Rodrigo Lara Bonilla: Colombia no se repone del sacrificio inesperado de su vida


‘Rodrigo Lara Bonilla: sacrificado’
 

Este canto se llama 'El Historiador'/ 
porque he narrado la leyenda de mi vida/ 
que fue vivida por el compositor/ 
que por sentir amor. perdió su pobre vida/


'Sólo le gusta la violencia, a la gente que no bailaron chiquita'


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Por Luis Eduardo Acosta Medina



El aparte transcrito corresponde a la canción titulada 'El Historiador', de la autoría de Raúl Garrido Gallardo.


Fue grabada por Los Hermanos López, con la voz de Jorge Oñate, incluida en el corte número dos del Lado B, del LP titulado 'Fuera de Concurso', en el año 1974, a propósito del episodio histórico, que ocupa nuestra mente.


Cuando esta columna escribo, se cumple un nuevo aniversario más, del magnicidio de Rodrigo Lara Bonilla (30 de abril de 1984), ministro de Justicia del Gobierno de Belisario Betancourt, sacrificado injustamente por cumplir con su deber.


Comenzaba entonces la guerra irregular, desatada por los narcotraficantes en contra del Estado, por su política anti drogas, la persecución del ilícito negocio y sus protagonistas.


Desde el Movimiento Estudiantil, en el glorioso Liceo Celedón, de Santa Marta, se veía entonces la actitud de Belisario el presidente, con desconfianza por lo que se consideraba una débil posición ante las exigencias extranjeras de continuidad a la represión, para erradicar el narcotráfico, pero despertaba en la muchachada, mucha simpatía por su decidida cruzada, buscando un Acuerdo de Paz con los grupos insurgentes, muy especialmente con el M19 y con las FARC.


El debate en las asambleas estudiantiles, que se hacían en el paraninfo, el cual supe que ya no existe, igual en el encuentro estudiantil que se realizó en la Universidad Tecnológica y Pedagógica de Tunja, era entre quienes defendían las negociaciones políticas bajo el fuego, y quienes considerábamos que el cese del fuego y del secuestro,  eran el punto de partida, para un Gran Acuerdo Nacional.


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Hoy, entiendo que nuestra presencia en aquel encuentro fue un acto de irresponsabilidad, una aventura que afortunadamente terminó bien, porque el escenario era tenso, habían razones para el miedo.


Allí se sentía la polarización que se vivía en el país. Asistió mucha gente que no compartía la lucha armada, pero también llegaron los apasionados defensores de la famosa combinación de las formas de lucha, quienes no estaban dispuestos a aceptar que nadie opinara lo contrario.


Mi compañero de esos tiempos memorables, Fabio Herrera Martínez lo debe recordar. Juntos viajamos a esa asamblea en la cual, además de ser soñadores, se necesitaba tener los cojones en su sitio.


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Lara Bonilla era visto por nosotros, como un jurista brillante, un orador formidable, un político librepensador, enfrentado solitario a un sector del país, muy grande y poderoso que cumplía al pie de la letra instrucciones de gente untada de dineros de discutible procedencia.


Luis Carlos Galán era su coequipero y tenía mucha ascendencia en el establecimiento, y se sabía que había sido el ministro de Educación más joven del país. Era para él una buena carta de presentación.


Su discurso parecía monotemático, pero le gustaba a la gente. Mientras Rodrigo Lara en sus intervenciones públicas en el ejecutivo, y como ya lo había hecho en el congreso, causaba grata impresión, por su gran formación jurídica e intelectual, también preparado para ser presidente de La Republica, como Galán, pero había la sensación colectiva de su soledad infinita, frente a los problemas que se le vinieron encima, por su posición vertical frente al delito.


https://www.notasrosas.com/La violencia y su afinidad con la gente, a las que no bailaron chiquitas


Admire a Lara Bonilla, por su habilidad para transmitir el mensaje a los ciudadanos, por el poder de su palabra, y la técnica jurídica que dejaba extendida en sus exposiciones en derecho, y la verdad, soñaba con llegar a ser abogado, para hablar como el, por eso me impactó mucho su asesinato.


Igual, me estremeció una crónica que aquella vez publicó un periódico, sobre su esposa Nancy y sus menores hijos, titulada ‘La sangre no fue lo que me dio miedo’.


Coincidió su muerte, con la víspera de mi viaje a Barranquilla, para empezar en la U, por eso la casualidad fatal. Llegue a Barranquilla, 'La Puerta de Oro de Colombia', para comenzar Derecho, el día de su sepelio, y regresé después de haber terminado mis cinco años maravillosos en la Universidad del Atlántico, el día del sepelio de Luis Carlos Galán. Es decir que mi periplo universitario, estuvo marcado por el desangre de mi país.


Hoy pienso que sólo le gusta la violencia a la gente que no bailaron chiquita. Dios permita, que nos dejen comer los granitos de arroz tranquilos.


¡La paz por mandato constitucional, no solo es un derecho fundamental a secas, si no irrenunciable!

 
Título Original: ‘Rodrigo Lara Bonilla: sacrificado’

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