Inmigrando, la novela de Marga Palacio: esencia de la mujer guajira y sumun de 'La Guajiridad'

Inmigrando al corazón de Marga Palacio Brugés

Por María Isabel Cabarcas Aguilar

Hace pocas horas culminé la embriagadora lectura de la novela autobiográfica de la escritora riohachera, y desde que inicié a las 11:00 de la mañana, hasta que lo terminé, a las 4:00 de la tarde de un caluroso domingo, acostada en un chinchorro en mi casa, -con el candor de mi unigénito al lado- atravesé una tormenta de emociones, que hizo que sólo quisiera avanzar más y más, en la hermosa historia hasta su final.

El día que lo recibí de su mano, en su casa materna, era su cumpleaños y al término de una exquisita entrevista, la autora fue asaltada por un grupo de amigos quienes, -acompañados de una estruendosa papayera-, rodeaban a Marga, llenos de alegría para manifestarle su cariño, en medio de una caribeña serenata, como podría suceder tal vez, en una típica escena macondiana, las cuales los guajiros hemos vivenciado toda nuestra vida, pues de eso se compone el universo de creencias, historias, personajes y anécdotas de la guajiridad.

En esta espectacular novela autobiográfica ambientada en los primeros años de este siglo, se ven representadas magistralmente, las dinámicas sociales y culturales de Riohacha y La Guajira, pero, principalmente, es exaltada la figura insigne de esas icónicas mujeres que, con una fuerza interior avasalladora y una fortaleza exterior superior a cualquier vicisitud o circunstancia, son capaces de darlo todo, por la dignidad y el bienestar de su prole.

En este caso, “las matronas”, como bien las llamó la misma autora en una de sus afamadas columnas semanales para Diario del Norte en el mes de noviembre de 2020, se ven dignamente representadas por doña Carmen Romero Arteche.

Ella, mujer férrea, de carácter fuerte, incólume frente a las dificultades, crítica, pero al mismo tiempo, comprensiva ante las decisiones sentimentales de su hija, amorosa hasta la médula en un estilo único, con sus dichos, refranes y jerga característica, se muestra siempre dispuesta a hacer sin titubeos todo lo que sea necesario, por salvaguardar la integridad y ayudar con generosidad desmedida a los suyos.

La nobleza de este icónico personaje describe al detalle la estirpe de mujeres que han sustentado honrosamente, los pilares esenciales de nuestra sociedad criolla. Quienes hemos tenido la dicha de ostentar a una matrona en nuestra familia, sea como madre, abuela, bisabuela o tía, hallamos en este personaje, la esencia de esas féminas riohacheras que forjaron con amor, innumerables generaciones y cuya esencia se mantiene intacta en las memorias más sentidas de los miembros de su parentela.

Seguramente en la ejemplar figura de su madre, la señora Inés Brugés (Q.E.P.D.), la escritora hallaría los elementos suficientes como para darle vida a quien, en mi opinión, encarna el ideal de lo que hemos sido, somos y queremos llegar a ser, las mujeres guajiras.

En su migración hacia Europa hace veinte años y específicamente a la bellísima Italia, Marga descubrió el escenario perfecto para situar con dedicada destreza descriptiva, el destino de la búsqueda de la protagonista de un mejor presente y futuro para ella y sus hijos.

Carmen Matilde Romero representa, a millones de mujeres en el mundo, quienes siendo solteras se convirtieron en madres, y aún en medio de las adversidades, se aferraron a ese espíritu valiente y resiliente connatural a la maternidad, y que aún en medio de todo lo que ello conlleva, mantienen intacto su deseo de amar y ser amadas.

Esa concepción del amor romántico es quizás, una de las condiciones imprescindibles de la vida, y un motor que también impulsa esa búsqueda de la compañía y la complementariedad que la otredad provee.

Contengo el deseo de describir más sobre esta maravillosa historia, pues respeto a los lectores que avanzan en su tarea y a quienes ignoran aún, el tesoro que resulta Inmigrando.

Tal vez, mi deseo más ferviente como lectora y como mujer apasionada en lo cual me identifico plenamente con Marga Lucena, es que todas las Carmen Matilde Romero Arteche de La Guajira y del mundo, descubran su misión de vida y sean muy felices, pero, sobre todo, que nunca les falte en la vida, una Carmen Romero Arteche, dispuesta con valentía a darlo todo por los sueños, la felicidad y la plenitud de sus hijas, hijos, nietos, sobrinos, familiares, vecinos y amigos y que, en el mejor de los casos, tengamos vida, licencia y voluntad, para llegar a convertirnos algún día, en ella misma… en toda una amorosa y digna matrona.