Remembranzas del Maicao de Mis Amores

¡Maicao de mis amores!

Por Franco Brito
10francobrito10.wordpress.com

Esta expresión de admiración salió del alma de Antonia Zúñiga, cuando sus nietos, ante un percance familiar, la llevaron de nuevo a Maicao. Aprovechó la ocasión para rememorar el Maicao con sus arenales, en los cuales los resplandecientes granos morenos, irradiaban la luz de lunas llenas, en un marco de impresionante y singular belleza.


Franco Brito
El de los barriles llenos de agua salobre, extraída del molino 'salao' e impulsado por las fuerzas descomunales de unos animales, que saciaban la sed sus habitantes; El de las mujeres usando velos en la misa dominical, donde las palmas de sus manos se unían y se confesaban para dar gracia al Dios de la Esperanza, por un mejor porvenir.

El del luto por la muerte de un familiar, que era extremadamente riguroso y sobre el polvorín de sus recuerdos, todavía el traje negro arropa la evocación imborrable de esposos e hijos que se fueron para siempre. El del retrato del abuelo junto a la tinaja de agua fresca, que parecía representar el paraíso perdido en un gran remanso de paz y de vida eterna, que mitigaba los recuerdos que gota a gota se perdían en el horizonte, bajo el sol de los conejos.

El de las manos fuertes de carpinteros y maestros de obras, que diseñaban y construían sobre los cimientos de anhelos, los nuevos hogares, donde la leña y el carbón de trupío daban tibieza a las almas seducidas.

Ese villorrio era un conglomerado de gente buena, y desprendida, de gran valor civil, de altísimo espíritu cívico, de una unidad pactada a la luz de la oscuridad, donde el Cacaíto simbolizaba el corazón de la actividad económica. Majupay era el oasis solaz de la juventud del ayer.

Maicaito se asomaba como un barrio nostálgico, frente al bullicio de las calles aledañas abarrotadas de antojos quiméricos y sobre las dunas de sus calles quedaban marcadas las huellas de las cotizas y guaireñas indígenas, como también de los camiones cargados con pillotes de ilusiones varias, con sus llantas encadenadas para evitar los atollamientos en sus arenas calcinadas y en el barro de los caminos andariegos de la península. Los molinos de viento parecían torres rebeldes y quijotescas, donde la tierra árida daba su último suspiro.

Las lámparas de petróleo quemaban al anochecer las tristezas de un día azaroso y que un poeta loco la llamó 'Luz de la Frontera'.

Maicao nace por necesidad, pero por la necesidad telúrica de recortar caminos en busca de la distancia media entre Riohacha y Maracaibo y entre la Provincia de Padilla y la capital del Estado Zulia, es un punto estratégico fronterizo y por ese motivo se convierte en un centro, para algunos de descanso y para otros de paso, bajo los frondosos cacaítos, que con el correr del tiempo se convirtió en la primera célula que dio origen a esta ciudad.

A esto hay que agregarle que las mercancías provenientes de Puerto López y de toda la alta Guajira, por las grandes distancias a recorrer hasta llegar a Riohacha, Valledupar, Santa Marta o Maracaibo, localizaron un punto equidistante, que generó la fundación de esta floreciente población. Maicao puede traducir: Sueños de Contrabandistas, y no es una afrenta pensarlo así. Sobre su naciente poblado, se bordaron ilusiones de progreso, se edificaron los cimientos idílicos de cuantos amores se bendijeron, nació el sueño fantástico de un mejor porvenir.



En ella se refugiaron propios y extraños bajo un mismo sol canicular y a la intemperie de una vieja luna que nació de una mata de maíz cariaco, y se cristalizó la visión de jalonar una Guajira, para toda Colombia.

Por eso, hoy es preciso rendirle un homenaje a los pioneros de ese 'Maicao de mis amores', algunos ya acariciaron la gloria de la eternidad, otros recorren a sus setenta, ochenta y noventa años, las distancias siderales del Maicao del ayer, que se colgó de un lucero vespertino para iluminar y velar por el progreso de una generación que no puede ser inferior a sus progenitores. Si esto último no se da, Maicao morirá.

Reciban ustedes las condecoraciones de los corazones agradecidos de esta nueva generación, que no necesita de los decretos generados en las decisiones oficiales y cúbranse de gloria ante el altar sagrado de una Guajira agradecida.

Suenen los clarines, fulguren los arcoíris sobre los pechos honrosos de quienes merecen este reconocimiento y homenaje, llenos de la gracia del Dios esperanzador, por un Maicao eterno en bienaventuranzas. Son todos ustedes los epónimos hombres y mujeres que hicieron nacer en el desierto de La Guajira, este pueblo que en medio del sufrimiento se levanta hidalgo y arremete contra todas las vicisitudes, a que ha sabido sobreponerse con fe y con el valor de nuestra raza, y todo por un mejor mañana que algún día llegará.

En reconocimiento a esos honores de imperecedera gratitud, los invito a que pasen y tomen estrado de su eternidad en el corazón de los guajiros, con solo pronunciar sus beneméritos nombres:

Otilia Ramírez, Rodolfo Morales, Tomas Curvelo, Jorge y Abrahán Segebre. Telémina Bolaño, Blasina Mejía, Juan y Abrahán Annis, Rafael y Antonio Gutiérrez Estrada, Diógenes y Rafael Sierra Torres, Ramón Rodríguez, Andrés Fernández, Eduardo Issa, José, Nellit y Oscar Abuchaibe, Alpidio Lubo y Pedro Brito Herrera.

Ezequiel 'Chato' Márquez, Marciano Valdeblánquez, Benjamín Watnik, Abdo Nicolás Misky, Mandía Barros, Víctor Bolaño, 'Goyo' Peláez, 'Chayo' Guerra, Hirmina y Altamira Hernández, Norberto, Máximo y Rey Iguarán, 'Chito' Guerrero, Francisca Sierra, 'Manito' Ballesteros, Francisco Padrón, Manuel Martínez y Leopoldo Patiño.

Marcelo y Enrique Ramírez, Julio de la Rosa, Oscar Gómez Brito y Claudio y Yhajaira Paz, Efraín, Lucho y Juan Romero, Fara Danies, Esilda Romero, Eulalia Celedón, Simeón Soto, Luis Carlos Pichón, Daniel Castro, Hermes y Ramón Díaz, Luis Aguas, José Camacho, Orlando Monsalve, Fernando Leal, Aminta González, Sara Viecco, Rosa Márquez y 'Juancho' López.

Cristóbal Moreno, José y Enrique Berardinelli, 'Chuchú' Henríquez, Rafael Ocando, José Domingo Boscán, Ramón y José Luis Iguarán y muchos otros, pero muchos más que merecen el honor de aparecer en estas memorias y en el corazón eterno de los dioses guajiros.


Título Original: ¡Maicao de mis amores!

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