El crimen impune de un humilde campesino y honorable concejal


 Recuerdos del secuestro y crimen de un concejal del hoy Distrito de Riohacha 

Segunda Crónica en Cuarentena

¡Bienvenidos!


Marcos Antonio Barros Pinedo
Por Marcos Antonio Barros Pinedo

Corría el primer lustro de la década de los años setenta. La 'Bonanza Marimbera' estaba en pleno furor en la capital del departamento de La Guajira.

Los camiones F-600 con placas venezolanas entraban y salían de la ciudad, cargados con marihuana, sin que la gente se asombrara.

Las caletas de alucinógenos estaban ubicadas en la zona rural y eran cuidadas por los llamados 'caleteros', que permanecían armados hasta los dientes y, en aquella época se les pagaba sus salarios con mucho dinero.

Cuando se iba a realizar algún 'embarque' de marihuana hacia los Estados Unidos de Norte América desde cualquier pista aérea, dizque 'clandestina' , especialmente ubicadas en La Alta Guajira, todo el pueblo riohachero se enteraba.

Cuando los aviones DC-3 y DC-6 despegaban hacia el país del Norte y los 'gringos' dejaban los dólares, producto de la negociación ilegal, la rumba en el hoy Distrito de Riohacha era a todo dar, como dicen los mexicanos.

Los conjuntos de música vallenata y los equipos de sonidos no dejaban dormir a la población, que nada tenía que ver con el negocio de estupefacientes, y aquella persona que se atrevía a protestar corría el riesgo de recibir un tiro en la cabeza, de manos de cualquier 'borrachito, que al calor de unos tragos de Whisky y trabado, no 'respetaban pinta' y, a la vez eran un inminente peligro para la sociedad riohachera.

Pero, en medio de todas estas situaciones, con perfil de una novela de ciencia ficción, se vivió un momento en que la autoridad, actuó con el firme propósito de combatir el tráfico de marihuana, tanto, en la zona urbana, como en la zona rural de Riohacha.

En ese sentido una patrulla del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, actuó dentro de sus operativos cotidianos y descubrió una caleta que estaba ubicada en Perebere, zona rural de Riohacha.

Varios 'caleteros'  oriundos del interior del país, fueron privados de la libertad. La marihuana fue decomisada y luego incinerada. En aquella época, tenía un valor cercano a los 100 millones de pesos.

La incautación de esta yerba dió motivo para que sus dueños comenzaran a poner a funcionar su imaginación e investigar los motivos por el cual el DAS, en su operativo logró localizar la 'caleta', que bien resguardada estaba en Perebere.

La conclusión de dicha investigación, -según los dueños de la marihuana-, el decomiso por parte de los sabuesos del DAS, fue producto de un 'soplón' , interesado en dañar sus intereses económicos.

Los 'capos' guajiros no se quedaron quietos y más bien pusieron a funcionar, dizque a sus 'Servicio de Inteligencia' , con el fin de identificar a las personas o al sujeto que, según ellos, 'chiveó' el lugar dónde se encontraba la 'caleta' de marihuana, localizada por el DAS.

Estas personas llegaron a la conclusión que quien sopló el lugar de la 'caleta' había sido Juan Blanco Herrera, oriundo de María La Baja (Bolívar), quien para la época era concejal de Riohacha, en representación de la Alianza Nacional Popular (Anapo), que orientaba el general Gustavo Rojas Pinilla.


Juan Blanco Herrera: Un humilde campesino concejal de María La Baja (Bolívar)

Juan Blanco Herrera
Luego de la investigación, la acción de venganza de 'Los capos' guajiros no se hizo esperar
Se recuerda que un domingo de 1975, en horas de la tarde, cuando Juan Blanco Herrera caminaba por la Calle 15 con Carrera 11, muy cerca a la Terminal de Transportes de  Riohacha, fue obligado a subir a un campero línea Patrol, color blanco y de inmediato quedó secuestrado.

Fue sacado de la zona de influencia de Riohacha, con la finalidad de interrogarlo. A las 7:00 de la mañana del lunes, con música vallenata a bordo, whisky y armados hasta los dientes, 'Los capos' guajiros decidieron hacerle  un 'Juicio de Responsabilidad Económica' al concejal campesino Juan Blanco Herrera.

El interrogatorio se inició cuando al 'sindicado' le preguntaron si él tenía conocimiento de dónde estaba ubicada una 'caleta'  de marihuana que había sido descubierta, incautada e incinerada por el DAS.

Juan Blanco Herrera, respondió: "Yo, no tengo ni la menor idea de lo que ustedes me están preguntando".

'Los capos ' guajiros insistieron, y le preguntaron si él era amigo de los agentes del DAS y el por qué había 'chiveado' la ubicación de la 'caleta' de marihuana, ya que con dicha operación perdieron la suma de 100 millones de pesos.

Esa suma de dinero hoy en día representaría una suma superior a los cinco mil millones de pesos.

Juan Blanco, -muy sereno-, respondió: "Jamás he sido amigo y nunca he tenido diálogos algunos con tales agentes el DAS.No soy hombre de meterme en los negocios ajenos y nunca he sido informante de las autoridades", puntualizó.

'Los capos' guajiros no creyeron en las confesiones de Juan Blanco Herrera. Dos 'capos' colocaron sus pistolas en la sien derecha del concejal, quien en estado de indefensión les suplicó que no lo mataran, porque no tenía nada que ver con el decomiso de la marihuana.

