Recordaciones Presidenciales: Mandatos Claros y Mandatos Caros
Por Luis Eduardo Acosta Medina
“Tan barato esta el jornal/
el trabajo que no se haya/
a donde iremos a parar/
con esta situación tan mala/
la carne esta a treinta pesos/
ya la panela subió/
el plátano a dos y medio/
a siete pesos el arroz/
este es señores/
el mandato candela/
los pobres estamos llevando/
que caro mandato nos tiene penando/
nada es barato todo va aumentando/”
Mientras cumplía con el sagrado deber ciudadano de depositar mi voto en la cajeta, previa autorización de los Jurados durante la fiesta democrática reciente pasada de elección presidencial que tuvo su final con la elección de Gustavo Petro Urrego como primer mandatario de La Nación, vinieron a mi mente, un caudal de recuerdos imperecederos de las elecciones que se realizaban cuando estaba muchacho en Monguí.
Eran días de encuentros y reencuentros, los desencuentros eran pasajeros, era una fecha diferente, entusiasta y de un ritmo frenético en mi casa, por la llegada de nuestros hermanos Wayuu siempre importantes para nuestro padre.
También vino a mi mente 'El Mandato Caro', una canción de la autoría de Justiniano Pallares a la cual corresponde el aparte que antecede, grabada por Alfredo Gutiérrez con su acordeón su agrupación y su voz, y está en el álbum titulado por la Disquera Fuentes así 'El Mandato Caro y Otros Éxitos de Acordeón', en 1975.
En esa canción, su autor hizo escuchar su voz de protesta por el alto costo de la vida y en contra del Gobierno presidido por Alfonso López Michelsen, elegido un año antes para el periodo constitucional 1974 -1978.
En aquella obra musical, de esas que muy poco se programan en la radio porque ni a las disqueras les interesa impulsarlas, ni hay quien les de importancia, porque hoy prevalece el ritmo y las brincaderas, sobre las letras y los mensajes que transmiten los cantos.
El titulo del disco no es casual, es la respuesta de Justiniano con su inteligencia natural a lo que consideraba un incumplimiento del presidente, a lo que había prometido en su campaña para llegar al palacio presidencial, con la ayuda eficaz de la contundente canción que le hizo el maestro Escalona 'López El pollo', aquella que dice entre otras cosas:
“El Partido Liberal tiene empuje/
pa que nadie lo pueda derrotar/
López el pollo/
López el gallo/
el candidato del Partido Liberal/
Tan bonito que es tener un presidente/
que todo el mundo pueda darle la mano/
López es el pollo/
dice la gente/
López es el hombre de todos los colombianos/”
Como se sabe, el hijo de López Pumarejo se encarapito en el Solio de Bolívar, precisamente cabalgando sobre lo que el mismo presidente electo en su posesión anunció como el cuatrienio de 'El Mandato Claro', por la contundencia del respaldo popular que recibió por la copiosa votación, que le permitió derrotar en las urnas a Álvaro, el hijo de Laureano.
Antes, durante y después de su posesión Alfonso López prometió cerrar la brecha de la desigualdad inocultable, que existía entre sectores poderosos, y la mayoría de la población que era pobre, para lo cual sabemos que un año es insuficiente, pero para Justiniano si. Ese era el motivo del aporte con su canto a la protesta social que, coincidencialmente fue grabada, igual que la anterior, por Alfredo Gutiérrez.
Dice otro de los apartes de la protesta cantada lo siguiente:
“Yo que gano tan poquito/
tan cara que esta la vida/
leche, a siete pesos litro/
queso, a veinticinco libra/
a seis pesos, esta el azúcar/
cinco pesos, el maíz trillado/
a tres y medio, la yuca/
a veinte pesos, el pescao/
yo que soy tan pobrecito/
nunca dejo de pensar/
solo pienso en mis hijitos/
que se me van a flaquear/
vacía se comen la yuca/
porque la carne esta cara/
el pobre con agua ajusta/
el pobre ajusta con agua/”
Igual las precitadas canciones y la elección de presidente que se acaba de realizar, me recuerdan un episodio anecdótico que sucedió en mi casa el día siguiente a la elección de López Michelsen como presidente.
Mi vieja estaba en su tienda cuando llegó una señora que vivía cerca a la casa con su marido, un jornalero muy conocido, oriundo de un pueblo de Bolívar. Ella, 'golpeao' fue a comprar maíz pilado. Mi mamá lo pesó, lo empacó y le entregó diciéndole “El maíz bajó cincuenta centavos” y la clienta ripostó:
“Por eso no me arrepiento de haber votao por Lope, apenas se posesionó ayer y ya ordenó baja el mai pa los pobres”. Era evidente que le creía al hombre de 'El Mandato Claro'. Aquello era pura inocencia supina.
Ya las elecciones no tienen la misma gracia. Antes era una fiesta, no se ofendían los unos a los otros por política, a pesar de la poca instrucción. Todo era mas transparente, cívico y de convicción. Nada impedía que mi padre y los difuntos Luis Carlos Cobo y Miguel Campo Brito se reunieran en épocas electorales a escuchar las noticias y hablar de política, en la puerta de la casa en las primas noches, a pesar de que mi viejo era Alvarista, de alma y corazón; el señor Cobo, Pastranista disciplinado y Migue, Lopista de los talones a la mollera.
Las elecciones llegaban, cada uno se dedicaba a lo suyo y la amistad permanecía incólume.
Siempre escuchaba que la excepción a esa regla de la amistad y las consideraciones por encima de los partidos, solo la incumplía María Pinto, una líder liberal 'de Raca y Mandaca', que vivía en Tomarrazón, comadre de mi abuelo, pero cuando llegaba la época electoral dejaba de saludarlo, porque el era conservador.
Nos contaba que una vez fue a Monguí y cuando mi abuelo se le iba a acercar para saludarla le gritó “Compadre usted en lo suyo y yo en lo mío, ni me conoce ni lo conozco, nos vemos después de elecciones”.
Me contaba mi papá que cuando asesinaron a Gaitán, el 9 de abril de 1948, cuando ella se enteró de la noticia, salió a la calle llamando a los hombres Liberales. Preguntaba dónde estaban sus pantalones, que salieran, que la guerra había comenzado, que era hora de comenzar la venganza contra los Conservadores. Menos mal que nadie le camino, porque en eso pueblos nadie le hacía daño al otro. Ahora no es así, de cualquier matojo, nos sale un conejo.
Cuánto recuerdo a mi padre de manos limpias y sus vibrantes discursos. Se desvivía por la gente. Quería que todos estudiaran y que en las Rancherías hubiera agua y cultivos de pan coger.
¡El no se servía del pueblo, sino que servía a los pueblos!
Título Original: ' Recordaciones Presidenciales: Mandatos Claros y Mandatos Caros'
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