias a tantos exabruptos, la palabra ‘influencer’ ya casi termina siendo despectiva, y por eso la están cambiando algunos genios por ‘personalidad digital’. Pero el problema es el mismo: ¡la irresponsabilidad!

Desde luego, un ‘influencer’ no es un problema en sí mismo. Parece más grave su elección. Así como una figura pública puede ayudar en una estrategia comercial, un buen ‘influencer’ sirve como extensión de la marca. Uno ideal educa, ilustra, hace crítica constructiva, despierta la curiosidad de quien lo ve, le da valor a la comunicación digital. Pero no debe jugar al engaño comercial, del cual son cómplices muchos estrategas de mercadeo.

Esto no es para creerse soberanos. Los influenciadores existieron mucho antes de internet. Las decisiones que tomamos casi siempre son consecuencia de lo que vemos en los medios de comunicación, de lo que dice un amigo y, ahora, hasta de lo que se ve en un tuit. Pero, hay que tener criterio y dejar de ser ridículos atendiendo todo lo que dicen estos famosos con sus miles de ‘me gusta’ y sus vidas perfectas en redes sociales. ‘Likes’ y seguidores muchas veces falsos, valga decir.


Título Original: Las mentiras de los ‘influencers’






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