María Teresa Hinojosa Celedón: 'Una vida hecha Poema'


María Teresa Hinojosa Celedón nació en San Juan del Cesar un 16 de mayo de 1942 y partió al cielo, el 25 de junio de 2009, un día de oscura tarde, pálida noche y amanecer borrascoso como quien quita una luz. No por una deuda, sino porque la vida está sujeta a una eterna trampa



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Por Félix Carrillo Hinojosa


Su voz franca, rebelde y transparente sigue retumbando en el extenso patio de su casa, cubierto de flores y frutas que no han dejado de permanecer cuidadas por sus manos invisibles, que solo ellas saben que está ahí y del que nunca se ha ido. 


Sus pies descalzos recorren los amplios corredores, mientras mira hacia arriba, ese infinito que le sigue alcahueteando la locura que produce un amor, cuyo permanente diálogo está ahí, que la hace hablar con su voz ronca y decirse "me levanto, me asomo al patio y miro al cielo. Busco en él, a la luna para descansar. Hay demasiada claridad. La luna no se asoma aún, si es cuarto creciente. Me mantendré inquieta hasta que se llene". 


Todo eso, no es más que la consecuencia de lo vivido, por la joven de catorce años, que buscó amarrar sus emociones, en una de las tantas cuerdas que permite elevar cometas sin perjuicio de perderla. 


Es  la poesía, la misma que siempre la persiguió y que igual sintió ella, al coquetearle eternamente, así su mente creadora le haya sacado el cuerpo en más de una ocasión, porque el llamado de un amor eterno, se le cruzó en el camino y terminó  ganándole a los sueños que tenía, al terminar el bachillerato en el Colegio Nuestra Señora del Rosario, y hacer un solo semestre en la Universidad Javeriana.


Su pueblo la vio regresar con un nuevo sueño en su vientre. Allí se dedicó a la enseñanza en los colegios de primaria y bachillerato, donde varias generaciones recuerdan la función de su palabrerío en cada uno de ellos, al tiempo que validaba la Pedagogía en la Normal de Señoritas.


Así vio crecer a sus siete hijos y nietos, mientras rompía con los lineamientos del partido, al que estuvo vinculada por muchos años, en busca de unas ideas sociales más amplias, que le permitieran que su paso por la Alcaldía y el Concejo en dos ocasiones, diputada y presidente de esa corporación y presidente del Club de San Juan del Cesar, -estuvieran más comprometida con la realidad que a diario-, siguen viviendo sus paisanos.


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Con su tarea silenciosa de escribir poesía, logró un día, sin darse cuenta, ponerle música a esos textos que le brindaron la posibilidad de hacer obras en diversos ritmos, y participar en el Festival de Compositores de su pueblo.


En medio de la alegría, de ver a su hija coronarse reina de belleza, acompañarla y ser su guía en ese proceso social, que las llevó a recorrer a toda Colombia, también soportó con un valor ejemplar, el vivir en carne propia, el flagelo del secuestro del que fueron víctimas.


Mientras su compañero de toda una vida, duró cuatro meses en las estribaciones de la Sierra Nevada, tiempo que aprovechó para hablar con los jefes del EPL, a los que  logró convencer del canje que ella planteó para la libertad del ser amado. 


Al tiempo que él bajaba a la libertad, ella subía a la Serranía del Perijá, donde duró 27 días en cautiverio.


Todo eso, los llevó a repensar y recibir de la vida, un mensaje fuerte que no había de otra y que era fundamental "empezar de nuevo como flor silvestre, que al retoñar es mejor su aroma", como lo dice un poeta vallenato. 


Todas esas adversidades fueron pequeñas, antes las vividas por los recurrentes mensajes de desamor que su compañero de vida le enviaba, afecto que terminó escapándosele como quien suelta una de las tantas cometas, que vio ascender al cielo y nunca regresó.


Todo su mundo cambió, ya no era querida y su único refugió leal, sincero y permanente, lo era aquello que escribió de niña, joven y adulta. Con el temple que le acompañó, siguió buscando cuanto verso había hecho y después de revisar como quien esculca recuerdos, decidió darle vida al libro "Una vida hecha poemas", para decirle al mundo que estaba viva, que no había nacido la pena de amor, que le quitara la vida.


Su obra está llena de una sinceridad, que en ella es un don y para lograr que todo fuera mejor y perfecto, la retrato en cada una de las peripecias que vivió, para que el escritor y periodista Juan Gossain Abdala, escudriñara en un excelente prólogo, las rendijas de su alma, quien en medio de una fuerte lluvia andina, en donde cada gota se convirtió en una eterna bendición para el sueño de ella, le da el toque central a la obra de una mujer firme y decidida, que en sus líneas expresivas nos deja atónitos con una sentencia natural "Eres la sombra que necesita el caminante" y que llama la atención no sólo del prologuista sino de todo aquel, que se aventure a leerla.


Su obra salva de principio a fin, en una propuesta desinteresada, que demuestra su talante de servir, sin hacer alarde del detalle y esperar algo a cambio.


Así fue siempre. Nunca nada, pudo cambiar el amor de dos adolescentes que reinó y se hizo visible en cada acto, donde era protagonista y que ella mantuvo hasta el final de unos momentos, cuyas situaciones se trastocaban. 


Un día, eran las distancias dolorosas que plantea el desamor. Otros, el arrinconamiento despiadado, que le brindaba un mal, que le cubrió todo el cuerpo. 


Los dos, de alguna manera incidieron, para que un día de oscura tarde, pálida noche y amanecer borrascoso se fuera como quien quita una luz. No por una deuda, sino porque la vida está sujeta a una eterna trampa.


Fercahino: María Teresa Hinojosa Celedón, nació y falleció en San Juan del Cesar, La Guajira, el 16 de mayo de 1942 y 25 de junio de 2009. Padres Isabel María Celedón y Aniceto Santiago Hinojosa Lacouture 


#RelatosFercahino

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