En el Puente de Los Reyes Magos, ¡Feliz Año Nuevo!

Feliz Año Nuevo... ¡Adiós al Pasado!


Por Luis Eduardo Acosta Medina 


Luis Eduardo Acosta Medina
"Las campanas de la iglesia están sonando
Anunciando que el año viejo se va
La alegría del año nuevo viene ya
Los abrazos se confunden sin cesar


Faltan cinco pa' las 12:00, el año va a terminar
Me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi mamá"


Vino a mi mente la canción emblemática de los 31 de diciembres interpretada por Aníbal Velázquez 'Faltan Cinco pa las doce' a la cual corresponde el aparte transcrito cuando paradójicamente es imposible abrazar a nuestros semejantes, y mi madre no está, para correr hasta donde se encuentra para recibir su bendición.


Ahora me consuelo visitando su tumba para llevarles la luz, y un rato de compañía mientras ella y papá duermen, con la esperanza de la resurrección.


Concluye un año particularmente inolvidable por tantas cosas malas que han ocurrido, una peste ha sido el acontecimiento del año, ha robado con su impiedad a la sociedad, mucha gente que nos hará falta en el porvenir, trunco sueños y ha causado la justificada zozobra de la humanidad impotente, que espera ansiosa la mano de Dios y los avances de la ciencia para poner fin, a la inusitada mortandad.


Lo sucedido, tomo a muchos de mis conciudadanos de sorpresa, pero no a mí, porque mi íntima convicción puso en mi pecho la palpitación agitada para advertirme que algo terrible tendríamos que afrontar, prueba de lo que estoy diciendo son mis trinos en mi cuenta de Twitter que puede leer quien lo desee cuando escribí el 9 de diciembre lo siguiente:


“He reprendido y puesto en las manos del altísimo un sueño apocalíptico que tuve, me encontraba en el Centro de Convenciones Anas Mai de Riohacha, cuando el mar comenzó a tragarse la ciudad, todos corrimos despavoridos y llegamos al colegio 'La Divina Pastora', y hasta allá llego el mar”.


Mi preocupación persistía aquel día, me sentía angustiado y asustado sin causa aparente, no tenia tranquilidad, por eso escribí horas después lo siguiente:


“Presto mucha atención a mis sueños, hay que orar, para que en los próximos días no sobrevenga ninguna tempestad social o institucional sobre la tierra de La Vieja Mello, quede impactado de ver el mar embravecido entrando a la ciudad, todos corríamos aterrorizados…”


Hoy ante la tragedia que estamos afrontando, cuando tantas familias lloran a su gente que ha partido en contra de su voluntad, entiendo que fui un instrumento de Dios para anunciar la hecatombe mundial, porque tres días después, se diagnostico en China, el primer caso de COVI 19, y ya sabemos por dónde vamos.


Para sobrellevar esta hora brutal, dejo que mi imaginación me permita deleitarme con los dulces recuerdos de estas temporadas cuando estaba niño y me divertía cómo me daba la gana.


Era libre como el viento, nos podíamos abrazar, se podía visitar, y los únicos bozales los usaban nuestros abuelos para sus burros y los caballos, era el tiempo cuando la gente no salía del pueblo, sino que regresaban para estar con la familia, y quien retornaba visitaba por las noches de casa en casa para saludar.


Igual hemos recordado cuando mi vieja nos mandaba a repartir entre los agricultores el Almanaque Pintoresco de Bristol, y a las amas de casa el Almanaque grande, para el cual siempre tenían un clavo en lugar visible de la sala.


Ya a estas horas, los cuchillos estaban afilados para degollar el animal que se requería para el sancocho, y los vinagres estaban tragando sol para ser fumigados sobre la masa achotada de los pasteles y los arroces para apastelar, seguramente en cada casa ya estuviera cuidadosamente almidonada y doblada en el manar, la ropa de dril y de dacrón de mi abuelo, destinada a esa noche crucial cuando el año viejo haría entrega de su mandado, al que le sucedía.


Este año parece adormecido el espíritu de la navidad, pero siento la seguridad interior que el que todo lo puede, nos depara una próxima navidad pletórica de motivos para una celebración colectiva entusiasta, lo que desde luego, revivirá duelos por sentidas ausencias, pero de esta hora aciaga solo quedaran los malos recuerdos, así como sucedió con la peste negra, la viruela y la lepra, que por nuestros pueblos pasaron, murió mucha gente, pero aquí estamos sus descendientes.


Seguimos añorando la compañía de nuestros padres y abuelos, que a todo le tenían explicación y solución, mucho tendrían que decirnos sobre la forma como sobrevivieron a muchos males, pero ya se silenciaron, nos dejaron su legado, la formación para la lucha y un corazón grande, para llevar siempre a Dios y a la gente que se quiere.


Me desvelo rememorando aquellas noches navideñas plenilunares, con el cielo estrellado y frio embriagador, mientras corríamos jugando a las escondidas, y quien encontraba la correa levantaba a fuete a todo el que pudiera alcanzar, el chuche, y el mas rudo que era 'La libertad', cuando se perseguía al adversario para llevarlo por la fuerza hasta el poste donde se le declaraba perdido.


Era el satélite natural de la tierra, la luz tutelar que nos cuidaba durante las irrepetibles primas noches monguieras cuando no había internet. Nadie chateaba, en las reuniones se conversaba, se echaban cuentos de miedo, y nada malo sucedía


Mi corazón está particularmente nostálgico, me hacen falta mis viejos, sé que yo a ellos también, y convencido estoy,  que por su intercesión ante la Divina Providencia, es cierta la esperanza que la desgracia y la desventura terminarán perdiendo ante nuestro derecho de vivir una vida, bendecida, larga y fecunda ¡¡Feliz Año!!



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