"Diálogo con mi prima hermana, Carmen Moreu"



Recordando Nuestra Infancia


Carmen, desde niña fuiste amante de la música, el baile y el jolgorio. Por eso tu familia y amistades, rogamos al Todopoderoso, te permita danzar en el cielo con la música celestial, especialmente, hoy 28 de abril, día de tu cumpleaños.


Por Gladis Marina Brugés Moreu



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Tú y yo: hijas de dos hermanas de padre y madre: Lidilia y Adalceinda (nacidas en el matrimonio formado por Sebastián Pablo Moreu Iglesias y Carmen Generosa Valdeblánquez Cordero). 


Somos primas, primas hermanas. Tú me viste nacer y desde pequeña compartimos y jugábamos, con la orientación de tres valiosas mujeres: Carmen Valdeblánquez, Ninfa y Adalceinda Moreu Valdeblánquez. 


A mi padre (tu tío político) lo consideraste tu papá. Así lo reconociste y quedó consignado como testimonio, en el libro ‘Entre la vela y el ancla: travesía vital de Pedro A. Brugés Campo’ (2009: 122).  

                                                                              

Mi padre biológico fue Teódulo Generoso Bolaño Fuenmayor. Era marinero, oriundo de Dibulla. Cuando yo tenía dos meses de nacida, murió ahogado en el mar, viajando de Santa Marta a Dibulla. Por eso desde que abrí los ojos, vi como figura paterna a Pedro Brugés, esposo de mi tía y madrina, Adalceinda Moreu. Pedro Brugés llenó en mí, el vacío que un niño puede tener por la ausencia de su padre. De niña viví con mi abuela materna, Carmen Valdeblánquez, al lado de mis tías ‘Nana’ (Ninfa Moreu) y ‘Ache’ (Adalceinda Moreu de Brugés), de mis primos Hiraldo, Roberto, Gladis, Orlando y Laureano a quien trajeron de Puerto Estrella (La Guajira,) para formar parte de la familia y, por supuesto, al lado de ‘papá’ (Pedro Brugés,) porque así, siempre lo he llamado: ‘papá’… Pedro Brugés nunca me maltrató, antes, por el contrario, me mimaba y me consentía, como lo hacía con Gladis”. 


Sí. Somos primas, primas hermanas o mejor dicho, hermanas. De esa forma lo he considerado, al igual que mis hermanos Luis Hiraldo, Rafael Roberto y Orlando Darío. 


De niñas compartimos cordialmente, nunca peleábamos a pesar de tener distintas maneras de ser y actuar. Nos cambiábamos nuestros nombres cuando jugábamos. Unas veces tú eras Nina y yo era Nani y, en otras ocasiones, tú eras Nani, y yo era Nina. No había problemas. Disfrutamos al máximo los juguetes, que papá nos traía de Aruba.


Cuando ‘papá’ venía de viaje, me traía regalos. Los mismos que le traía a Gladis Marina Brugés y para que no los confundiéramos, los compraba de diferentes colores. Recuerdo muy bien los dos pianitos, uno rojo y el otro rosado. Nosotras decidimos cuál íbamos a escoger. Gladis el rojo, y yo el rosado. Lo hicimos de mutuo acuerdo. Nosotras nunca peleábamos de pequeñas y mucho menos, de grandes. Los pianitos trajeron un manual para leer música, tanto es así, que lo llevé al colegio y la Hermana Antonia Elena, (profesora de música) sacaba la melodía. También recuerdo las dos muñecas con sus capotas. Tenían la cabeza de loza con su pelo, la boquita medio abierta con lengua y dos dientecitos que parecían de verdad. Los brazos y las piernas, eran de un material parecido a la piel de una persona, y el cuerpo era de tela, relleno de aserrín. Una muñeca era más grande que la otra, y como Gladis era la menor, seleccionó la más pequeña”.


Recuerdo que, durante un carnaval, pasó ‘La Mojadera de Los Embarradores’, por el frente de la casa, y abuela (Carmen Valdeblánquez), cerró puerta y ventanas.


Carmen se molestó porque quería participar del jolgorio y, de forma repentina y con la voz bien alta, comenzó a gritar y a gritar: “¡Gocen, gocen, gocen ustedes ahora, porque después gozaré yo!”. 


Pasó la multitud, sé que fue así, no porque la vimos, sino porque sentimos el alboroto y la música del pilón riohachero…


“Te quería era por el pelo/ 

te lo cortaste y ya no te quiero/ 

Que pila, pilandera/

Que mueve, las caderas…”


En la Casa Azul, compartías con tu mamá (Lidilia) y tus hermanos: Rosa Virginia, Ena Raquel, María Auxiliadora y Martín Antonio Ocando Moreu.


Te deleitabas con lo que te gustaba: la música selecta, transmitida desde la emisora ‘Ondas de Riohacha’, de Leonidas Ocando Valdeblánquez, pionero de la radiodifusión de La Guajira y progenitor de tus hermanos. 


Teníamos la suerte que las casas quedaban a una pequeña cuadra de distancia. Íbamos y veníamos con frecuencia. Así transcurrió el tiempo, hasta que llegamos a la adolescencia. 


Traslado para otra ciudad


Tuve que ausentarme de mi terruño, por circunstancias del destino. Poco podía viajar desde donde estaba, para visitarlos. 


En una de esas pocas visitas que realicé a mi tierra natal, conocí a tus tres primeros hijos: María Rita, (sociable, alegre y elegante desde muy tierna); Luis Antonio ‘Papito’, (inquieto, ocurrente y recursivo) y a Diana Lilian, (recién nacida, con su cabecita llena de pequeños gajos). ¡Así los recuerdo! 


