No estamos hechos para la muerte, sino para la vida

¿Por qué sabemos en el fondo que no estamos hechos para la muerte?

Fuente: es.aleteia.org

No estamos hechos para la muerte, sino para la vida

¡Cierto es, no estamos hechos para la muerte, sino para la vida!

Es contradictorio, pero el ser humano (especialmente en Occidente) percibe la muerte como algo natural y evolutivo, mientras que rehúye de ella como algo inaceptable e injusto.

Sabemos que la parte corporal está destinada a crecer, desarrollarse y, posteriormente, morir. Pero también existe un profundo miedo a desaparecer para siempre, pensando que el fin de nuestra existencia depende de la caducidad de nuestro cuerpo.
La rebeldía y la actitud desesperada ante este hecho, parte de interpretaciones que hacemos sobre la muerte y/o de las experiencias cercanas a la misma: “es peligrosa y dolorosa”, “siempre es algo traumático”, “es injusto, ¿por qué tiene que pasar?”.
Esto esconde un profundo miedo a la nada y al sufrimiento. Por eso fantaseamos con la inmortalidad, con inventar productos y herramientas que nos alarguen la vida, etc. Pero es la falta de control y el desconocimiento lo que realmente nos perturba.
Si entendemos que la muerte nos llega a todos y es una prueba de la que nadie se puede escapar, se puede llegar a una aceptación serena y calmada.
En el ámbito terapéutico existe un ejercicio de visualización que uno mismo puede poner en práctica. Este, permite tomar conciencia de esta realidad y ayuda a optar por una actitud distinta ante la muerte. 
Esta herramienta trata de hacer partícipe a la propia persona de su funeral, se trata de imaginarse asistiendo a tu propio entierro. Cuanto más te metas en la escena más útil te será (observar la capilla, fijarte en la gente que está, las flores, el ataúd…).
Imagina que tomas asiento y escuchas que tus seres queridos te rinden homenaje, ¿qué te gustaría que cada uno dijera de ti y de tu vida? ¿Cómo te gustaría haber influido en sus vidas? ¿Cómo viviste el final y con qué actitud te mostraste? 
Y ahora, volviendo a tu realidad, ¿está contento/a con la vida que llevas? ¿Crees que puedes hacer algo en tu día a día para vivir con plenitud los próximos años?
Merece la pena dejar la mejor huella posible, aprovechar nuestros días, saborearlos, donarnos y aceptar que la vida física tiene un fin, pero la vida eterna nos espera.

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