Pero el Juicio era implacable. A las 8:00 de la mañana Juan Blanco suplicaba a sus captores y verdugos que no fueran injustos con él, y les replicó: "Si me matan, ustedes cometerán una injusticia. Jamás me he metido en sus negocios. Jamás los he denunciado ni he actuado en forma deshonesta en contra de cualquier persona".

Ninguna de estas súplicas conmovieron a 'los capos' de la marihuana ni a sus mercenarios, los cuales todo el tiempo se sintieron lesionados económicamente por el golpe que les propinó el Departamento Administrativo de seguridad (DAS).

A las 9:00 de la mañana los 'jueces' de Juan Blanco Herrera, lo dejaron a la inclemencia del sol, de la sed y de las olas del Mar Caribe, que le llegaban cerca a su cuerpo semienterrado en la arena.

Mientras el sol y la sed lo azotaban, 'los capos' de la marihuana y sus 'esbirros' se divertían bebiendo whisky, y al son de la música vallenata que salía de un pasacinta del Patrol blanco, testigo mudo del secuestro. Mientras tanto el DAS buscaba a Juan Blanco Herrera, por todos los lugares de la península, sin resultados positivos.

A las 4:00 de la tarde, 'los capos'  de la marihuana y sus mercenarios, -bien avanzados en estados de alicoramiento-, le dijeron al secuestrado: "Por última vez, habla. Aseguramos que fuiste tú, quien denunció nuestra 'caleta' de marihuana, o al menos, danos una pista de quién fue, para buscarlo y hacer que nos paguen daños y perjuicios.

Juan Blanco, una vez más le comentó que ya había dicho lo que tenía que decir y, a la vez les suplicó que no lo mataran, porque tenía a sus padres y una familia a quienes les haría falta.

Ni las lágrimas de un hombre semienterrado en las arenas del Mar Caribe hizo que éstos señores 'capos' de la marihuana se les ablandara el corazón y se condolieran de la suerte que vivía el infortunado campesino concejal.

Casi a las 5:00 de la tarde de ese mismo lunes, Juan Blanco. Herrera, fue sacado de su enterramiento. En ese momento creyó que le iban a perdonar la vida, teniendo en cuenta que un 'capo' tomó un balde, y con agua del Mar Caribe, lo bañó para que se sacudiera la arena que tenía impregnada en el cuerpo semidesnudo.

"Con esta agua te bautizo y a la vez te sentencio a muerte. No mereces otra cosa. Jamás te podemos perdonar el daño que nos causastes", señaló 'el capo' de la marihuana.

El mismo 'capo' ordenó a cuatro de sus mercenarios que amarraran los pies y las manos de Juan Blanco y a la vez le colocaran en el pecho un cigüeñal, que casualmente se encontraba abandonado en el lugar del cautiverio.

A las 6:00 de la tarde, en medio de gritos y desespero, -el secuestrado, amarrado de pies y manos-, fue acostado en una lancha con motor fuera de borda, que zarpó rápidamente mar afuera y, cuando se encontraba a cierta distancia de las playas, lanzaron vivo al fondo del océano, al indefenso y humilde campesino concejal.

Cómo que si hubieran 'coronado' un embarque de marihuana superior a los  mil millones de pesos, para aquella época, 'los capos y sus esbirros', después de cometer el horrendo crimen, regresaron a la zona urbana del hoy Distrito de Riohacha, y así, con bombos y platillos festejaron su 'gran hazaña'.

El whisky y la música vallenata a todo volumen, fue la mejor carta de presentación para festejar el secuestro y crimen de Juan Blanco Herrera. Mientras tanto, en el fondo del Mar Caribe, yacía el cuerpo sin vida del campesino concejal, con el cigüeñal en el pecho y amarrado de pies y manos.

Han pasado muchos años y mucha agua ha corrido por el puente de 'El Riíto', en la capital del departamento de La Guajira, sin que se sepan los nombres de quienes cometieron este secuestro y crimen, por lo cual tampoco fueron capturados para responder por sus actos, ante la justicia terrenal.

Hoy en día, nos dice la historia que muy poca gente de las que habitan en la ciudad de Riohacha, recuerda el secuestro del humilde campesino y concejal, Juan Blanco. El mismo que suplicó a sus captores y verdugos que no lo mataran porque él no les había hecho daño alguno y tenía muchas ganas de vivir por su familia.

¡Que lastima a Juan Blanco 'los capos' de la marihuana no le perdonaron la vida! Su cuerpo debe estar sumergido en el Mar Caribe, y Dios Todopoderoso no permitiera que hubiese sido devorado por los tiburones.

Es de recordar también que Juan Blanco Herrera, fue compañero de lucha social de Andrés Palacio Velasquez, cuando militaron en la Alianza Nacional Popular (Anapo?, cuyo jefe era el general Gustavo Rojas Pinilla.

Andrés Palacio Velasquez, recuerda a Juan Blanco Herrera, como un ser humano muy humilde, siempre listo para ayudar a los demás.

El secuestro y crimen de Juan Blanco Herrera, es uno de los episodios más negros y tristes que nos dejó la maldita 'Bonanza Marimbera'.

¡Como se pasa de rápido el tiempo. Que importante es recordar. Y...Pare de contar!

Título Original: "Recuerdos del secuestro y crimen de un concejal del hoy Distrito de Riohacha"

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