En otra de mis visitas a Riohacha, me presentaste a un niño, de aproximadamente dos años de edad y, me dijiste: “Gladis este negrito, también es mi hijo. Lo estoy criando. Es hijo de mi hermano ‘Gró’, Teódulo Rafael Bolaño Pacheco.” 


Se refería a Alex Rafael Bolaño Castañeda y recuerdo que, a mi mamá, le gustaba conversar con él y le preguntaba: “¿Alex, tú que vas hacer cuando seas grande?” y él, respondía: “Yo voy a vender periódicos y la plata que gane, se la doy a Came”. 


Mi madre me dijo: “Este muchachito, tiene buen corazón. Va a ser agradecido”. Y así es, agradecido con su madre de crianza, y también con quién lo trajo al mundo.  


Regreso de Bogotá


En diciembre de 1984, cuando regresé de Bogotá, a la primera persona que busqué y visité, fue a ti. Estabas recién mudada en el barrio ‘Entre Ríos’. 


Pasaron unos días de mi llegada, preocupada y temerosa me confesaste que estabas embarazada. Yo te respondí: “Ya nada se puede hacer. Sigue adelante. Lo que me preocupa un poco es tu edad. Sólo tienes que cuidarte mucho”. Enseguida me respondiste: “Sea niño o niña, tú vas a ser la madrina.”


Y nació la criatura. Era un hermoso niño que llamaba mucho la atención. El cabello abundante, negro y liso, los ojos expresivos y la piel, blanca. Su nombre Tairo Javier. 


Habló y caminó a edad temprana. Un día cualquiera, fui a visitarlos y la primera persona que me saludó fue él: “Gladis, Gladis, Gladis”, me dijo.


Tú le llamaste la atención, diciéndole “Gladis no. Dile tía, o madrina” y su respuesta fue “Yo le voy a icir, es madriiiina”. Desde ese momento me llamó así: “Madrina”. 


Tairo, mi ahijado al que quiero mucho y que, en estos momentos de tristeza y dolor, se encuentra muy afligido, en Chile, muy lejos de aquí, por cuestiones de trabajo y sin poder venir, ante el cierre de los aeropuertos de ese país, por el Covid-19. 


Durante varios años, pusiste en práctica, los estudios que cursaste donde el italiano, propietario de la Academia de Belleza ‘Nino’, en (Maracaibo, Venezuela). También los innumerables cursos que hiciste “por correspondencia”. Así se le denominaba antes, a lo que después se llamó  “estudios a distancia” y hoy, es “virtual”. 


Tuviste dificultades. Trabajaste con tesón, y con esta actividad sacaste a tus hijos adelante. Después Dios te recompensó, con los cuidados de tus hijos, sobre todo de Alex y María Rita, con el apoyo incondicional de tu yerno, Jorge Eduardo Pérez Bernier, quienes te acompañaron hasta tu última morada.   

 


Triste partida


No asistí al funeral por temor a la pandemia. Desde que comenzó la cuarentena, dejé de salir a la calle. Tú lo sabes, porque te lo comenté, en varias ocasiones. 


Me he comunicado con varios integrantes de nuestra familia y amistades cercanas, lamentando tu temprana partida. Lo hice con mis hermanos, sus esposas y sus hijos; con tus hermanos, (mis primos hermanos) y sus hijos; con tus hijos y tus nietos. 


También conversé con nuestras tías Rosalba ‘Chava’ Moreu Barros y Manuela ‘Nena’ Moreu Suárez; con Ursulina ‘Chula’ Jaramillo Cardona, con Shirley Patricia Obagi Agámez y Damaris Iguarán Brito, (quienes me llamaron desde Venezuela); con la profesora Rosita Pacheco Núñez y otros allegados, cuyos nombres ahora escapan de mi mente. 



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Carmen, desde niña fuiste amante de la música, el baile y el jolgorio. Por eso tu familia y amistades, rogamos al Todopoderoso, te permita danzar en el cielo con la música celestial, especialmente, hoy 28 de abril, día de tu cumpleaños.


Carmen Remedios Moreu Bolaños (abril 28 de 1945 - abril 13 de 2021) 


Descendencia

 

*Cinco hijos

. María Rita Redondo Moreu

. Luis Antonio ‘Papito’ Redondo Moreu

. Diana Lilian Redondo Moreu 

. Tairo Javier Ibarra Moreu 

. Alex Rafael Bolaños Castañeda (aunque ella no lo llevó en su vientre, fue su hijo).


*Catorce nietos 

De María Rita Redondo Moreu

 . María Fernanda Pérez Redondo  

. María Rita Pérez Redondo 


De Luis Antonio ‘Papito’ Redondo Moreu

. Luis Daniel Redondo Obagi

. Mary Carmen Redondo Obagi


De Diana Lilian Redondo Moreu

. Sebastián Ricardo Valdeblánquez Redondo 

. Diana Lilian Valdeblánquez Redondo 

. Habid Santiago Valdeblánquez Redondo 

. Alí David Valdeblánquez Redondo 

. Jesús Andrés Valdeblánquez Redondo 


De Tairo Javier Ibarra Moreu 

. No tiene hijos 


De Alex Rafael Bolaños Castañeda 

. Stephani Alejandra Bolaños Movil

. Moisés David Bolaños Movil

. Alejandra Sharena Bolaños Movil 

. Alí David Bolaños Rodríguez 

. Abraham David Bolaños Del Prado 


*Tres bisnietos

De Sebastián Ricardo Valdeblánquez Redondo 

. Jhoel David  Valdeblánquez Pimienta

. Esther Sofía Valdeblánquez Pimienta

 

De Mary Carmen Redondo Obagi

. Sofía Castro Redondo.


Carmen Remedios, descansa en paz, en tu morada celestial

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