Reflexión sobre la cosificación, discriminación y otras tendencias que victimizan a la mujer


La lucha que supera una entrevista

María Isabel Cabarcas Iguarán
Por María Isabel Cabarcas Iguarán

Me he tomado el tiempo para escribir de manera serena sobre este tema, pues considero que no puedo callar ante lo sucedido y ante los posteriores acontecimientos generados en razón de una entrevista totalmente inapropiada desde cualquier punto de vista, femenino o masculino; desde cualquier punto de vista humano.

En medio de este tsunami mediático, he recordado que, estando en otro país, otro colombiano le expresó a algunas personas, que “en La Guajira se venden las mujeres”.

Confieso haberme sentido indignada y enojada por esto, tomando las medidas que estaban a mi alcance, sacando del error a quienes habían recibido tan macabra información, producto de la ignorancia, el afán de protagonismo y la mezquindad.

Por aquella época, justamente había expuesto con inmenso orgullo, en el marco de los Diálogos Jurídicos Gironinos donde participaba por primera vez liderando la conferencia: “El Sistema Normativo Wayuu y la figura del Palabrero”.

Esta presentación reconocida como meritoria, generó inmenso interés de mis maestros y compañeros por lo que se me recomendó que fuera esta la temática de mi TFM (Trabajo de Fin de Maestría), tal como está sucediendo actualmente, pues avanzo con entusiasmo en la escritura de la misma, impregnada de una dosis de satisfacción por poder visibilizar a través de la comunidad académica internacional a la que pertenezco, los valiosos aportes basados en la sabiduría ancestral, de nuestra cultura Wayuu en la gestión de conflictos.

Aunque no soy Wayuu, mis ancestros si lo son. Mi mamá, hija de José Prudencio Aguilar Márquez y Antonia Arismendy Gómez, me relataba como mi abuela hablaba Wayuunaiki y desde muy pequeña me enseñó a valorar y respetar nuestras raíces, a conocer la historia familiar, y siempre se ha ufanado de hablar esa lengua, además de disfrutar como nadie la iguaraya, la chicha, la mazamorra, la leche cojosa, la cereza criolla, y de lucir con su característica elegancia sus mantas y mochilas.

De ella aprendí a usarlas desde pequeña y luego se convirtieron, desde hace muchos años en mi atuendo preferido, especialmente cuando se trata de eventos significativos, como la celebración del Premio Cafam a la Mujer el pasado 5 de marzo en Bogotá, y a lucir los hermosos accesorios étnicos que hoy hacen parte de mi estilo como mujer guajira.

Mi bisabuelo, Bernardino Aguilar López era Wayuu, pertenecía al eirruku Epinayu, de Guayacasira (El Pájaro – Manaure). Mi madre desde pequeña me enseñaba nuestro árbol genealógico y me contaba la historia de las hermanas López Epinayu, de cuyo tronco descendemos muchos.

En su inquebrantable sentido y don familiar, me enseñó a querer y a relacionarme con mis tías, tíos, primos y primas Wayuu en cualquier grado de parentesco, a quienes admiro y quiero profundamente.

Regularmente las visitabamos en sus rancherías y en sus casas, y compartíamos momentos inolvidables y concurridas integraciones familiares en Aremasain, en Caraquitas, en El Paraíso o la más recientemente, celebrada en Ishipa, donde vive mi querida tía Natalia Aguilar en el kilómetro 35 en la vía a Maicao, donde estuvimos en diciembre del 2018, más de trescientos miembros de la familia Aguilar, celebrando nuestro reencuentro y enseñando a los más pequeños, como mi hijo Manuel Antonio de Jesús, quienes son sus familiares.

Lamento y rechazo las formas violentas de expresión contra la mujer, evidenciadas en la entrevista que le hiciera el señor Fabio Zuleta a un indígena Wayuu y que se divulgó a través de las redes sociales.

Este tipo de afirmaciones atentan contra la dignidad de las mujeres, no solo de las Wayuu si no, de las mujeres en general. Actitudes así denigran de quienes somos, y del rol tan importante que tienen las mujeres de la etnia Wayuu por ser el sagrado origen de todo y de todos, según su extraordinaria cosmovisión de la vida.

Además, genera un error perverso en torno a una institución social como lo es el matrimonio y al significado de la dote. Es vergonzoso reconocer que para algunos alijunas (no todos), La Guajira siga siendo el lugar estigmatizado y la fuente perfecta de cortinas de humo para desinformar sobre el enorme acervo étnico ancestral que se halla en su valiosa diversidad cultural.

Lo esencial de lo sucedido, es el lenguaje (verbal y no verbal), utilizado por los protagonistas del hecho, la cosificación, la discriminación, la tendencia machista delictiva a victimizar morbosamente a la mujer y a referirse a nosotras como objeto de comercio.

No podemos perder de vista que el asunto primordial es este; lo demás solo intenta distraernos de lo gravoso de este reprochable comportamiento masculino; ¿Olvidaron ellos que fueron engendrados por una mujer? Esta lucha supera esa entrevista.

Título Original: 'La lucha que supera una entrevista'

Contenido Sugerido: 'Gracias Monseñor Salah por su servicio fiel al amor y la misericordia de Dios'

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.